El gobierno de India dio un paso más hacia el enfrentamiento con Pakistán, al retirar a su alto comisionado en el país vecino y acusar a Islamabad de complicidad en el ataque del 13 de diciembre a la sede de su parlamento.
Nueva Delhi también ordenó la suspensión del transporte terrestre con Pakistán a partir del 1 de enero.
El presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, dijo este sábado que su país «lamenta la arrogante e irreflexiva reacción» de las autoridades indias y agregó que su gobierno no responderá de igual manera.
India sostiene que dos grupos extremistas islámicos, alojados y armados por Pakistán en la conflictiva región septentrional de Cachemira, son los culpables del atentado del 13 de diciembre, en el que murieron 13 personas.
India se apresuró a culpar del atentado a las organizaciones Jaish-e- Mohammed (Ejército de Mahoma) y Lashkar-e-Toiba (Soldados de Dios) y exigió a Islamabd que ilegalizara a ambos grupos, detuviera a sus dirigentes y confiscara sus bienes.
En los últimos días, ambos países efectuaron intensos movimientos de tropas, tanque y artillería pesada a ambos lados de la frontera común. India evacuó varias aldeas cercanas a la línea de control, que divide en forma provisoria la región de Cachemira, donde actúan grupos musulmanes separatistas.
India y Pakistán se acercan cada vez más a la guerra, opinó el general V. P. Malik, quien fuera jefe del ejército de India en 1999, cuando se produjo el último enfrentamiento armado con Pakistán en Kargil, Cachemira.
Cualquier «juego bélico» debería considerar con cuidado el arsenal nuclear de los dos estados, advirtió Malik.
«No vimos ningún intento de Pakistán por actuar contra las organizaciones involucradas en el ataque al parlamento», sostuvo el viernes la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Nirupama Rao.
«En vista de la total falta de preocupación de Pakistán y su permanente promoción del terrorismo transfronterizo, el gobierno de India decidió retirar a su alto comisionado en Islamabad», afirmó Rao.
Pese a que los dos estados se enfrentaron en tres guerras por Cachemira (en 1965, 1971 y 1999), en ninguna de esas oportunidades los gobiernos retiraron a sus altos comisionados, sañaló G. Parthasarathy, ex ministro de Asuntos Exteriores de India.
El ex funcionario, que fungió también como alto comisionado en Pakistán durante la guerra de Kargil, estimó que la decisión de Nueva Delhi expone la gravedad con que el gobierno valora el atentado al parlamento.
En los últimos 12 años, unas 50.000 personas murieron en el estado indio de Jamu y Cachemira por actos violentos, mientras Nueva Delhi acusaba a Islamabad de promover el terrorismo, y éste se defendía asegurando que en la región existía un legítimo «movimiento de lucha por la libertad».
India no ha presentado pruebas claras sobre la participación pakistaní en el atentado al parlamento y los comunicados policiales basados carecen de credibilidad, afirmó el alto comisionado de Pakistán en India, Ashraf Jahangir Qazi.
Islamabad ha ofrecido a Nueva Delhi «la más completa cooperación», aseguró Qazi.
Pero el ministro del Interior, I.D. Swami, representante de la línea dura del gobernante Partido Bharatiya Janata, consideró «ridícula» la oferta pakistaní de participar en una investigación conjunta.
El ataque, efectuado por seis terroristas suicidas que intentaron introducir un coche-bomba en la sede del parlamento, es para India el más grave de una serie de actos que incluyen el secuestro de un avión comercial de Indian Airlines, y su desvío a la ciudad afgana de Kandahar, en diciembre de 1999.
El avión fue liberado cuando Nueva Delhi aceptó poner en libertad a tres militantes extremistas presos, uno de los cuales, Maulana Masood Azhar, fue el fundador de Jaish-e-Mohammed, en Pakistán.
Con todo, las autoridades indias subrayaron que el retiro de su alto comisionado no significa el cierre de la sede diplomática en Pakistán, y que ésta continuará funcionando con personal de menor grado.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ordenó el jueves la incautación de los depósitos de Lashkar-e-Toiba, al que calificó «promotor del terrorismo sin patria», que busca «destruir las relaciones entre India y Pakistán y debilitar al presidente (Pervez) Musharraf».
Bush consideró que el atentado contra el parlamento indio fue «el último acto terrorista contra las instituciones de la democracia india». Otro ejemplo fue el ataque del 1 de octubre contra la sede de la asamblea legislativa de Srinagar, Cachemira, en la que murieron 50 personas, recordó Bush.
El derechista BJP pretendía efectuar operaciones militares contra los campos de entrenamiento de grupos extremistas en suelo pakistaní.
Pero Washington procuró calmar las tensiones en Asia meridional, aún inestable por su campaña bélica en Afganistán, y reclamó contención a Nueva Delhi.
El primer ministro de India, Atal Bihari Vajpayee, replicó, en un discurso ante el parlamento, que aquellos que reclaman contención deberían dirigir sus consejos a Pakistán. (FIN/IPS/tra- eng/rdr/js/dc/ip/01