MEDIO ORIENTE: Estados Unidos se alinea detrás de Sharon

El gobierno de Estados Unidos respaldó este lunes las represalias ordenadas por el primer ministro de Israel, Ariel Sharon, ante los atentados suicidas del fin de semana, en los que murieron al menos 26 israelíes.

Washington también secundó el reclamo de Sharon al presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat, para que reprima a los grupos extremistas Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) y Jihad Islámica (Guerra Santa).

Sharon efectuó su llamado luego de que Hamas se adjudicara los atentados cometidos el fin de semana en las ciudades de Jerusalén y Haifa, que dejaron al menos 26 muertos y decenas de heridos.

El gobierno estadounidense se abstuvo en esta ocasión de reclamar contención a Sharon, como en ocasiones anteriores.

Tampoco hubo críticas a los ataques con misiles que las fuerzas israelíes efectuaron este lunes contra las oficinas de Arafat en la ciudad de Gaza, ni a los proyectiles arrojados desde aviones F- 16 sobre la principal sede de la policía palestina en la ciudad de Jenín, Cisjordania.

«En opinión del presidente (George W. Bush), Israel es una potencia soberana. Tiene derecho a la autodefensa», sostuvo el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, en su encuentro con la prensa este lunes.

Sharon ordenó los ataques poco antes de declarar la «guerra al terrorismo» y de acusar a Arafat de elegir la «estrategia del terror» en un discurso emitido por televisión.

El mandatario israelí acababa de regresar de una visita a Estados Unidos, donde se reunió con Bush, que debió suspender abruptamente por los atentados.

El inesperado respaldo de Washington a las represalias israelíes sugiere que el gobierno de Bush comparte cada vez más la visión de Sharon acerca de la responsabilidad de Arafat en los actos terroristas de las organizaciones islámicas que combaten la ocupación de Israel.

El hecho señala así mismo la posibilidad de que la guerra que Estados Unidos libra contra el saudita Osama bin Laden y su organización Al Qaeda (La Base), a quien acusa de los ataques del 11 de septiembre, podría ampliarse a las organizaciones palestinas y libanesas que cometen atentados contra civiles israelíes.

Hamas se adjudicó los atentados, cometidos en represalia por el asesinato el mes pasado de Abú Hunud, uno de los líderes militares del grupo, junto a otros dos militantes.

La prensa israelí advirtió la semana pasada que la muerte de Hunud, parte de la política de asesinatos selectivos que practica Tel Aviv, liquidaría un acuerdo tácito entre Arafat y Hamas para poner fin a los atentados suicidas mientras Washington intentaba reanudar las conversaciones de paz entre ambas partes.

El grupo pacifista israelí Gush Shalom subrayó que la violencia de las explosiones parece haber causado una «suerte de amnesia colectiva» entre las fuerzas que reclaman más represalias.

La organización señaló las informaciones de prensa y la muerte de cinco niños palestinos la semana pasada por una trampa explosiva dejada por el ejército de Israel en un campamento de refugiados en Gaza.

Los atentados se perpetraron en una coyuntura esencial de las negociaciones. El secretario de Estado (canciller) de Estados Unidos, Colin Powell, envió a Medio Oriente al general Anthony Zinni con la misión de permanecer en la zona hasta lograr un cese del fuego efectivo que permitiera retomar el diálogo de paz.

Zinni, que recibió el domingo un amargo «go home» (vuelva a su país) por parte de una multitud de israelíes reunidos en la escena del crimen en Jerusalén, calificó el atentado como «el mal más profundo que pueda imaginarse».

«La única forma de defenderse de los terroristas es ir tras ellos», dijo el domingo el secretario (ministro) de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, en una entrevista televisiva en que atacó a Arafat.

Rumsfeld se refirió a la participación de Arafat en «actividades terroristas» en el pasado y lo consideró incapaz de «entregar algo al pueblo palestino a lo largo de la historia».

Incluso Powell, quien había manifestado cierta solidaridad a la situación de Arafat y las aspiraciones palestinas, dijo que había llegado «el momento de la verdad» para el líder de la ANP tras los últimos ataques.

Arafat «debe perseguir a las organizaciones que cometen estos actos de terror», sostuvo Powell.

Detrás de las declaraciones del secretario de Estado hay creciente preocupación, en especial entre analistas del Departamento de Estado (cancillería) y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de que Arafat carece del respaldo popular necesario para detener a los dirigentes de Hamas y la Jihad Islámica que ordenan los atentados.

La popularidad de ambas organizaciones fundamentalistas creció durante la última intifada (levantamiento popular palestino contra la ocupación).

Según una serie de encuestas realizadas este año, y las elecciones del mes pasado en una importante universidad palestina, el número de palestinos que respaldan a Hamas y la Jihad iguala al de los simpatizantes de Al Fatah, el partido político de Arafat.

El mes pasado, la policía palestina detuvo a un militante fundamentalista de Cisjordania, provocando una serie de manifestaciones que duraron dos días.

Incluso Rumsfeld sugirió que Arafat carece de la autoridad para actuar con decisión aunque tenga la voluntad de hacerlo. «No sé si tiene un buen control de la situación palestina», dijo el jefe del Pentágono.

Arafat declaró el domingo un estado de emergencia, mientras sus fuerzas de seguridad detuvieron a más de 100 fundamentalistas sospechosos.

Aunque no hubo protestas, un funcionario del gobierno estadounidense describió a Arafat como alguien que está «entre la espada y la pared».

«Sharon y nosotros esperamos que (Arafat) haga mucho más. Pero existe el riesgo de protestas y posibles actos de violencia contra la propia ANP», agregó el funcionario.

Según un asesor del Congreso, «Arafat siempre prefirió reducir políticamente a sus opositores en lugar de luchar contra ellos. Pero ahora el gobierno dice que tiene que pelear. Si no lo hace, prevalecerá el argumento de Sharon de que Arafat es un terrorista porque deja que ocurran» actos de violencia.

Este ha sido el punto de vista de varios asesores de Rumsfeld, quien fortaleció su posición dentro del gobierno —sobre todo en relación a Powell— desde los ataques terroristas del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.

Entre los altos asesores de Rumsfeld figuran el presidente de la Junta de Política de Defensa, Richard Perle, y su secretario adjunto, Douglas Feith.

Perle y Feith trabajaron cerca del ex primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, quien, al igual que Sharon, pertenece al Partido Likud y se opuso al proceso de paz de Oslo.

Tras los ataques de septiembre, Perle firmó una carta a Bush, junto con otros 37 figuras conservadoras, llamando a desplazar al presidente de Iraq, Saddam Hussein, y a atacar a Siria e Irán si no cortaban sus vínculos con la organización fundamentalista Hizbollah en Líbano.

Además, la carta exhortó a Washington a interrumpir la ayuda de Estados Unidos a la ANP hasta que esta «encarcele a quienes planifican ataques terroristas contra Israel». (FIN/IPS/tra-en/dc- lp-mj/ip/01

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