El Congreso de Estados Unidos aprobó un presupuesto aumentado de asistencia al exterior para 2002, de unos 15.400 millones de dólares, tras semanas de debate centrado en la contribución del país al Fondo de las Naciones para la Población (FUNUAP).
Ese debate se produjo entre defensores del aborto y opositores al mismo que consideran al FUNUAP demasiado tolerante con esa práctica.
Un acuerdo en la materia autorizó al Poder Ejecutivo a destinar al FUNUAP hasta 34 millones de dólares, nueve millones más que en el presupuesto anual anterior, y esa agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue el único organismo multilateral beneficiado por un gran aumento.
El total de los recursos asignados a asistencia es 500 millones de dólares más que en el presupuesto para el año fiscal anterior, y 250 millones más que los solicitados por el presidente George W. Bush.
Los años fiscales estadounidenses comienzan cada 1 de octubre.
El Congreso aumentó en forma significativa los fondos destinados a programas de salud y de asistencia a la infancia, a los cuales se asignaron 1.430 millones de dólares, unos 371 millones más que en 2001 y unos 443 millones más que lo solicitado por Bush.
También incrementó el presupuesto para programas internacionales contra el sida (síndrome de inmunodeficencia adquierida), de 275 millones de dólares para el año fiscal 2001 a 435 millones para el año fiscal 2002.
«Fue un buen primer paso hacia el sustancial incremento de la asistencia al desarrollo», comentó Shanta Bryant, portavoz de InterAction, una coalición de 160 organizaciones no gubernamentales humanitarias y de apoyo al desarrollo que incluye a grupos religiosos.
El único programa importante al cual los legisladores destinaron menos recursos que los pedidos por Bush fue el de las operaciones antidrogas en América Latina y en especial en la región andina. El presidente solicitó 731 millones de dólares y el Congreso aprobó 660 millones.
Pese a los incrementos, el país aún es el menos generoso entre los más industrializados. Sólo 0,1 por ciento del producto interno bruto se destinó a asitencia exterior, y eso es menos de la mitad del promedio de los principales donantes.
Gran Bretaña, el principal aliado militar de Washington, presionó al gobierno estadounidense para que aumentara en forma sustancial su presupuesto de asistencia al desarrollo, a fin de impulsar un programa mundial de erradicación de las causas sociales del terrorismo.
El ministro de Finanzas británico, Gordon Brown, visitó Washington esta semana y abogó por el incremento en las próximas décadas de la asistencia al desarrollo de todos los donantes, de 50.000 a 100.000 millones de dólares anuales, para eliminar la pobreza y asegurar que la globalización de la economía beneficie a todas las naciones.
Un centenar de parlamentarios estadounidenses, incluyendo a integrantes del gobernante Partido Republicano, expresó su apoyo a esa demanda, pero tal iniciativa fue recibida con frialdad por los altos funcionarios del Poder Ejecutivo, con la excepción del secretario de Estado, Colin Powell.
Los principales receptores de la asistencia estadounidense serán, como en años anteriores, Israel y Egipto, destinatarios de unos 5.000 millones de dólares en total, casi un tercio del presupuesto en la materia.
Esos dos países recibirán la mayor parte de los casi 4.000 millones destinados a asistencia y entrenamiento en materia militar.
Colombia será el tercer receptor, con más de 300 millones de dólares, pese a la reducción de recursos para programas antidrogas.
Jordania, Perú, Ucrania y Rusia recibirán partidas de asistencia de unos 200 millones de dólares cada una.
Sin embargo, ese ordenamiento de los destinatarios puede alterarse debido a las necesidades de reconstrucción de Afganistán tras la guerra, que según cálculos de la ONU serán en los próximos cinco años por lo menos 6.500 millones de dólares.
Un proyecto de ley a estudio del Congreso propone que Washington destine a la reconstrucción afgana unos 1.600 millones de dólares, y que comience a realizar desembolsos el año próximo.
Activistas humanitarios y por la asistencia al desarrollo expresan creciente preocupación por la posibilidad de que la ayuda a Afganistán se realice sin aumento del presupuesto en la materia para 2002 y en perjuicio de otros receptores, en especial de Africa subsahariana.
«Los afganos no son los únicos que sufren. Es esencial que no se les destine dinero a expensas de otros programas humanitarios y de desarrollo», sino mediante una ley que asigne recursos adicionales a la asistencia, a comienzos del año próximo, sostuvo InterAction el martes, en una carta abierta dirigida a Bush.
Sin embargo, altos funcionarios gubernamentales han dicho a activistas que no hay planes para aumntar el presupuesto total de asistencia, debido a la recesión y la carencia del superávit previsto en el anterior presupuesto.
Programas multilaterales de asistencia económica recibirán unos 1.300 millones de dólares, en su mayor parte contribuciones a la Asociación Internacional para el Desarrollo del Banco Mundial, al Banco Africano de Desarrollo, al Servicio Ambiental Mundial y a otros bancos de desarrollo.
Por otra parte, el país pagará unos 224 millones de dólares que debe al fondo para Países Pobres Fuertemente Endeudados.
Unos 2.220 millones de dólares se destinaron al Fondo de Apoyo Económico, que ayuda a países clave para la estrategia estadounidense a equilibrar sus balanzas de pagos.
Parte de la asistencia, y en especial la militar, tiene condiciones, como es habitual.
El mantenimiento del apoyo militar a Colombia dependerá de que el Departamento de Estado certifique que el Ejército de ese país corta sus vínculos con paramilitares derechistas y permita el juicio en tribunales civiles de soldados acusados de violar los derechos humanos.
Por otra parte, se levantaron prohibiciones de brindar asistencia algunos países, entre ellas la que impedía brindar apoyo militar a Azerbaiján, rico en recursos petroleros e involucrado en un largo conflicto con Armenia.
El Congreso también dejó sin efecto una norma vigente desde hace años por la cual se restaba de la asistencia al FUNUAP una suma equivalente a los gastos de esa agencia en China.
Esa norma había sido impulsada por grupos de presión contra el aborto, que acusaban al FUNUAP de apoyar programas chinos de aborto forzoso, pese a que la agencia siempre sostuvo que no lo hacía.
Las polémicas relacionadas con el apoyo al FUNUAP y a los programas de población en general retrasaron más de un mes la aprobación del presupuesto de asistencia.
El resultado de las negociaciones en la materia fue desfavorable a los antiabortistas radicales, y programas de población y salud reproductiva recibieron en casi 450 millones de dólares, 21,5 millones más que el año pasado.
La contrapartida obtenida por los antiabortistas fue que quedara vigente una norma que el Senado había decidido eliminar, que prohíbe destinar asistencia a organizaciones que realicen o promuevan abortos en otros países, que el Senado había decidido eliminar. (FIN/IPS/tra-eng/jl/mp/if ip/01