Ambientalistas de todo el mundo acusaron a Estados Unidos y Argentina, dos grandes exportadores agrícolas, de intimidar a pequeños países que prohibieron o se proponen prohibir la importación de organismos transgénicos.
Bolivia, Croacia y Sri Lanka, que adoptaron o anuncian normas estrictas sobre productos alimenticios manipulados genéticamente, han enfrentado crecientes presiones, según grupos ambientalistas de esos países.
La organización Amigos de la Tierra/Internacional publicó esta semana en Internet varios documentos gubernamentales que respaldan al parecer esas acusaciones.
El Departamento de Estado y la embajada de Argentina en Washington se negaron a comentar el asunto.
Bolivia y Sri Lanka también mantienen silencio oficial sobre la cuestión, pero Croacia, al menos, reconoció que en noviembre recibió una carta de la embajada estadounidense referente a su propuesta de prohibición de organismos transgénicos.
El ministro croata de Protección Ambiental, Bozo Kovacevic, declaró a la Hina-Croatian News Agency que la carta no fue una solicitud ni un ultimátum, pero dijo que no respondería porque no se trataba de un documento oficial.
El grupo ambientalista croata Acción Verde obtuvo la carta enviada en noviembre al Ministerio de Protección Ambiental. El documento advertía que Croacia podría violar las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) si prohibiese los alimentos transgénicos.
«Si se concreta esa prohibición, el gobierno de Estados Unidos deberá considerar sus derechos en el marco de la OMC», advertía la carta.
Además, el documento establecía que el marco regulatorio y las políticas de control de Estados Unidos eran adecuados para garantizar la seguridad de los productos transgénicos para el consumo humano y animal, una afirmación discutida por organizaciones ambientalistas estadounidenses.
«Es indignante que Estados Unidos interfiera con nuestras políticas imponiéndonos sus prioridades comerciales por encima de los esfuerzos de protección del ambiente y la salud», manifestó Damjan Bogdanovic, de Acción Verde.
La Unión Europea prohibió los alimentos con organismos transgénicos en 1999, señaló Bogdanovic, y dijo no entender por qué Croacia no podía hacer lo mismo.
La presión de Estados Unidos sobre otros países que han decidido restringir las importaciones de transgénicos forma parte de una tendencia, afirmaron grupos ambientalistas.
Weyland Beeghly, un funcionario de la embajada de Estados Unidos en India, dijo en mayo en Sri Lanka que su gobierno podría presentar una queja ante la OMC por la prohibición de cultivos transgénicos en India.
Sri Lanka también elaboró un proyecto de prohibición de productos transgénicos que entraría en vigor en septiembre, pero la medida fue postergada indefinidamente debido a la presión de Estados Unidos, sostuvo Larry Bohlen, director de programas de salud y ambiente de Amigos de la Tierra/Estados Unidos.
«La promoción de los productos transgénicos por parte de Estados Unidos es tan agresiva que trata de derogar leyes de otros países», dijo.
En agosto, unos 200 grupos de la sociedad civil de todo el mundo enviaron una carta de protesta a funcionarios de comercio de Estados Unidos, citando varias instancias de presión sobre Sri Lanka y Tailandia.
Pero no sólo Estados Unidos es el que ejerce presión. Argentina y su poderoso sector agrícola han pedido a Bolivia que derogue su prohibición de importaciones de productos transgénicos, según un documento gubernamental confidencial obtenido por Fobomade, un grupo ambientalista boliviano.
Bolivia adoptó la prohibición en enero por un año. El gobierno se proponía extender la prohibición y convertirla en «decreto supremo», que le daría plena fuerza de ley, pero en octubre revocó la medida sin notificar al público, observó Fobomade.
«Es indignante que un pequeño país como el nuestro sea obligado a aceptar alimentos modificados genéticamente pese a la oposición pública», dijo María Luisa Ramos, activista de Fobomade.
Un memorando enviado por la misión boliviana en Ginebra al canciller boliviano el 12 de junio expresaba preocupación porque Argentina pudiera impugnar con éxito la prohibición ante la OMC.
«La situación es muy delicada, porque… nuestro país carece de justificaciones sólidas que respalden la medida adoptada», decía el documento, calificado como «confidencial y muy urgente».
El documento afirmaba que las compañías argentinas productoras de soja estaban por detrás de la campaña de presión, porque exportan millones de dólares en productos de soja genéticamente modificados. (FIN/IPS/tra-en/dk/cr/mlm/en/01