(Arte y Cultura) CUBA: 2002, Año Lam para la cultura

Wifredo Lam, considerado el más trascendente y universal de los pintores cubanos, recibirá el homenaje de sus compatriotas y de los amantes del arte genuino en el mundo en 2002, cuando se cumpla el centenario de su natalicio.

A los actos culturales programados en Cuba, iniciados este mes con la inauguración de una muestra del artista, se le sumó el anuncio de la celebración del Año Lam, declarado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

«Estamos cumpliendo una aspiración de hace muchos años de contar sistemáticamente en esta casa con obras del maestro», señaló Hilda María Rodríguez, directora del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, de La Habana.

Esa institución, surgida a comienzos de la década del 80 y cuya sede se encuentra a un lado de la Plaza de la Catedral, en el corazón del casco histórico habanero, había padecido desde entonces la ausencia de obras del autor de «Tercer Mundo» (1966).

Sin embargo, desde el 8 de este mes se puede visitar en ese centro la exposición «Wifredo Lam, Imágenes desde el Grabado», que incluye 22 piezas provenientes del Museo Nacional de Bellas Artes y de la colección privada de Juan Castillo Vázquez, sobrino nieto del pintor.

«Son obras que tienen cierto número de reproducciones, en algunos casos limitadas, en otros un poco mayor, pero que abarcan un rango grande de la creación de Lam, por lo cual su valor es incalculable», dijo Castillo Vázquez.

Las piezas expuestas fueron realizadas entre los años 40 y 70 y su valor va de los 90.000 a 200.000 dólares, «según las fluctuaciones del mercado internacional de arte», indicó el curador José Manuel Noceda.

Este experto, que lleva más de 15 años de investigación de la obra de Lam, resaltó la presencia en la colección de «Quetzal», una pieza de 1947, «que podríamos considerar el primer grabado independiente del artista cubano».

Noceda añadió que la muestra «en modo alguno tiene un tono menor», aunque se trate de grabados y no de lienzos, pues justo esta manera de expresión fue «el elemento esencial de la obra de Lam y la que trabajó con mayor rigor después de la pintura y el dibujo».

El grabado «acompañó las variaciones estilísticas que tipificaron el quehacer más fecundo de Lam de 1950 en adelante», explicó Noceda, quien sitúa a este artista entre los precursores de la modernidad en América Latina y «uno de sus grandes grabadores».

Lam nació el 8 de diciembre de 1902 en la localidad de Sagua la Grande, a unos 300 kilómetros de La Habana, hijo de un emigrante chino y de una descendiente de esclavos africanos.

En 1923 dejó la academia cubana de San Alejandro y viajó a España, donde vivió hasta 1938. En esos años pinta cuadros que transitan el realismo, el cubismo y el surrealismo, además de involucrarse en los conflictos políticos para terminar uniéndose a los republicanos en la guerra civil española (1936-1939).

El pintor cubano llegó a París por primera vez el 22 de mayo de 1938, con una carta de presentación para el notable colega español Pablo Picasso, quine se encargó de ponerlo en contacto con la vanguardia del arte, entre ellos Henri Matisse, Fernand Leger, Joan Miro y Benjamin Peret.

A poco de exponer sus cuadros por primera vez en la capital francesa se declara la segunda guerra mundial, por lo cual se trasladó a Marsella, donde desarrolló vínculos muy fuertes con el grupo surrealista que integraba André Breton.

Lam volvió a Cuba en 1941 y ese reencuentro con su país natal tuvo un impacto de inmediato en su obra. Estudiosos de arte sostienen que en esa época desarrolló un lenguaje formal propio para reflejar el paisaje de la isla y sus tradiciones afrocubanas.

El resultado de ese encuentro fue el paralelo en la pintura del «realismo mágico» que llevara luego a la literatura su contemporáneo y compatriota Alejo Carpentier.

Como exponente de esa magia aparece «La Jungla», una mezcla de elementos naturales y eróticos en la que logra una gran capacidad de sugestión y que fuera adquirida en 1944 por el Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York.

Precisamente, «La Jungla» es la gran ausente de la amplia colección de Lam del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, que dedica una sala permanente a la obra «lamiana», con piezas como «La Silla» (1943) y «Mujer Sebtada» (1949).

Se exhibe también «Huracán» (1945), que los estudiosos señalan que es poco conocida, pero clásica, y de un valor extraordinario por la manera en que fusiona los elementos vivientes en un mundo mítico creado por el pintor.

Lam ganó el primer premio del Salón Nacional de Cuba, realizado en 1951, y un año después regresó a París, donde vivió hasta su muerte en 1982, realizando esporádicas visitas a su país para participar en exposiciones, rodajes de películas y homenajes.

Las actividades por el centenario del nacimiento de Lam incluirán una exposición fotográfica, un panel sobre «el concepto de transculturación y la obra de Wifredo Lam», una exposición con aportes de instituciones extranjeras y la inauguración de un monumento en La Habana.

En el comité gestor del programa del Centenario en Cuba aparecen como miembros de honor la viuda de Lam, Lou Laurin, y su hijo Eskil, con los que según las autoridades culturales del país hay un acercamiento tras «una década de silencio por ambas partes». (FIN/IPS/da/dm/cr/01

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