ARGENTINA: Crisis institucional se devora otro presidente

La crisis institucional de Argentina puso fin en la noche del domingo los siete días del gobierno encabezado por Adolfo Rodríguez Saá, quien responsabilizó a gobernadores provinciales de su propio partido de retacearles su apoyo.

Tras el fracaso de una reunión a la que asistieron solo seis de los 14 gobernadores del Partido Justicialista convocados, Rodríguez Saá, que había asumido para gobernar tres meses hasta la investidura de un sucesor elegido en las urnas, presentó su renuncia ôindeclinableö y devolvió el cargo al presidente del Senado, Ramón Puerta.

Pero Puerta, primero en la línea de sucesión presidencial, también renunció al cargo, aduciendo razones de salud. Rodríguez Saá deberá seguir a cargo del gobierno hasta que la Asamblea Legislativa elija un sucesor, explicó el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Carlos Ruckauf.

El segundo en la línea es el presidente de la Cámara de Representantes, Eduardo Caamaño, y el tercero es Julio Nazareno, presidente de la Corte Suprema de Justicia, órgano cuyos miembros fueron objeto de pedidos de renuncia en las últimas manifestaciones masivas.

ôSalvo cinco gobernadores (los de Buenos Aires, San Luis, Formosa, Misiones, Salta y La Rioja), los demás me quitaron el apoyo, especialmente el gobernador de Córdobaö, José Manuel de la Sota, dijo Rodríguez Saá en un discurso difundido por cadena de radio y televisión desde San Luis, su provincia, y concluido a las 11.09 hora local (0209 GMT) de este domingo.

De la Sota era uno de los justicialistas se habían lanzado como candidato presidencial para los comicios previstos, en principio, para marzo.

El gobernador de la central provincia de Córdoba replicó, entrevistado por el canal de televisión para abonados TodoNoticias pocos minutos después de la renuncia, que Rodríguez Saá ônunca consultóö a los gobernadores sobre los que intentó ôdescargar responsabilidadesö en su discurso de dimisión, antes de citarlos a la reunión de este domingo.

De la Sota dijo que él solo defendía ôel derecho a elegir por sobre los arreglos hechos entre políticosö y que no había querido influir en las decisiones del presidente. Este mismo domingo le había comunicado, por teléfono, su apoyo, aseguró.

ôYo he sido el que más ha insistido en pasar del cacerolazo (expresión de protesta popular) a las eleccionesö, agregó De la Sota, único de los gobernadores ausentes aludidos por Rodríguez Saá al renunciar.

ôIndudablementeö, esta nueva situación perjudica al Partido Justicialista, que ôno estaba preparado para asumirö el gobierno tras la renuncia de Fernando de la Rúa, de la Unión Cívica Radical, el 21 de diciembre, sostuvo el gobernador de Córdoba.

De la Sota recomendó que haya elecciones ôcuanto antes mejorö para explicar que ôno hay salida sin costosö.

En contraste, Ruckauf, el único gobernador aspirante a la presidencia que asistió a la reunión citada por Rodríguez Saá, propone la constitución de un gobierno de unidad nacional hasta 2003, que complete el periodo iniciado en diciembre de 1999 por De la Rúa.

Rodríguez Saá, que gobernó 18 años ininterrumpidamente la central provincia de San Luis hasta que asumió la presidencia interina por siete días, había sido propuesto por los mandatarios provinciales justicialistas para que administrara el país hasta las elecciones previstas para el 3 de marzo.

Pero la puja por el poder, sumada a la crisis social y económica, erosionaron muy rápidamente su figura.

Rodríguez Saá dijo también que ômuchos legisladores creen que primero están sus prebendas, a pesar de que tienen escasa legitimidad. Esta actitud de mezquindad y retaceo no me deja más alternativa que la renuncia indeclinable ante la asamblea legislativa desde este mismo instanteö, enfatizó.

La dimisión, que se produce 10 días después de la renuncia de De la Rúa, se precipitó tras una protesta espontánea la noche del viernes en que miles de vecinos de la ciudad de Buenos Aires golpearon cacerolas frente a la sede del gobierno y del Congreso legislativo para reclamaron la renuncia de dirigentes acusados de corruptos.

Un grupo de manifestantes forzó las puertas del edificio parlamentario, rompió vidrios, quemó parte del mobiliario y lanzó por las escalinatas del frente sillones, paneles y bustos de ex mandatarios.

En su discurso de renuncia, Rodríguez Saá enumeró las acciones emprendidas en una semana de gobierno, y dijo que se le exigió lo que no se hizo en los últimos 30 años.

El renunciante también acusó a ôlos lobos que andan sueltos, los lobbies, que no entendieron la esencia de los nuevos tiempos y pretenden mantener los privilegios de la vieja Argentinaö.

ôNo voy a ser el presidente de la continuidad de esa vieja Argentina ni de la represión al pueblo. Pretendí ser el iniciador de un cambio y estoy seguro de haberlo logradoö, agregó.

Con fallas en la transmisión desde la provincia de San Luis, el discurso de Rodríguez Saá comenzó con la iniciativa que había presentado a los gobernadores para un presupuesto equilibrado que contemplaría pagar 100 por ciento de salarios y jubilaciones.

Así mismo, recordó que durante su breve paso por el gobierno anunció la suspensión de pagos de la deuda externa, una cuestión que consideró como ôun enorme beneficio económico y social para el paísö del que ônadie podrá volver atrásö.

ôA pesar de que se intentó transmitir lo contrarioö, el país afianzó en sus siete días al frente del gobierno los lazos con Estados Unidos, la Unión Europea y el Mercosur, así como también con las provincias de todos los signos políticos e incluso con la ciudad de Buenos Aires, gobernada por la oposición.

Destacó que comenzó un proceso de inclusión social ôde todos los marginados de un sistema perversoö en alusión a su convocatoria a organizaciones de derechos humanos, de desempleados, sindicalistas, industriales, y otros dirigentes.

Recordó que había ordenado bajar los salarios de los funcionarios del Poder Ejecutivo y que inició un plan de creación de empleos para un millón de desocupados, de cual ya se generaron, dijo, 230.000 plazas.

También subrayó que en la protesta realizada el viernes frente a la sede de la Presidencia no hubo una represión policial como la que se registró durante la manifestación del jueves 20, antes de la renuncia de De la Rúa, cuando siete manifestantes murieron por las balas de los uniformados.

Ahora, la asamblea legislativa deberá volver a designar a un presidente que se haga cargo del país y convoque a elecciones. (FIN/IPS/mv/mj/ip/01)

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