La concertación de esfuerzos parece ser el único modo de afrontar con eficacia en 2002 las enfermedades del ganado, que sumieron a varios países este año en una grave crisis económica y en problemas de suministro de alimentos.
Granjas en cuarentena, industrias frigoríficas en quiebra, cierre de mercados, pérdidas millonarias por sacrificio masivo de animales y escasez de alimentos fueron las consecuencias en 2001 de la propagación de la fiebre aftosa y de la encefalopatía espongiforme bovina (enfermedad de las vacas locas).
Estos dos males virales e infecciosos que atacan a animales de pezuña hendida tuvieron grandes implicaciones sociales y económicas, pues perjudicaron en forma directa al mercado internacional, la productividad ganadera y el presupuesto de los estados, que debieron incurrir en gastos imprevistos.
Las enfermedades de los animales repercutieron también en el sustento de millones de campesinos del mundo en desarrollo y obstaculizaron su posibilidad de beneficiarse de un aumento de la producción y del comercio agropecuario.
El director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Jacques Diouf, exhortó a Europa a colaborar de aquí en más con países en desarrollo donde el virus de la fiebre aftosa es endémico.
Diouf, al participar el 12 y el 13 de este mes en Bruselas en la Conferencia Internacional sobre la Prevención y Control de la Fiebre Aftosa, señaló que «ayudar a erradicar las enfermedades de los animales redunda en beneficio tanto de los países ricos como de los pobres».
El director general de la FAO propuso a la comunidad internacional reforzar los controles fronterizos y crear un sistema de información común para alertar la propagación de epizootias en el ganado.
«Necesitamos un plan mundial para contener y controlar de forma progresiva la fiebre aftosa desde su origen, en las zonas donde todavía es endémica». Estas zonas son Africa, América del Sur, Asia y Medio Oriente.
El primer brote de fiebre aftosa este año fue detectado el 20 de febrero en los cerdos de un matadero de la sudoriental región británica de Essex. Fue el primero registrado en ese país desde 1967, cuando una epizootia obligó a sacrificar medio millón de animales.
El brote fue provocado por la cepa panasiática del virus, particularmente virulenta, que fue detectada por vez primera en Asia meridional y se propagó a Medio Oriente, Sudáfrica y Europa.
El virus de la aftosa viaja en el calzado y la ropa de las personas, ruedas de vehículos, herramientas de trabajo, agua fluvial, el viento y las patas de las aves.
La enfermedad se expandió pronto por toda Inglaterra y llegó a Escocia e Irlanda del Norte ocho días después. En marzo se habían detectado 135 focos y sacrificado 82.000 animales.
El 13 de marzo se confirmó el primer foco en Francia, y luego siguieron Holanda e Irlanda. Más de cuatro millones de animales fueron sacrificados este año en Europa para contener la enfermedad.
Todos los países europeos afectados apostaron a la eliminación preventiva de animales, y sólo Holanda decidió aplicar un plan de vacunación.
Mientras, en América del Sur, Argentina reconoció en marzo un foco en la centrooriental provincia de Buenos Aires, menos de un año después de obtener la condición de país libre de la enfermedad sin vacunación por la Organización Internacional de Epizootias (OIE).
En pocas semanas, los focos de fiebre aftosa detectados en Argentina ascendieron a 1.429, en las provincias de Buenos Aires, Chaco, Córdoba, Corrientes, La Pampa, Mendoza, San Luis, Santa Fe, Santiago del Estero, Río Negro y Tucumán.
En abril, la epidemia llegó a Uruguay y se propagó con rapidez, y alcanzó al menos 1.737 brotes hasta julio, echando por tierra los logros del gobierno en octubre de 2000, cuando combatió con eficacia un brote en el norte del país mediante el sacrificio sistemático de animales afectados.
La enfermedad llegó al meridional estado brasileño de Rio Grande do Sul, donde se registraron 11 brotes hasta mayo.
Argentina, Brasil y Uruguay restablecieron la vacunación masiva y debieron afrontar una aguda crisis por el cierre inmediato de mercados, en especial los de la Unión Europea.
Mientras, Gran Bretaña fue el país más afectado este año por la enfermedad de las vacas locas, con más de 500 casos, seguido por Francia, con 202, Irlanda, con 165, y Alemania, con 118, según datos de la OIE.
La crisis económica y sanitaria en Europa por la propagación de esta enfermedad derivó en la dimisión en enero de los ministros alemanes Andrea Fischer, de Sanidad, y Karl Heinze Funke, de Agricultura.
El socialdemócrata Funke admitió que se equivocó cuando predijo que la enfermedad de las vacas locas no llegaría a Alemania, y Fischer reconoció que no había actuado con suficiente celeridad a la hora de retirar del consumo algunos tipos de embutidos infectados.
La ingestión de carne procedente de animales infectados provoca en los seres humanos la variante de la enfermedad de Creutzfeldt- Jakob, que es mortal.
Esta enfermedad humana era muy rara en todo el mundo y solía afectar sólo a mayores de 55 años hasta 1996, cuando se detectó su conexión con el mal de las vacas locas en Europa, donde murieron más de 90 personas por esa causa desde entonces.
Los primeros síntomas incluyen temblores, nerviosismo, falta de memoria, pérdida del equilibrio, alucinaciones y debilidad. Las víctimas pasan con rapidez a un estado en que no pueden caminar ni hablar.
La Unión Europea prohibió el uso de harinas de origen animal para alimentar a mamíferos destinados a la alimentación, tras comprobar que esa práctica propagó la enfermedad de las vacas locas.
Los precios de la carne vacuna tuvieron una fuerte caída en Europa en los primeros meses de 2001, y el consumo disminuyó 35 por ciento en España, 38 por ciento en Francia, 50 por ciento en Grecia y 40 por ciento en Italia respecto de 2000.
El desafío para 2002 es poder combatir en forma conjunta este tipo de enfermedades en el ganado que se propagan con tanta rapidez y que afectan la economía mundial.
«Necesitamos una vigilancia global, basada en la evaluación del peligro para mejorar los conocimientos específicos acerca de dónde se localizan determinadas enfermedades transfronterizas de los animales y para establecer estrategias de intervención concretas», dijo Diouf en Bruselas.
El director general de la FAO propuso reforzar la vigilancia y la regulación de la OIE basada sobre presupuestos científicos para afrontar este tipo de enfermedades, una amenaza latente. (FIN/IPS/rp/mj/dv/01