INFANCIA: Niños y niñas explotados hablan claro

Niñas, niños y adolescentes formularon agudos cuestionamientos a la responsabilidad colectiva por la explotación de menores, durante una conferencia internacional en esta ciudad japonesa.

Decenas de delegados menores de edad interrogaron y discutieron con portavoces de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

«¿Qué pasa si un niño quiere trabajar?. ¿Eso es trabajo infantil o sólo un niño trabajando?», preguntó un adolescente de Filipinas, durante un taller realizado el lunes en el marco del Segundo Congreso Mundial contra la Explotación Sexual Comercial de Menores, que continuará hasta este jueves.

Para contestar, Kati Tapiola, directora ejecutiva sobre derechos, principios fundamentales y normas laborales de la OIT, expuso ante unos 70 jóvenes delegados la distinción entre un niño, niña o adolescente que puede querer trabajar ocasionalmente y el tipo de pesada labor que constituye el trabajo infantil.

«¿Entonces por qué la OIT no llama al trabajo infantil como lo que es: explotación?», preguntó otro de los participantes.

Tapiola se vio obligada a reconocer que las condiciones que empujan a los niños a trabajos pesados y peligrosos «deben ser comprendidas como una explotación que no puede justificarse por la pobreza».

«¿Por qué no todos los países aprobaron la Convención sobre los Derechos de la Infancia y Adolescencia? ¿Qué están haciendo ustedes para que Estados Unidos la respalde?», preguntó una adolescente.

Esta cuestión provocó algunas sonrisas de la audiencia, en la cual se encontraban la princesa Tamakado, de Japón, y la reina Silvia de Suecia.

Fue el turno de la directora ejecutiva de Unicef, Carol Bellamy. Estados Unidos es uno de los dos países, junto con Somalia, que aún no ratificaron la Convención, por su renuencia tradicional a comprometer o limitar las facultades del Estado, explicó Bellamy.

«Es una visión equivocada», pues los países no experimentaron ningún debilitamiento del poder del Estado por adherir a tratados internacionales obligatorios, agregó Bellamy.

«En el aeropuerto de Manila conocimos algunas jóvenes que viajaban a Japón para trabajar como prostitutas. ¿Por qué Japón las acepta, siendo tan jóvenes?», cuestionó otro participante de Filipinas.

El taller puso de manifiesto el protagonismo de los delegados menores en la conferencia —unos 90 niños, niñas y adolescentes procedentes de 20 países—, a la que asisten 3.300 representantes de gobiernos y activistas de 138 países.

Algunos de ellos forman parte de delegaciones oficiales, como en el caso de Suecia. Los jóvenes, procedentes de Asia, Africa, América del Norte y Europa, tienen carácter de representantes plenos en el encuentro.

«Niños, niñas y jóvenes son imprescindibles para responder a la explotación sexual de menores», dijo un joven de Sudáfrica al inaugurarse al sesión plenaria del lunes.

La población juvenil debe ser sumada al desarrollo de programas legales y servicios, para dar respuesta a la infancia explotada, sostuvo Cherry Kingsley, de la organización civil Grupo para la Convención de los Derechos de la Infancia, con sede en Canadá.

«La voz de la niñez vulnerable y explotada es crucial para esta comprensión. (Pero) si nos ven sólo como víctimas, no comprenden lo esencial. Podemos ser líderes, de hecho muchos lo somos», agregó Kingsley, una sobreviviente de la explotación sexual que pormueve los derechos infantiles.

«Es esencial para los niños participar en esta conferencia. Los políticos y funcionarios no saben mucho sobre esta cuestión. Si nuestra realidad no se refleja en las leyes, éstas no serán efectivas», sostuvo.

Antes de la inauguración del congreso, jóvenes, niños y niñas realizaron su propio encuentro en la vecina ciudad de Kawasaki, en la región oriental de Japón, y se espera que emitan una declaración este jueves, paralela a la de los adultos.

Este funcionamiento constituye un cambio con respecto al primer congreso, celebrado en Estocolmo, Suecia, en 1996, donde la representación infantil se mantuvo confinada a actividades secundarias.

Sin embargo, las declaraciones y los contactos con la prensa se realizan con gran precaución, para evitar la reiteración de desagradables experiencias pasadas.

En Estocolmo los delegados menores estaban deseosos de hablar con la prensa, pero en más de una ocasión esos encuentros terminaron en lágrimas o momentos dolorosos.

«¿Has estado alguna vez en un prostíbulo?», fue una de las preguntas lanzadas por periodistas en una conferencia de prensa, para las que los adolescentes no estaban preparados.

Al día siguiente un diario publicó el rostro de una adolescente llorando, con una leyenda donde se informaba que había sido prostituta, recordó June Kane, asesora de comunicación de ambos congresos.

«Coincidimos en que la juventud debe ser escuchada, pues conoce la cuestión mejor que nosotros. Pero en aquella ocasión no tenían experiencia (para tratar con la prensa)», explicó Kane.

Los representantes de la prensa pueden realizar entrevistas o conferencias de prensa, siempre que la niña o el niño cuente con un chaperón a su lado, un procedimiento que fue considerado comprensible aunque burocrático por la mayoría de los periodistas.

El sistema del chaperón está destinado a «proteger a los menores cuando las preguntas se vuelven demasiado invasivas», aclaró. Los menores y sus representantes recibieron además entrenamiento previo.

Al inicio del congreso, los medios acreditados recibieron un documento explicativo sobre estas normas, así como una copia de las pautas para la información de temáticas que afectan a la infancia y la adolescencia, redactada por la Federación Internacional de Periodistas (FIP).

«El contacto de los medios con los participantes jóvenes se restringirá a ambientes controlados. Las fuentes infantiles y juveniles deben aceptar en forma explícita todo contacto con los medios», afirma el texto entregado a la prensa.

Las pautas de la FIP señalan que aún cuando los menores víctimas de explotación sexual están deseosos de hablar y son activistas eficaces y oradores poderosos, «algunos no comprenden el riesgo que corren al permitir que su imagen o identidad sea revelada, ni la presión que se genera incluso por un pasajero interés de la prensa». (FIN/IPS/tra-eng/js/dc/hd/pr/01

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