La conversión este lunes de tres clubes de fútbol españoles en sociedades anónimas alienta la concepción del deporte como negocio, ya reforzada por la cantidad de dinero que moviliza a través de rubros no siempre deportivos, por el dopaje y por las comisiones a la transferencia de jugadores.
La posibilidad de que los clubes puedan cotizar en la bolsa se abre mientras prolifera el uso de drogas prohibidas para estimular el rendimiento de los jugadores y el tráfico de dinero generado por el fútbol, buena parte a través de paraísos fiscales, entre otros fenómenos.
Según un informe del conservador diario ABC, el negocio del fútbol en España mueve más de 1.000 millones de dólares al año.
Todo ello configura, para muchos, un panorama preocupante desde el punto de vista deportivo, junto con las millonarias comisiones por la transferencia de jugadores, los derechos pagados por emisoras de televisión para transmitir los partidos y los ingresos de los clubes por venta de distintas mercancías.
En España llamó la atención la revelación de grandes diferencias entre el monto de las transferencias de jugadores publicitado y el que constaba de hecho en los contratos.
El que fuera director técnico del Real Madrid, John Benjamín Toshack, sostuvo en 2000 que cuando se negoció el precio del centrodelantero francés Nicolás Anelka que se habló de más de 14 millones de dólares.
Pero el contrato se firmó por casi 27 millones de dólares. Anelka no marcó un solo gol en cinco meses. La comisión de la empresa intermediaria, Marc Roger Management, con sede en Madrid y residencia fiscal en Suiza, ascendió a ocho por ciento de la suma pagada por la transferencia.
El Real Madrid, considerado el mejor club de fútbol de Europa, gastó 500 millones de dólares entre 1993 y 2000 por 12 jugadores que no alcanzaron a jugar 60 partidos entre todos.
Entre las actividades que benefician a ese club, constituido como sociedad anónima, figura lo que su presidente, Florentino Pérez, ha llamado la «marca», o sea la comercialización de su imagen en forma de emblemas, escudos, colores, camisetas, banderines y balones firmados por los jugadores.
Otro frente en que se aprecia la comercialización del fútbol es la televisación. Unas pocas grandes cadenas se disputan la exclusividad de las transmisiones.
El precio al público de la recepción de cada partido por televisión digital para la temporada actual asciende a unos 10 dólares, el doble de la tarifa anterior.
El Real Madrid ya tiene comprometida la entrega de los derechos a la televisora Sogecable —perteneciente al mismo grupo que el diario El País— para la temporada 2008-2009, por la que recibirá aproximadamente 15 millones de dólares.
Muchas de estas acciones explicarían por qué el ex gerente del Real Madrid, Manuel Fernández Trigo, acordara al retirarse del club cobrar 300.000 dólares anuales de por vida a cambio de una cláusula de confidencialidad que le impide hablar del pasado de esa institución o incriminarla.
En cuanto al dopaje, uno de los últimos casos afecta a Josep Guardiola, ex jugador del club Barcelona, hoy en el Brescia de Italia y figura clave en la selección nacional española. Según dos análisis, había consumido nandrolona, droga que aumenta la fuerza muscular.
Si se confirma el resultado en un nuevo análisis —lo que, según fuentes médicas, es casi seguro—, a Guardiola se le prohibiría de por vida jugar en equipos registrados en la Federación Internacional de Asociaciones de Fútbol (FIFA).
Raffaele Pagnozzi, secretario general del Comité Olímpico italiano, intentó justificar a Guardiola, quien, dijo, «es moralmente inocente, porque no sabía lo que consumía».
Mientras, el presidente del Consejo Nacional Antidopaje de Portugal, Manuel Brito, atribuyó buena parte del problema al desconocimiento de los atletas y de los departamentos médicos de los clubes del contenido de determinados suplementos nutritivos.
Algunos de esos suplementos incluyen productos prohibidos pero no los mencionan en sus etiquetas ni folletos explicativos, aseguró Brito. (FIN/IPS/td/mj/cr/01