HAITI: Un gobierno acorralado

El presidente de Haití, Jean- Bertrand Aristide, se enfrentó este lunes al intento de golpe de estado de comandos que se lanzaron al asalto de la casa de gobierno, mientras continúan congelados los fondos de ayuda internacional.

Fuerzas de seguridad de la Presidencia rechazaron a los atacantes, que llegaron a entrar en el Palacio Nacional. «Tenemos el palacio bajo control», aseguró el jefe de seguridad Oriel Jean- Baptiste. Aristide y su familia resultaron ilesos.

El fracasado golpe tuvo lugar después de semanas de tensión entre el Partido Lavalas, de Aristide, y la opositora Convergencia Democrática a causa del resultado de las elecciones legislativas de mayo de 2000, que según la oposición fueron fraudulentas.

La controversia causó la suspensión de unos 500 millones de dólares de ayuda internacional para Haití, el país más pobre del hemisferio occidental. Agencias de ayuda y Estados Unidos exigieron una resolución política para reanudar la entrega de fondos.

Aristide, un ex sacerdote católico, fue elegido presidente con apoyo popular masivo en 1990. Desplazado por un golpe de estado en 1991, volvió al poder tras la intervención estadounidense en 1994. El año pasado fue reelegido, en comicios boicoteados por la oposición.

La decreciente popularidad del presidente se hizo evidente durante las últimas semanas, en manifestaciones de protesta contra el empeoramiento de las condiciones sociales y en los funerales de opositores asesinados.

En una de las protestas, trabajadores de la red sanitaria que demandan el pago de salarios adeudados hace seis meses esparcieron basura en las calles de la capital.

El número de niños y adultos que mendigan en las calles y el aeropuerto de Puerto Príncipe aumentó considerablemente. Los comercios cierran sus puertas y los empresarios se quejan de no poder cumplir sus compromisos bancarios.

El asesinato el 3 de este mes de un periodista de la radio privada Echo 2000, que emite desde la ciudad de Petit Goave, 67 kilómetros al sur de la capital, dio otro golpe a la popularidad de Aristide.

Ante una severa crisis financiera y económica que paralizó a su gobierno desde que asumió el poder el 7 de febrero, Aristide parece no tener forma de satisfacer las demandas populares.

La semana pasada, más de 3.000 personas convirtieron el funeral del periodista asesinado en una manifestación antigubernamental. Antes de que la procesión dejara la iglesia, ya podían oírse consignas contra el presidente, Lavalas y Edwige Carré, un sacerdote cercano a Aristide.

Carré, quien debió abandonar la iglesia bajo custodia policial, es acusado de permitir una reunión en la que se planificó el homicidio del periodista.

La policía utilizó gas lacrimógeno para dispersar a los manifestantes, que también insultaron a Rene Civil y a Ronald «Cadáver» Camille, líderes de organizaciones civiles cercanas al gobierno buscados por las autoridades en relación al asesinato en abril de 200 de Jean-Leopold Dominique, uno de los principales periodistas haitianos.

El canciller Joseph-Philippe Antonio y el ministro de Finanzas, Gustave Faubert, estuvieron en Washington la semana pasada para transmitir a las autoridades estadounidenses de las graves consecuencias humanitarias del congelamiento de la ayuda al país caribeño.

Pero un comunicado del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos destacó el miércoles que el gobierno haitiano no hizo nada por cumplir las condiciones exigidas en diciembre de 2000 por el entonces presidente Bill Clinton.

Aristide se comprometió en diciembre del año pasado a encontrar una solución a la crisis electoral, colaborar en la guerra contra el narcotráfico, impedir la partida de emigrantes ilegales en balsas, mejorar los derechos humanos y fortalecer el proceso democrático. (FIN/IPS/tra-en/imc/lp/ip/01

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