El primer ministro de Japón, Junichiro Koizumi, aprovecha un momento de alto respaldo popular para impulsar una serie de reformas radicales contra la recesión, dirigidas también a acabar con tradiciones como el intercambio de favores políticos y la excesiva burocracia.
Con la promesa de «reformas estructurales sin vacas sagradas», Koizumi inició la privatización o el desmantelamiento de 157 agencias gubernamentales, en un proceso que afectará directamente a la arraigada cultura política japonesa.
Las medidas incluyen la privatización de la poderosa Corporación Pública de Carreteras, empresa estatal creada en 1956 y considerada un símbolo del poder del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD).
La Corporación, encargada de la construcción y administración de carreteras y cabinas de peaje, recibe del gobierno 2.700 millones de dólares al año.
Según Koiichi Ishiyama, comentarista político del diario Daily Yomuiri, legisladores japoneses han favorecido durante décadas la construcción de carreteras en sus distritos electorales.
El sistema se instaló tras la fundación del PLD, hace más de 40 años, y se basa sobre los favores intercambiados entre políticos del partido y prósperas empresas que operan en los distritos electorales.
La construcción de redes viales y puentes, incluso cuando son innecesarios o no dejan ganancia, permitió al gobierno brindar puestos de trabajo y dinero a grandes empresas a cambio de sus votos, dijo Ishiyama.
Este intercambio de favores llevó a la Corporación Pública de Carreteras a contraer deudas que ascienden a 250.000 millones de dólares. En un intento por sobrevivir, ejecutivos de la empresa estatal diseñaron, con el respaldo de algunos destacados políticos, un plan de pagos a 50 años.
Pero Koizumi tiene un plan diferente. El carismático político anunció este mes medidas para recortar 10 por ciento de las obras públicas y revisar la tasa de ganancias de la construcción de carreteras.
«Según el primer ministro, deben desaparecer todas las organizaciones que se tragan el dinero. Esto implica que está atacando el corazón del sistema japonés», dijo Ishiyama.
La batalla de Koizumi contra las «fuerzas resistentes de la vieja guardia del PDL» tiene el objetivo de «ingresar en una segunda fase», comentó el también analista político Keizo Nabeshima.
Las reformas propuestas procuran la sustitución de la vieja «política de coordinación» por un nuevo enfoque que aumente su control de la burocracia, sostuvo Nabeshima.
Koizumi se enfrenta con la oposición de veteranos dirigentes del PDL, pero cuenta una alta popularidad. Una encuesta de la cadena de noticias Kyodo News presentada el 6 de diciembre indicó que la gestión del primer ministro cuenta con la aprobación de casi 80 por ciento de los entrevistados.
La simpatía popular confirma a Koizumi que su llamado a la nación para compartir el «dolor» de la reestructuración dio en el blanco. Con tan alto respaldo de la opinión pública, el PDL no está en condiciones de ir contra las reformas.
Algunos economistas creen que el aumento de la deuda pública japonesa, que asciende a 136 por ciento de su producto interno bruto (PIB), sensibilizó a la población sobre la necesidad de reformas profundas.
El gobierno anunció la semana pasada que Japón ingresó en la tercera recesión en una década.
En el trimestre finalizado en septiembre, el PIB cayó 0,5 por ciento, anunciaron las autoridades, y además rectificaron la cifra de caída económica del trimestre anterior, calculada antes en 0,7 por ciento, para indicar que en realidad fue de 1,2 por ciento del PIB.
Los bonos japoneses, que solían ser de los más cotizados en el mundo, han perdido gran parte de su valor, según la agencia Moody's Investor.
Para frenar la creciente deuda, considerada un gran obstáculo para la recuperación económica, Koizumi ordenó una nueva emisión de bonos por 241.740 millones de dólares.
El gobierno pronostica una escasa recuperación económica hasta octubre de 2002 y se prepara para un año difícil.
«Espero que las reformas se apliquen rápidamente, antes de que los daños se hayan extendido demasiado. Sólo la recuperación será considerada un éxito», dijo el profesor Motoshige Ito, de la Universidad de Tokio. (FIN/IPS/tra-en/sk/js/lp-mj/ip if/01