La economía de Rusia presenta señales de recuperación tras una década de estancamiento, pero aún hay mucho por hacer para asegurar el desarrollo sustentable, puntualizaron algunos expertos.
El año 2001 fue de éxito, afirmó el 24 de este mes el presidente Vladimir Putin. El ministro de Finanzas, Alexey Kudrin, calculó que el producto interno bruto (PIB) crecerá 5,5 por ciento este año, pero sólo cuatro por ciento en 2002.
Entre las reformas puestas en práctica por el gobierno figuran un impuesto de 13 por ciento sobre los ingresos, nuevos códigos laborales y de propiedad de la tierra y la reestructuración del sistema de pensiones.
Algunas repúblicas ex soviéticas lograron resultados aún mejores. Kazajstán, por ejemplo, tuvo este año un crecimiento de de 10 por ciento, y Ucrania, de siete por ciento.
Todos los sectores de la economía rusa rindieron de modo positivo en 2001, de acuerdo con la viceprimera ministra Valentina Maviyenko. La agricultura creció seis por ciento, a causa de una cosecha excepcional de 83 millones de toneladas de granos.
«Las tendencias positivas de los últimos dos años continuarán en 2002», pronosticó Maviyenko. Y según Putin, el ruso medio estará «feliz» en 2010.
Las autoridades tienen muy buenos augurios de expansión y destacan el aumento de las exportaciones de productos básicos.
Pero algunos expertos advirtieron que cimentar la economía en la exportación de petróleo y gas natural podría empujar a Rusia a un círculo vicioso de crisis de deuda y creciente dependencia de los precios internacionales de sus productos, un fenómeno muy conocido en los países en desarrollo.
Según pronósticos oficiales, el saldo favorable del comercio exterior ruso superará los 40.000 millones de dólares este año, una cantidad baja frente a los 65.000 millones de 2000.
Mientras, las reservas internacionales aumentaron a casi 35.000 millones de dólares, informó el Banco Central. La cantidad señalada es casi el triple de las reservas que Rusia tenía en 1998, cuando declaró la suspensión de pagos y devaluó el rublo.
La salud financiera mejoró sustancialmente desde la crisis de 1998, en gran parte debido a un aumento de los precios de los productos de exportación.
Otro posible desafío a la sustentabilidad del desarrollo de Rusia es la deuda de 150.000 millones de dólares que mantiene ante gobiernos occidentales, bancos, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La deuda pública representa casi cuatro quintos del PIB, o 1.000 dólares por habitante. Cerca de dos tercios de la deuda es herencia de la Unión Soviética, disuelta en 1991, pero Moscú se comprometió a pagarla.
Tras el colapso económico de 1998, algunos altos funcionarios, entre ellos el entonces ministro de Finanzas Boris Fyodorov, invitaron al ex ministro de Economía argentino Domingo Cavallo, para que les aconsejara sobre posibles formas de atender el servicio de la deuda pública.
Pero Moscú no siguió las sugerencias de Cavallo de creación de una caja de conversión monetaria, al estilo de la que todavía mantiene Argentina y que supone un sistema de cambio fijo con suficientes reservas internacionales para respaldar la moneda.
Ahora, las autoridades se enorgullecen de haber evitado el riesgo de una crisis como la que atraviesa Argentina, donde saqueos y manifestaciones de protesta determinaron el jueves de la semana pasada la renuncia del presidente Fernando de la Rúa y la rotación de partidos en el poder
Un día antes de dimitir, De la Rúa aceptó la renuncia de Cavallo, quien cumplía un segundo período al frente al Ministerio de Economía. El presidente interino Adolfo Rodríguez Saá anunció el domingo la suspensión de los pagos de una deuda pública de 132.000 millones de dólares.
Tanto la crisis de 1998 en Rusia como el colapso económico de Argentina fueron causados por programas de ajuste estructural impulsados por el FMI, opinó Mijail Margelov, miembro de la cámara alta del parlamento ruso.
Margelov destacó que Rusia ha evitado el aumento de su endeudamiento, y el primer ministro Mijail Kasyanov aseguró que este país no seguirá el dramático destino de Argentina.
Rusia alberga grandes riquezas naturales. Es el primer productor y exportador mundial de gas natural, con una producción de 550.000 millones de metros cúbicos al año, de los que vende al exterior más de 200.000 millones de metros cúbicos.
Además, es uno de los principales productores de petróleo, con unos siete millones de barriles de 159 litros por día. Sus reservas de crudo alcanzan 12.000 millones de toneladas.
Gran parte de la industria petrolera y de metales fueron vendidas a precio ínfimo a magnates canalizaron sus utilidades a través de centros financieros offshore, en lugar de invertirlas en la producción.
Economistas estiman que las corporaciones petroleras invierten dentro del país menos de un tercio de sus ganancias, mientras el resto permanece fuera de fronteras.
A pesar del alentador panorama macroeconómico que anuncian las autoridades, algunas campanas de advertencia se hicieron oír cuando el precio del crudo cayó por debajo de los 20 dólares el barril.
Mijail Delyagin, presidente del Instituto de Problemas de la Globalización, de Moscú, observó que, en caso de continuar la desaceleración económica prevista para 2002, el rublo podría ser devaluado entre 2003 y 2005.
Una nueva crisis económica podría convertir a Rusia en un estado policiaco, advirtió Delyagin. (FIN/IPS/tra-en/sb/mn/lp- ff/if/01