/Perspectivas 2002/ AGRICULTURA: Contra las barreras del Norte

Los exportadores de productos agrícolas, que conforman un grupo de países de diverso grado de desarrollo, afrontarán en 2002 el desafío de derribar las barreras del proteccionismo en la nueva ronda de negociaciones multilaterales de comercio.

La IV Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC) acordó en noviembre en Doha la convocatoria a una nueva ronda de negociaciones multilaterales, que incluirá el rubro agrícola. Sin ese resultado, la conferencia hubiera sido considerada un fracaso.

Las negociaciones, cuyo comienzo está previsto para enero y que deberán finalizar el último día de 2004, a diferencia de la Ronda Uruguay (1986-1994) que dio origen a la OMC, cuyas deliberaciones no tuvieron plazos y se extendiieron ocho años debido a su complejidad.

Pero el acortamiento de los plazos no significa que los asuntos a discutir sean menos delicados ni que las condiciones de la negociación hayan mejorado sustancialmente. El debate agrícola sigue siendo entre países cuya producción y exportaciones están subsidiadas y los que exigen una competencia sin subvenciones.

Entre los primeros figuran los de la Unión Europea (UE), Japón, Corea del Sur y Estados Unidos, con diversos niveles de compromiso con sus productores agropecuarios y, por lo tanto, con distintos montos de ayuda.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que incluye entre sus 31 integrantes a todos los países industrializados, estimó que sus miembros gastan en conjunto 1.000 millones de dólares diarios en subsidios agrícolas directos e indirectos.

Entre los países que no subvencionan su agricultura hay 18 muy eficientes en materia de producción, nucleados en el Grupo de Cairns, que exige un comercio sin subsidios y sin barreras paraarancelarias.

El Grupo de Cairns está formado por Argentina, Australia, Bolivia, Brasil, Canadá, Colombia, Costa Rica, Chile, Fiji, Filipinas, Guatemala, Indonesia, Malasia, Nueva Zelanda, Paraguay, Sudáfrica, Tailandia y Uruguay.

Con su presión, esos países lograron en Doha que la UE aceptara discutir la «eliminación progresiva» de los subsidios a las exportaciones, una reducción «sustancial» del apoyo estatal a la producción interna y un compromiso «a favor del acceso a los mercados sin prejuzgar el resultado de las negociaciones».

Pero mientras las discusiones van por un carril que a veces logra entusiasmar a los estados, la realidad del comercio va por otro que se parece más a una autopista en hora pico, cuando prima la transgresión, el malhumor y el enlentecimiento en el camino hacia la meta.

Estados Unidos, que compra la mitad del total de la miel exportada por Argentina, frenó en mayo el ingreso del producto por sospechar que los precios eran inferiores al costo, práctica conocida como «dumping» o competencia desleal de precios.

Los 45.000 pequeños productores argentinos vivieron uno de sus peores años. En agosto, Estados Unidos aceptó remover la barrera impuesta a la miel —un arancel de 60 por ciento—, pero fijó una cuota de 30.000 toneladas al año, un volumen menor del habitual, y sólo admitió compras a partir de enero próximo.

La ronda que comenzará en enero «deberá conseguir beneficios sustanciales para los países exportadores de productos agropecuarios o, de lo contrario, será considerada un fracaso», dijo a IPS el experto argentino en comercio agrícola internacional Alberto de las Carreras.

Si el logro principal de la Ronda Uruguay fue introducir la agricultura en las discusiones, con igual trato que la industria y los servicios, la nueva ronda afrontará el también nuevo desafío de las teorías europeas sobre la sustentabilidad de su paisaje o el bienestar de productores y animales.

Con el nombre de «multifuncionalidad», esta teoría, que permite a los productores europeos recibir elevados subsidios, defiende el derecho de los ciudadanos a mantener el paisaje rural, a bregar por la calidad de vida de los productores, aun cuando no sean eficientes, y por el bienestar del ganado.

De las Carreras, asesor de la Cámara de Exportadores de Argentina, sostuvo que el lanzamiento de la ronda es un hecho positivo. Tras el fracaso de la III Conferencia Ministerial de la OMC en Seattle, Estados Unidos, «no convocar la ronda era una herida de muerte» para la organización, afirmó.

No obstante la convocatoria, la agenda de la UE y los términos de la potestad de la «vía rápida» (fast track) otorgada por el Congreso legislativo de Estados Unidos al presidente George W. Bush para negociar nuevos acuerdos comerciales dejan a los negociadores con las manos muy atadas, agregó el experto.

Esa facultad, ya aprobada por la Cámara de Representantes estadounidense, se refiere a la negociación del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), cuya negociación debe concluir antes de 2005, según se acordó en mayo en la cumbre continental realizada en Québec, Canadá.

La vía rápida recorta la facultad del Poder Legislativo para introducir modificaciones a los acuerdos negociados por el presidente, los que sólo se podrá aprobar o rechazar en bloque, pero los legisladores excluyeron 282 productos agrícolas de las reducciones arancelarias a acordarse en el proceso del ALCA.

La inclusión de esos productos en las negociaciones sólo podrá ser aprobada con la anuencia de cuatro comisiones del Congreso legislativo estadounidense.

La vía rápida fue impulsada por el propio Bush, y también por su antecesor, Bill Clinton (1993-2001), para abreviar la negociación de acuerdos comerciales, pero en la práctica terminó siendo un documento de 70 páginas muy complejo, muy condicionante y muy supervisado, explicó De las Carreras.

De hecho, los países del Mercosur —Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay—, miembros, a su vez, del Grupo de Cairns, ya manifestaron su disconformidad con el tan esperado aval del Congreso estadounidense para acelerar las negociaciones del ALCA, pues mantiene restricciones al intercambio agrícola.

«Las rondas siempre cerraron, no hay riesgo en ese sentido. Pero, por ejemplo, los progresos de la Ronda Uruguay fueron pocos, los avances mediocres y casi se podría decir que el único logro importante allí fue el de haber conseguido que se incluya a la agricultura como un capítulo mas de la ronda», recordó De las Carreras.

El experto señaló que de compromisos de reducción de subsidios que llevaron a lanzar la Ronda Uruguay datan de 1986, y desde entonces, con esa ronda de negociaciones concluida, una conferencia ministerial fracasada y el lanzamiento de otra ronda hasta 2005 demuestran cuánto lleva lograr resultados importantes.

De todos modos, la discusión civilizada entre los países que se intercambian productos agrícolas es necesaria, aun cuando los resultados se obtengan en el largo plazo y los costos de participar en las negociaciones sean extremadamente elevados, sobre todo para los países más pobres.

«Si no tuviéramos la OMC y si renunciáramos a tener una ronda, el comercio agrícola mundial sería como el 'far west' (era de violencia extrema en el lejano oeste estadounidense en el siglo XIX) y eso no lo podemos permitir», finalizó De las Carreras. (FIN/IPS/mv/mj/if/01

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