Funcionarios de gobierno, expertos y activistas de 134 países reafirmaron este jueves su compromiso de luchar contra «toda forma» de explotación sexual comercial de niñas, niños y adolescentes al cierre de una conferencia sobre el tema, en esta ciudad.
A diferencia de otras grandes conferencias, el Segundo Congreso Mundial contra la Explotación Sexual Comercial de los Niños no tuvo negociaciones.
Los 3.405 participantes adoptaron en cambio un «compromiso mundial» por consenso que trasciende las cuestiones tratadas en el primer congreso, celebrado en Estocolmo hace cinco años.
Mientras el congreso de Estocolmo se concentró en la descripción del problema, en especial en el tráfico de menores y en el turismo sexual, la conferencia de Yokohama redefinió la explotación sexual e incluyó aspectos no comerciales, como el abuso en la familia y el matrimonio precoz.
«Reafirmamos como prioridad la protección y la promoción de los intereses y los derechos de los niños, niñas y adolescentes contra toda forma de explotación sexual», dice el documento final de Yokohama.
El congreso, celebrado del 17 al 20, también abordó prácticas culturales que pueden conducir al abuso sexual de menores y factores como la falta de educación, la pobreza, los conflictos y la discriminación.
«Estas son las causas profundas de la explotación, que a veces tiene un aspecto comercial y a veces no», dijo Cherry Kingsley, una sobreviviente del tráfico sexual que ahora hace campaña por los derechos de la infancia.
«Todo esto comenzó como un problema de turismo sexual», y para combatirlo «se precisa mucha más voluntad política y recursos», señaló Mehr Khan, director del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en la región de Asia-Pacífico.
«Pero este congreso trascendió el turismo sexual», observó Ron O'Grady, fundador de la organización no gubernamental Fin al Tráfico y la Prostitución de Menores (ECPAT).
En Asia el problema se volvió muy grave hace años, «dado el número de hombres occidentales que abusan sexualmente de menores en la región», dijo O'Grady.
«La palabra 'comercial' finalmente dejará de acompañar al término 'explotación sexual'. No es una mala cosa», añadió.
Otros señalaron que hubo una concentración excesiva en el problema del turismo sexual, que es apenas un aspecto de la explotación sexual de menores.
«Debemos progresar más rápido que hasta ahora», urgió Marc Verwilghen, ministro de Justicia de Bélgica. «Países europeos y africanos enfrentan problemas de explotación sexual que nada tienen que ver con los aspectos comerciales», observó.
La Unión Europea emitió una «declaración explicativa» del compromiso de Yokohama, estableciendo que «la lucha contra la explotación sexual se extiende a todas las formas de violencia y abuso sexual».
Así mismo, el bloque europeo pidió la ratificación por todos los países de instrumentos como la Convención sobre los Derechos del Niño, en una alusión directa a Estados Unidos y Somalia, los únicos países que todavía no la han ratificado.
La Unión Europea y otras delegaciones también intentaron que más países reconocieran la necesidad de proteger a los niños y adolescentes hasta los 18 años, independientemente de la edad de consentimiento sexual, pero no hubo muchos progresos, al igual que en el congreso anterior.
Algunos delegados propusieron generalizar la extraterritorialidad de los delitos sexuales y eliminar el período de prescripción de esos delitos.
Otros aspectos de la explotación sexual discutidos en Yokoyama fueron el tráfico de menores con fines diferentes a la prostitución y el mal uso de la tecnología, en especial de Internet.
«Debemos humanizar esa tecnología», exhortó el abogado tailandés Vitit Muntarbhorn, relator de la conferencia.
«La implementación de los compromisos enfrenta cinco desafíos que comienzan con C: crimen, corrupción, complicidad, clientelismo y complacencia», dijo.
Pese a los nuevos compromisos adoptados, sólo 50 de los 122 gobiernos participantes del congreso de Estocolmo produjeron planes de acción, y la mayoría no los cumplieron.
«No más promesas vacías», dijo Raffaele Salinari, del Grupo para la Convención de los Derechos del Niño. «Necesitamos un compromiso político que trascienda los congresos mundiales».
Algunos menores participantes de la conferencia manifestaron que esperaban más de ella.
«En cierta forma sólo fuimos una presencia. Debemos tener más oportunidades allí», dijo un adolescente japonés.
«La explotación sexual comercial de menores no puede ser combatida sólo por adultos. Ellos precisan la cooperación de niños y adolescentes», manifestó April Rose Chiong, una participante filipina de 14 años. (FIN/IPS/tra-en/js/mlm/hd/01