La introducción del euro en 12 de los 15 países de la Unión Europea (UE) a partir del 1 de enero de 2002 marcará nuevos rumbos para una eventual moneda común africana vinculada a la divisa europea.
En dos años, 20 naciones de Africa tendrán una moneda única, fijada al euro.
El franco de la CFA, la moneda de los 14 estados de la Comunidad Financiera Africana (CFA), permanece atada al euro desde el 1 de enero de 1999, a un tipo de cambio de 655,9 unidades por euro.
Cuando en Francia comience a circular oficialmente la unidad monetaria europea, el franco de la CFA —integrada por Benín, Burkina Faso, Camerún, Comoras, Congo, Costa de Marfil, Chad, Gabón, Guinea Bissau, Guinea Ecuatorial, Malí, República Centroafricana, Senegal y Togo— conservará su vínculo con el euro sin variantes.
«La introducción del euro no modificará la tasa de cambio del franco CFA», explicó el presidente del banco central del bloque africano, Charles Konan Banny.
Por otra parte, los seis países subsaharianos de habla inglesa que forman la Comunidad Económica de Estados de Africa Occidental (Ecowas) —Gambia, Ghana, Guinea, Liberia, Nigeria y Sierra Leona— decidieron poner en marcha políticas monetarias similares.
La ECOWAS planifica establecer una moneda común y un banco central único para enero de 2003 y, en una segunda etapa, la creación de la unión monetaria con la Comunidad Financiera Africana, hacia enero de 2004.
Por tanto, en un plazo de dos años, 20 estados africanos tendrán una moneda única atada al euro.
El anclaje al franco francés prosperó pese a las radicales diferencias estructurales que mantienen la UE y la Comunidad Financiera Africana.
Los países pobres y de economía agraria de Africa central y occidental que aún intentan emerger de las consecuencias de la explotación colonial, hallaron un vínculo útil con el bloque de estados industrializados europeos, muchos de los cuales fueron sus metrópolis coloniales.
El vínculo monetario tiene orígenes coloniales. La comunidad fundada en 1939, aseguraba una moneda única anclada al franco francés, para las ex colonias de Francia en Africa, al igual que ocurría con los enclavez coloniales de Asia Sudoriental y el Caribe.
La zona del franco se mantuvo tras los procesos de independencia, pues las autoridades monetarias francesas decidieron garantizar la libre convertibilidad del CFA al franco.
Esa garantía se renovó en enero de 1999, cuando el franco francés se incorporó al proceso de la Unión Monetaria Europea.
«Esta convertibilidad aseguró una moneda estable a los países miembros de la Comunidad Financiera Africana, y ayudó a crear un clima favorable para la inversión extranjera y el comercio», pues «la tasa de cambio estable reduce los riesgos asociados a las unidades monetarias débiles», dijo un portavoz del Banco (central) de Francia.
Los países africanos lograron así controlar la inflación y eludir varios males de los países en desarrollo, como la existencia de mercados paralelos de cambio, las limitaciones al cambio de monedas extranjeras y las violaciones de las leyes monetarias.
Por otra parte, la introducción del euro permite prever un aumento del comercio interregional, de acuerdo al Banco de Francia.
La UE, principal socio comercial del bloque africano, absorbe casi 70 por ciento de sus exportaciones, mientras más de 60 por ciento de las importaciones de la región africana proceden de Europa.
Pero sostener la tasa de cambio fija exige a los 14 países africanos la coordinación de sus políticas monetarias y el cumplimiento estricto de metas presupuestales, mientras las reservas internacionales de los estados se mantienen depositadas en tres bancos centrales de la región.
Sin embargo, algunos economistas y expertos en desarrollo subrayan los aspectos negativos de este vínculo.
Francia controla la política monetaria del bloque africano para asegurar que el respeto de las previsiones fiscales, pero eso tiene un precio. Las naciones africanas están obligados a colocar al menos 65 por ciento de sus depósitos extranjeros en cuentas del Banco de Francia.
Además, el anclaje a una moneda fuerte implica dificultades propias. «Las economías africanas son estructuralmente débiles y una divisa fuerte constituye una carga que degrada su competitividad», sostuvo el economista Phillippe Fremeaux.
Una divisa fuerte permite comprar productos extranjeros a precios relativamente bajos. Pero la alta tasa de cambio encarece los productos nacionales y reduce la capacidad competitiva de las exportaciones.
Los países de la Comunidad Financiera Africana están obligados a mantener «una elevada tasa de cambio incompatible con la productividad de las economías regionales y eso limita su capacidad de crecimiento económico», explicó Fremeaux.
En los primeros años de la década del 90, los gobiernos africanos se negaron a devaluar la moneda regional, pese a los evidentes desequilibrios económicos. «No querían renunciar a su artificial capacidad de compra en el mercado internacional», recordó Fremeaux.
Pero, bajo la presión del Fondo Monetario Internacional el franco CFA fue devaluado en 1994, y la medida ayudó a recuperar las economías de la región.
Otros analistas subrayan que el valor internacional del euro es en sí mismo errático, y sus oscilaciones afectarán el pago de intereses de deuda de las naciones africanas.
«Cualquier devaluación del euro frente al dólar incrementará automáticamente el pago de intereses de los países de la Comunidad», estimó Gerhard Leithaeuser, economista que integró la Comisión de Naciones Unidas para Africa, quien prevé una devaluación del euro para los primeros meses de 2002. (FIN/IPS/tra- eng/jg/ss/raj/dc/if dv/01