/Perspectivas 2002/ ALIMENTACION-AMERICA CENTRAL: Siete millones con hambre

Unos siete millones de habitantes de América Central sufren hambre y la situación tiende a empeorar el próximo año, por los desastres naturales y el deterioro constante del suelo, advirtió el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

El director del PMA para América Latina y el Caribe, el peruano Francisco Roque, dijo a IPS que más de la quinta parte de la población centroamericana no puede cubrir sus necesidades mínimas de alimentación por falta de dinero.

«Esos seres humanos no tienen los medios para consumir cada día al menos 2.200 calorías, el contenido de una alimentación básica», explicó.

Los habitantes de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá suman casi 36 millones de habitantes, y en varios de esos países la pobreza alcanza a más de 50 por ciento de la población.

Roque detalló que la evaluación del PMA para este año muestra un severo problema alimentario en la región, que ha sido azotado por una prolongada sequía y otros desastres naturales.

El funcionario del programa de la Organización de las Naciones Unidas pidió a la comunidad internacional que no deje sola a América Central, en momentos en que la los conflictos bélicos en Asia central y Medio Oriente acaparan la atención del mundo.

Precisó que la dieta mínima de 2.200 calorías equivale, por ejemplo, a dos raciones diarias de comida, que contengan cada una arroz, frijoles, una tortilla de maíz y una taza de café con azúcar.

La preocupación de las autoridades del PMA es que miles de centroamericanos no tienen siquiera acceso a esas dos raciones diarias, sobre todo en El Salvador, Guatemala, Honduras y en Nicaragua.

«Ya hay gente con hambre crónica y muestra proyecciones señalan que en 2002 la situación no va a mejorar para la mayoría de los afectados», agregó el especialista.

La sequía afectó este año a miles de familias campesinas del istmo en junio, julio y agosto, lo cual provocó pérdidas millonarias en la primera de las dos cosechas anuales. Este fenómeno se agrega a la degradación continua del suelo por mal manejo de los recursos naturales y la falta de conservación.

Las dificultades en esa primera cosecha llevó a que miles de agricultores, sobre todo de granos básicos, dejaran de percibir recursos necesarios para comprar semillas para la segunda parte del año.

El PMA calcula que cerca de un millón de personas se vieron afectadas por la sequía y, por eso, tuvo que asistir directamente con alimentos a casi 300.000 centroamericanos.

El hambre y la sequía se han sentido con mayor intensidad en los municipios de Jocotán, Camotán y Olopa, en el oriental departamento guatemalteco de Chiquimula, donde se han reportado varias muertes por inanición.

El desgaste de las tierras de Chiquimula, ubicado a 100 kilómetros al este de la capital de Guatemala, es muy grave hoy, pese a que eran aptas para la agricultura hace sólo 20 años, según informes técnicos de grupos no gubernamentales.

Los científicos que estudiaron el ecosistema y el subsuelo de Chiquimula descubrieron que el área cultivable apenas alcanza en la actualidad a los 10 centímetros de profundidad, lo cual hace que las raíces de las plantas no tengan espacio para desarrollarse.

La población de Jocotán, Camotán y Olopa es de unas 64.000 personas, la mayoría de las cuales viven por debajo de la línea de pobreza y más de 73 por ciento son descendientes de distintas etnias indígenas mayas.

Es irónico, pues esos pueblos que ahora sufren por el hambre tienen nombres asociados a tres productos comestibles, como son el jocote, el camote (boniato) y el elote (maíz).

El Foro de Guatemala, una red de organizaciones de la sociedad civil, considera que el hambre se extenderá en los próximos meses y afectará a 100.000 personas en ese país si las autoridades no intervienen con prontitud.

Al respecto, Roque advirtió que el PMA tiene reservas para atender a unas 300.000 personas por apenas dos semanas.

Los científicos sostienen que los problemas que afrontó América Central este año se debieron en buena parte a condiciones climatológicas extremas.

El istmo fue azotado por periodos de fuertes lluvias y otros de gran sequía, indicó a IPS el meteorólogo costarricense Alvaro Brenes, del Comité Regional de Recursos Hidráulicos, una institución del Sistema de Integración Centroamericana.

El experto comentó que durante varios meses de intensa sequía, mientras que en otros, como en noviembre, el exceso de lluvias provocó grandes inundaciones, sobre todo con la llegada del huracán Michelle.

«Con lo que vimos este año, estimamos que en los próximos cinco años las épocas de estación seca van a ser muy crudas», vaticinó.

Brenes añadió que para el año próximo se espera el retorno de la sequía, debido a la nueva arremetida de El Niño, el cíclico fenómeno climático nacido en las profundidades del océano Pacífico.

Pero a los desastres naturales indicados se le debe agregar los dos terremotos registrados a comienzos del año, que agravaron aún más la situación de miles de familias y golpearon el ánimo y el bolsillo de todos los centroamericanos.

El sismo de 7,6 grados en la escala de Richter, registrado el 13 de enero, y el de 6,6 grados, ocurrido el 13 de febrero, ambos en El Salvador, dejaron una estela de 1.259 muertos, 8.964 heridos y 1,5 millones de damnificados, en un país cuya población es de 6,2 millones de personas.

Las pérdidas económicas provocada por los dos terremotos fueron calculadas en cerca de 1.600 millones de dólares.

«Fue como si nos hubiera caído la bomba de Hiroshima y la de Nagasaki juntas», dijo a IPS Julio Gamero, vicepresidente del Congreso unicameral de El Salvador.

Expertos entienden que pasarán años antes de que El Salvador se pueda recuperar de estos dos golpes fatales de la naturaleza, lo cual pone en mayor riesgo a la población más pobre ante una nueva arremetida de la sequía.

El sociólogo nicaragüense José Luis Sandino, quien trabaja en proyectos de desarrollo en la septentrional ciudad de Estelí, dijo a IPS que la hambruna que vive América Central es el resultado de las malas políticas de los gobiernos.

«Los programas de ajuste estructural han dejado a los agricultores a merced de la mano invisible del mercado y de la mano de algún hombre caritativo que los quiera ayudar», apuntó.

Sandino entiende que, ante la situación dramática que afronta la región, sus autoridades no se deben quedar cruzadas de brazos. (FIN/IPS/nms/dm/dv pr/01

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