El retiro de Estados Unidos del Tratado de Misiles Antibalísticos (ABM), anunciado este jueves, constituye la mayor victoria del unilateralismo en el gobierno de George W. Bush, y podría disparar una nueva carrera de armas estratégicas.
El abandono del ABM se presenta como la derrota más visible de las figuras multilateralistas de Washington, encabezadas por el secretario de Estado (canciller) Colin Powell.
El anuncio del presidente Bush prepara el terreno para el despliegue de su anhelado escudo misilístico, o sistema nacional de defensa con misiles.
Liquidar el tratado ABM, firmado en 1972 por Estados Unidos y la entonces Unión Soviética, fue una prioridad de la extrema derecha, que intentó inclusive boicotearlo mientras el presidente Richard Nixon (1969-1974) lo negociaba con Moscú.
El tratado ABM se basó en el principio de la disuasión nuclear, según la cual un país se abstendrá de usar sus armas nucleares si sabe que el estado blanco de su ataque contestará con las propias.
Por otra parte, la decisión se suma a una serie de medidas unilateralistas adoptadas desde la llegada de Bush al poder, hace 11 meses, como el rechazo del Protocolo de Kyoto sobre Cambio Climático y de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Armas Pequeñas.
«El presidente Bush hace bien su papel de Scrooge», personaje misántropo y avaricioso de un cuento de Charles Dickens, dijo John Isaacs, presidente del Consejo para un Mundo Habitable.
«Cuando necesitemos la colaboración internacional para combatir al terrorismo, poner en marcha sanciones contra países que violan el derecho internacional, evitar la degradación ambiental o limitar el flujo de refugiados, el resto del mundo bien podrá darnos la espalda», sostuvo.
La medida no sorprendió. El sistema de defensa con misiles fue una de las principales promesas electorales de Bush, quien ya en el gobierno aprovechó muchas ocasiones para reiterar su voluntad de persistir en el proyecto, con o sin la aceptación de Rusia y otras potencias.
Cuando Bush y su par de Rusia, Vladimir Putin, no lograron, en su cumbre del mes pasado, un acuerdo para modificar el ABM de modo que permitiera a Washington implementar el sistema de defensa, funcionarios estadounidenses advirtieron que el proyecto seguiría adelante.
El último intento de Powell, quien viajó la semana pasada a Moscú para negociar un acuerdo, resultó infructuoso. El secretario siempre fue escéptico sobre la eficacia de un sistema de defensa misilístico nacional.
«El tratado ABM entorpece la capacidad del gobierno para desarrollar formas de proteger a nuestro pueblo de futuros ataques misilísticos de terroristas o de estados renegados», afirmó el presidente, flanqueado por Powell, en una breve aparición en los jardines de la Casa Blanca.
«Defender al pueblo estadounidense es mi prioridad como comandante en jefe y no permitiré que Estados Unidos permanezca en un tratado que nos impide desarrollar defensas efectivas», declaró Bush.
Los defensores del proyecto decidieron moverse rápido para aprovechar la favorable opinión del público hacia Bush y su plan, luego de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.
Según las últimas encuestas el respaldo al sistema misilístico — aún lejos de la capacidad tecnológica del Departamento (ministerio) de Defensa— aumentó de 14 por ciento en el pasado verano boreal a 50 por ciento, luego de los atentados. El crecimiento fue más notorio entre las mujeres.
«Esta es una maniobra política bien calculada», comentó un asesor legislativo del opositor Partido Demócrata, contrario al proyecto.
Otros, sin embargo, estiman que Washington puede afrontar serios problemas con sus aliados en la campaña antiterrorista, en especial con Rusia y China.
«Pese a la buena voluntad manifestada hacia Estados Unidos, el país mantiene la estrechez de miras sobre sus propios intereses, e ignora las legítimas necesidades de seguridad de sus aliados», sostuvo Peter Scoblic, editor de la publicación mensual Arms Control Today, de la Asociación de Control de Armas.
Rusia y China podrían retacear su respaldo a la campaña antiterrorista de Washington, e inclusive responder con el desarrollo de sus propios arsenales nucleares.
Ambos países también podrían bloquear los intentos multilaterales para evitar la proliferación nuclear de aquellos «estados renegados» de los cuales Bush pretende defenderse.
Este análisis es compartido por las agencias nacionales de inteligencia.
De acuerdo con un informe de inteligencia de 2000, el abandono del tratado ABM y el despliegue de un sistema nacional con misiles impulsarán la expansión del arsenal estratégico de Beijing —unos 24 misiles intercontinentales— a volúmenes que superarían cualquier sistema que Washington construya con la tecnología existente o próxima.
Pero, más grave aún, un rearme de China desatará la carrera armamentística en Asia sudoriental, e inclusive en Medio Oriente y Rusia, según el informe de inteligencia.
«El abandono unilateral puede conducir a un ciclo de acción- reacción en técnicas ofensivas y defensivas, y ese tipo de carrera no nos hará más seguros», sostuvo esta semana Carl Levin, presidente del Comité Senaturial de Servicios Armados, al diario Los Angeles Times.
Este efecto negativo puede reproducirse en Moscú y entre los aliados europeos. «Los rusos empezábamos a creer en una alianza estratégica con Estados Unidos», pero Washington «ha probado que hace lo quiere y cuando quiere, sin tomar en cuenta nuestra opinión», sostuvo un ex embajador de Rusia, y actual experto en política exterior de la Duma (cámara baja legislativa).
«El tratado ABM permite completar las pruebas del sistema terrestre de trayectoria media, la pieza central del programa de defensa con misiles. Otros tipos de defensa misilística aún están en estadios de investigación tempranos», por lo cual «no hay razones técnicas que obliguen a realizar ensayos violatorios del tratado», sostuvo la Unión de Científicos Preocupados.
«Los ideólogos del gobierno, los mismos que la semana pasada ayudaron a precipitar el fracaso de una conferencia para profundizar la Convención sobre Armas Biológicas, ganó otra batalla contra el control de armas, y para permitir que el país actúe en contra de las opiniones del resto del mundo», concluyó Isaacs, del Consejo para un Mundo Habitable. (FIN/IPS/tra- eng/jl/aa/dc/ip/01