KUWAIT: Dura polémica sobre el fundamentalismo islámico

La guerra en Afganistán está lejos de Kuwait pero se siente muy cercana, porque ha avivado la confrontación entre los grupos fundamentalistas islámicos y liberales que forman los mayores bloques políticos del país.

La gente sigue con atención cada día los informes sobre el conflicto, y hay rumores de que unos 60 kuwaitíes han muerto en los últimos dos días durante combates entre las fuerzas encabezadas por Estados Unidos y las del afgano movimiento Talibán.

Además, el clérigo musulmán kuwaití Sulaiman Abu Ghaith es en la actualidad portavoz del saudita Osama bin Laden, líder de la organización Al Qaeda (La Base) y figura clave en el inicio del conflicto.

Estados Unidos lanzó su ataque contra el Talibán luego de que ese movimiento, fundamentalista islámico, se negó a entregar a Bin Laden, a quien el gobierno estadounidense considera responsable de los atentados terroristas del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.

La pertenencia de Abu Ghaith a Al Qaeda se puso en evidencia por primera vez el 7 de octubre, cuando el kuwaití apareció al lado de Bin Laden en un vídeo con un mensaje del saudita, divulgado por la emisora de televisión Al Jazeera, de Qatar.

Abu Ghaith aseguró que por lo menos 20 kuwaitíes integraban Al Qaeda, y que los países del Golfo, incluyendo a Kuwait, han sido una fuente de recursos económicos para Bin Laden.

Esas afirmaciones causaron gran conmoción en el país, cuyo gobierno se apresuró a declarar que Abu Ghaith es un traidor y a privarlo de la ciudadanía.

Abu Ghaith se hizo conocer en el país por sus posiciones fundamentalistas extremas, y viajó a Bosnia en 1994 para combatir junto con milicias musulmanas en ese país durante dos meses.

Sus sermones lo pusieron varias veces en conflicto con las autoridades, pero liberales kuwaitíes alegaban que el gobierno era demasiado tolerante con él y con los grupos musulmanes radicales en general, y pedían una supervisión más estricta de su recolección de fondos con fines declarados de caridad.

En la actualidad, gran parte de la población expresa su preocupación por el creciente poder de los fundamentalistas islámicos, y los liberales sostienen que la emergencia de líderes como Abu Ghaith tiene sus raíces en el sistema de educación.

«En nuestras escuelas se enseña a odiar a quienes no son musulmanes, se describe al Islam como algo grandioso, y de ese modo se pinta como demonios a quienes no lo integran», comentó el secretario general del liberal Movimiento Democrático Nacional Kuwaití, Ahmad Bishara.

«No somos una sociedad tolerante y debemos realizar un autoexamen de la educación escolar y los sermones en las mezquitas», añadió.

Sin embargo, no hay evidencia de que Al Qaeda actúe en el país, ni de que cuente con apoyo relevante entre su población, entre la cual aún predomina un sentimiento de gratitud hacia Estados Unidos por la intervención militar que forzó la retirada de fuerzas invasoras de Iraq en 1991.

«Puede haber como máximo un centenar de kuwaitíes que apoyen a Bin Laden, pero ese fenómeno carece de importancia» en el país, de 825.000 habitantes, opinó Ismail Shatti, del fundamentalista Movimiento por la Constitución Islámica.

«Los islamistas kuwaitíes no son los terroristas descritos por los liberales locales», dijo Shatti, quien recibió a IPS en su oficina, rodeado por obras de arte, hermosas alfombras y muebles antiguos, y negó veracidad a las afirmaciones de Abu Ghaith de que Al Qaeda recibe dinero proveniente de Kuwait.

Kuwait es el único país del Golfo con un parlamento elegido por voto popular, y su sistema de beneficios sociales asegura una importante redistribución de los ingresos.

La situación es muy distinta de la de países como Arabia Saudita, donde la riqueza proveniente del petróleo se concentra en manos de algunos miles de nobles y se expresa creciente simpatía por Bin Laden.

Ninguno de los actuales integrantes de la dinastía gobernante kuwaití es un musulmán entusiasta, pero las autoridades han tolerado durante décadas las actividades de fundamentalistas islámicos en beneficio propio, como contrapeso de los grupos demócratas, izquierdistas y nacionalistas.

Alianzas tácitas similares existen en otros países árabes, pero la de Kuwait nunca ha sido el origen de actos de violencia, evitados con extremo cuidado por los islamistas kuwaitíes.

«Aquí todos somos ricos, incluso los fundamentalistas islámicos, quienes no tienen motivos para volcarse hacia la violencia mientras conducen automóviles Cadillac y pasan sus vacaciones en Europa», dijo a IPS Ali el Baghli, ex ministro de Petróleo.

De todos modos, la estrategia política del gobierno ha transformado a los musulmanes ultraortodoxos en el grupo de presión más poderoso del país en términos económicos y políticos, cuyas organizaciones controlan las asociaciones de maestros y estudiantes, pese a contar con escasa presencia en el parlamento.

Los legisladores de esos grupos han logrado evitar durante años que se reconozca el derecho al voto de las mujeres.

Tras el 11 de septiembre, los liberales esperan que el gobierno se aleje de los fundamentalistas y destacan decisiones en ese sentido, en especial la controlar más la recolección de fondos con presuntos fines de caridad, y el rechazo de un proyecto para adecuar el código penal a las normas islámicas.

La aprobación de ese proyecto habría permitido flagelar a quienes cometieran adulterio, y cortar las manos a los culpables de hurto.

Algunos kuwaitíes sienten que la observancia de las normas islámicas avanza en el país, pero esa modificación de las leyes no habría sido bien recibida.

Casi todos los hombres del país visten la tradicional y refrescante túnica blanca llamada «dishdasha», pero muchas mujeres no usan velo, casi todas se maquillan mucho, y muchas siguen la moda mundial, a menudo con vestidos que no cumplen con las normas ortodoxas del Islam.

El adulterio es cada vez más frecuente según los datos disponibles, y un importante número de hombres suele pasear en sus automóviles en busca de mujeres con las cuales mantener relaciones sexuales.

Es posible que los últimos acontecimientos internacionales enfríen las relaciones entre la familia gobernante y los fundamentalistas, pero no parece probable que esa situación se prolongue ni que permita un avance político de los liberales.

El subdirector de un diario kuwaití dijo a IPS que los liberales no deben ilusionarse, porque la familia gobernante seguirá buscando que fundamentalistas y liberales se contrarresten entre sí, para distraer a ambos de la cuestión central del sistema de gobierno y perpetuarse en el poder.

Hay una lucha por el poder en ciernes, porque tanto el actual emir como el príncipe heredero son de edad avanzada y están enfermos, y eso aumentará la influencia de los fundamentalistas, aseguró. (FIN/IPS/tra-eng/mm/kg/js/mp/ip cr/01

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