Alemania puso este mes a disposición de su población «paquetes de lanzamiento» del euro en los bancos como medida previa al cambio monetario, el segundo en poco más de una década para la región oriental del país.
Cada paquete de 10,23 euros está diseñado para preparar a la población para el cambio, por el que nuevas monedas y billetes entrarán en circulación en Alemania y en los 11 países restantes de la Eurozona el 1 de enero, que se ha dado en llamar el «Día E».
Para sorpresa de los bancos, que esperaban una tibia respuesta de los alemanes, la demanda de los nuevos paquetes es alta.
«Nos preparamos para la eventualidad de que la gente acuda a los bancos en masa», dijo Heinz Doescher, encargado del operativo del cambio monetario del Frankfurt Sparkasse, institución bancaria regional de ahorristas.
Meses atrás se estimaba que la demanda sería escasa, dado que la población en general manifestaba una baja aceptación del euro. «Los alemanes están muy apegados al marco alemán, la gente casi tiene una historia de amor con la moneda», dijo el psicólogo de empresas Guido Kiell.
Durante los difíciles años posteriores a la segunda guerra mundial (1939-45), la estabilidad del marco alemán tuvo un papel psicológico importante para la población, destacó el especialista.
«Nuestro orgullo nacional está muy relacionado con el marco alemán, de alguna forma es un sustituto de la bandera y otros símbolos nacionales», destacó Kiell.
Los alemanes orientales son los más reacios a aceptar la novedad, según una encuesta del Instituto de Investigación Empírica de Leipzig. Entre los interrogados, sólo 12 por ciento dijo estar esperando el euro, mientras dos tercios aún se mantienen en el escepticismo.
Otros sondeos de opinión revelaron que tres cuartos de los orientales encuestados preferirían mantener el marco alemán. En contraste, un estudio de la encuestadora Gallup estimó un porcentaje de aprobación de 53 por ciento en Alemania occidental.
La ansiedad en el este se relaciona directamente con el cambio monetario de julio de 1990, antes de la reunificación de la occidental República Federal de Alemania y la oriental República Democrática Alemana.
La reunificación trajo consigo un aumento de precios y el reemplazo de los productos orientales por los occidentales, bastante más caros.
Los alemanes orientales están más predispuestos a ver el euro como una forma de imponer aumentos de precios, una creencia que las autoridades están listas a combatir.
En una reciente medida para calmar temores, las autoridades del este anunciaron reducciones en los precios de algunos servicios y el transporte público, y varias autoridades locales dijeron que los precios en euros de todos los impuestos serán redondeados hacia abajo y no hacia arriba.
Mientras, la pesadilla logística de transportar la moneda a los bancos es materia conocida de las autoridades orientales tras la experiencia del cambio de los marcos orientales a los alemanes hace poco más de una década.
A fines de este año se habrán distribuido casi 2.600 millones de billetes y 11.000 millones de monedas en unas 60.000 sucursales bancarias en todo el país.
Pero para los bancos, el desafío logístico no habrá terminado en enero, ya que necesitan recoger y eliminar unos 2.800 millones de billetes y 48.000 millones de monedas.
En 1990, las autoridades comprobaron que no tenían suficiente capacidad de incineración, y unos 620 millones de billetes que ya no son moneda legal continúan almacenados en Halberstadt, al sudoeste de Magdeburg, capital estatal de Saxony-Anhalt.
Pero el cambio al euro se presenta como un ejercicio comparativamente más sencillo. Empresas privadas fueron contratadas con ese fin y se están preparando instalaciones. Los billetes serán incinerados o comprimidos para usarlos en la construcción.
«De esa manera, el marco alemán vivirá en los hogares de muchas familias», comentó el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung.
El mayor problema estará a nivel de los consumidores, en particular cuando se trate de pequeñas sumas.
Doescher, del Frankfurt Sparkasse, aconseja a las personas deshacerse de todos los marcos alemanes en su poder entre el 1 de enero y fines de febrero, cuando los consumidores podrán pagar tanto con euros como con marcos, pero recibirán en euros el cambio y el dinero que retiren de cajeros automáticos y bancos.
Pero esto no tomó en cuenta la confusión que podrá producirse en autobuses y metros cuando los conductores enfrenten la complicación de manipular pequeñas cantidades de ambas monedas. Las autoridades locales predicen un aumento de casos en que las personas viajen sin pagar.
Los responsables del transporte en Berlín decretaron que todos los boletos comprados el «día E» serán válidos durante dos días y los boletos mensuales de diciembre válidos hasta el 2 de enero.
Un ejército de 400 vendedores especiales de boletos prestarán servicios en trenes subterráneos para vender su pasaje a aquellos que no tengan la moneda apropiada para comprar boletos en las máquinas automáticas, que sólo funcionarán con euros a partir del 1 de enero.
El Banco Central Europeo, que funciona casi como la reserva federal del euro, predijo con optimismo que la mayoría de la moneda vieja desaparecerá en el plazo de dos semanas a partir del 1 de enero.
Máquinas de expendio de alimentos, cabinas de teléfonos públicos y otras que funcionan con monedas estarán adaptadas al euro en año nuevo.
«¿Habrá problemas en la introducción de los billetes y monedas euro?», preguntó Wim Duisenberg, presidente del Banco Central Europeo. «Por supuesto, ¿cómo no los habría en un emprendimiento tan vasto?», respondió.
«Cruzaremos los dedos y rezaremos. Esperamos que estén prontos, pero no lo sabemos», dijo Benjamin Angel, del departamento de Asuntos del Euro de la ejecutiva Comisión Europea. (FIN/IPS/tra- en/ys/raj/lp/mlm/if/01