Las escuelas públicas de Israel practican una discriminación sistemática contra niñas y niños palestinos, denunció este miércoles la organización Human Rights Watch, con sede en Nueva York.
Los alumnos árabes cuentan con menos escuelas, peor equipadas que las judías y deben viajar mucho más para asistir a clases debido a las políticas israelíes que limitan los movimientos de la población palestina, afirma el informe de 187 páginas de la organización promotora de los derechos humanos.
Las escuelas palestinas tienen clases más numerosas con menos personal docente y frecuentemente carecen de bibliotecas, computadoras, laboratorios e inclusive áreas recreativas, como campos de deportes o espacios al aire libre.
Mientras la mayoría de las escuelas judías poseen estudios de filmación o salones teatrales, ninguna de las doce escuelas árabes visitadas por HRW para el estudio tenía instalaciones comparables.
La calidad de las escuelas públicas que atienden a la población palestina de Israel «está muy lejos de la de las escuelas judías», afirma el estudio «Segunda clase: Discriminación contra niños palestinos y árabes en las escuelas de Israel».
Mientras los palestinos constituyen casi 25 por ciento de la población de Israel en edad escolar, no alcanzaban a seis por ciento de la matrícula universitaria de 1999, de acuerdo al estudio.
«La niñez palestina recibe una educación inferior a la judía en todos los aspectos, y su rendimiento escolar relativamente inferior refleja ese fenómeno», dijo Zama Coursen-Neff, consultora de la División sobre Derechos de la Niñez de HRW.
«La discriminación es acumulativa y en cada nuevo nivel son más los niños y niñas segregadas», agregó.
Aproximadamente 19 por ciento de los 6 millones de habitantes de Israel son palestinos, casi 80 por ciento de los cuales profesan la religión musulmana, 10 por ciento son cristianos y el resto corresponden a comunidades drusas.
El país cuenta con sistemas escolares separados para la población judía y la palestina.
«La discriminación tiñe todos los aspectos de los dos sistemas. La brecha es enorme en todos los indicadores medidos por las autoridades israelíes», sostiene el informe.
El Ministerio de Educación reconoció en 1991 que su inversión en la escolarización de la población palestina constituía apenas 60 por ciento del presupuesto escolar judío y prometió redoblar esfuerzos por cubrir la brecha, pero no lo hizo, sostuvo HRW.
Esa disparidad infringe las disposiciones de la Convención contra la Discriminación en la Educación, ratificada por el país hace 40 años.
Muchas comunidades árabes carecen de escuelas para niños y niñas de tres y cuatro años, obligatorias bajo la ley israelí, y las condiciones son inadecuadas en los centros de educación inicial para niños árabes en todo el país, en especial en el desierto de Neguev, donde se concentran las comunidades árabes beduinas.
En consecuencia, la población infantil que no tiene acceso a la educación inicial presenta más dificultades al ingresar a la escuela primaria.
Maestros y maestras palestinas están en general menos calificados y reciben salarios más bajos que los judíos.
En el área de la educación para niños con discapacidad o dificultades de aprendizaje, la brecha es grande, y muchas familias árabes no envían a sus hijos e hijas discapacitadas a la escuela, afirmó Human Rights Watch.
El contenido curricular también es deficiente. La mayoría de los programas de estudio son traducidos del hebreo y el gobierno hace pocos esfuerzos por brindar materiales de interés a los alumnos palestinos, como literatura o historia de su pueblo.
Como resultado, el contenido de los programas aliena tanto a estudiantes como a maestros palestinos. La situación se agrava con la obligatoriedad de ciertas materias sobre religión judía que los alumnos deben aprobar en sus exámenes de admisión a la Universidad.
Estos factores generan una importante deserción del alumnado palestino, tres veces superior a la judía. Además, los alumnos árabes obtienen calificaciones más bajas.
Las autoridades israelíes arguyen que la brecha obedece a factores culturales y económicos, pero HRW considera que «la discriminación educativa es cíclica y acumulativa».
El informe también denunció manifestaciones de racismo por parte de altos funcionarios de la educación.
Por ejemplo, el director del sistema escolar para niños y niñas de la comunidad beduina, calificó a sus padres como «beduinos sedientos de sangre que cometen poligamia, tienen 30 hijos y siguen expandiendo sus asentamientos ilegales y ocupando tierras estatales», aseguró el documento. (FIN/IPS/tra-en/jl/aa/lp-dc/ed hd/01