AFGANISTAN: Asamblea de mujeres pide participación

Más de 700 afganas celebraron en Pakistán una «jirga» (tradicional asamblea de líderes), la primera de mujeres en la historia, para pedir que la próxima constitución garantice igualdad de género.

En esa reunión, realizada el jueves en la septentrional ciudad pakistaní de Peshawar, se trataron las principales cuestiones que afronta el actual gobierno afgano interino, entre ellas el cronograma de retirada de tropas estadounidenses y despliegue de fuerzas de mantenimiento de la paz de la Organización de las Naciones Unidas.

La «jirga» de mujeres, organizada por refugiadas afganas en Pakistán con apoyo del Grupo Legal Internacional por los Derechos Humanos y de la organización pakistaní de mujeres Fundación Aurat, sentó un precedente para similares asambleas en territorio afgano.

«Estamos aquí para expresar nuestras quejas y buscar un mejor lugar en el la futura institucionalidad de nuestro país, devastado por 23 años de guerra e interferencia de potencias externas», dijo Malali Salimi, del Consejo de Mujeres Afganas, una de las organizaciones participantes en la reunión.

Otros grupos representados fueron la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán y organizaciones de refugiadas de Islamabad, Peshawar y la sudoccidental ciudad pakistaní de Quetta.

La «jirga» fue presidida por Shafiqa Siraj, hermana del ex rey afgano Amanullah Khan (1919-1929), en analogía con la decisión de que otro ex monarca, Zahir Shah, presida una «loya girga» (gran asamblea), adoptada el 5 de diciembre en Bonn por la conferencia de facciones afganas que acordó crear el gobierno interino.

Las mujeres afganas nunca tuvieron una oportunidad de incidir en la toma de decisiones para su país, y cuando se permitió participar a dos en la «loya girga» de 1997, su papel fue sólo simbólico, señaló la activista Saira Sharif.

Los participantes en los últimos encuentros internacionales sobre la cuestión afgana enfatizaron la necesidad de proteger los derechos humanos, y es necesario que esa intención se haga realidad, sostuvo en Peshawar Fatana Gilani, de la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán.

La activista pakistaní Nikhat Saeed expresó su pesar por el hecho de que sucesivos gobiernos del país hayan intervenido en asuntos internos de Afganistán, en vez de permitir que el pueblo afgano se autogobernara, y su esperanza de que las afganas desempeñen un papel importante en la reconstrucción de su nación.

Muchas participantes advirtieron sobre el riesgo de que intereses de grupos étnicos, lingüísticos o regionales afganos pongan en peligro el proceso de reconstrucción nacional.

Los pashtun o patanes, los tajikos, los uzbekos, los hazaras y otras comunidades son partes indispensables de la nación afgana, y el bienestar de todos ellos, en condiciones de equidad, es necesario para el desarrollo del país, enfatizaron.

La «jirga» condenó por unanimidad la intervención de otros países en conflictos afganos, en especial mediante la provisión de armas a diversas facciones, e instó a la comunidad internacional a tomar cartas en el asunto.

También dio la bienvenida al despliegue en Afganistán de fuerzas multinacionales de mantenimiento de la paz, y demandó la inmediata retirada de ese país los soldados estadounidenses.

Antes de la realización de la reunión de Peshawar, el presidente del gobierno afgano interino, Hamid Karzai, había pedido la permanencia en Afganistán de las tropas estadounidenses hasta la derrota de «todos los terroristas» presentes en ese país.

Se calcula que las mujeres son casi la mitad de la población de Afganistán, de unos 25 millones de personas en total, y la condición social y económica femenina en ese país es miserable.

La alfabetización de mujeres es menos de 15 por ciento, y sólo tres por ciento de las niñas asisten a la escuela. Eso se debe a décadas de conflictos y al régimen impuesto desde 1996 hasta este año por el movimiento Talibán, fundamentalista islámico, que controlaba la mayor parte del territorio afgano.

Unas 15.000 afganas mueren cada año por causas relacionadas con el embarazo, o sea unas 41 por día, y la mortalidad materna es 7.000 por cada 100.000 nacimientos.

En los últimos meses, los participantes en reuniones internacionales sobre la situación de Afganistán realizadas en Bruselas, Islamabad, Tokio y Washington destacaron la necesidad de que las mujeres estén representadas en las instituciones que procuren la reconstrucción de ese país.

El acuerdo de Bonn incluyó la designación de dos mujeres en la autoridad interina de 29 integrantes presidida por Karzai.

Sima Samar, vicepresidenta y ministra de Asuntos de la Mujer, y Suhaila Sidiq, ministra de Salud, son las dos primeras mujeres que ocupan cargos en el gabinete ministerial afgano desde el derrocamiento en 1992 del régimen comunista encabezado por Mohammed Najibullah.

Una Comisión Especial Independiente organizará la «loya girga», y entre los cometidos que le asignó la conferencia de Bonn está el de «prestar la debida atención a que un significativo número de mujeres» participe en esa asamblea.

El fin de la era del Talibán y el énfasis en la necesidad de la participación de la mujer ha dado paso a nuevas iniciativas, entre ellas el lanzamiento en Kabul del semanario Seerat (Actitud), dirigido por tres mujeres.

«Llamamos a las mujeres a reclamar que les devuelvan sus derechos y a expresarse», dijo Mari, una de las directoras de ese periódico. (FIN/IPS/tra-eng/ni/js/mp/ip hd/01

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