Cuatro facciones de Afganistán acordaron este miércoles en Alemania la composición de un gobierno interino que asumirá el 22 de este mes, mientras los donantes reunidos en Berlín consideraban la ayuda para reconstruir el devastado país.
Los delegados de la Alianza del Norte, el grupo de Roma, del depuesto rey Zahir Shah, el grupo de Chipre, respaldado por Irán, y el Frente de Peshawar, con sede en Pakistán, resolvieron solicitar el despliegue una fuerza de paz de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en Kabul y sus zonas aledañas.
La Autoridad Interina de 30 miembros será presidida por el comandante y líder patán (pashtun) Hamid Karzai, quien se encuentra combatiendo a las fuerzas del acorralado movimiento Talibán en la meridional ciudad afgana de Kandahar.
El acuerdo alcanzado en Bonn tras nueve días de deliberaciones auspicidas por la ONU, prevé la creación de un Banco Central, una Corte Suprema y una comisión especial independiente, encargada de convocar a una loya jirga (asamblea tradicional) en un plazo de seis meses.
Once de los 30 miembros del gobierno interino pertenecen a la mayoritaria etnia patán, ocho son tajikos, cinco hazaras y tres uzbekos.
La Alianza del Norte, que controla Kabul y la mayor parte del país, ocupará los ministerios de Interior, Defensa y Asuntos Exteriores y podrá ostentar hasta 17 cargos del gobierno.
El grupo de Roma, que representa al rey Zahir Shah, derrocado en 1973, controlará al menos ocho carteras, entre ellas las de Economía, Educación y Reconstrucción.
El gobierno contará con la participación de dos mujeres. Una de ellas, Sima Samir, será una de los cinco vicepresidentes de Karzai.
Este cuerpo gobernará durante un plazo de seis meses, durante los cuales la loya jirga deberá nombrar una Autoridad Transitoria por un periodo de dos años. En ese plazo deberá redactarse una constitución y convocarse a la elección de un gobierno representativo.
«La ONU y toda la comunidad internacional experimenta una gran esperanza por la firma de este acuerdo», afirmó Lakhdar Brahimi, enviado especial del secretario general del foro mundial, Kofi Annan.
El nuevo gobierno carga con «una gran responsabilidad» y los ojos del mundo estarán sobre él, advirtió Brahimi.
«Deben dedicarse a promover la reconciliación nacional, proteger los derechos humanos y alentar las buenas relaciones con los vecinos. Deben servir a vuestro pueblo con una conducta democrática y transparente», agregó.
El funcionario reconoció que el gobierno interino representa sólo a una parte de la sociedad afgana.
«Sabemos que es una representación imperfecta pero hay que empezar por algo y éste es un importante primer paso hacia la instalación de un gobierno de base amplia, multiétnico y respetuoso de la igualdad de género», afirmó el portavoz de la ONU, Ahmad Fawzi.
El éxito de las conversaciones habilitará la urgente ayuda de los donantes occidentales al país destruido por 22 años de guerra y una prolongada sequía, y aún blanco de los bombardeos que Estados Unidos inició el 7 de octubre.
Mientras culminaba el acuerdo en Bonn, el Grupo de Apoyo a Afganistan ponía en marcha un encuentro de dos días en Berlín, con la participación de delegados de 15 países, organizaciones internacionales, la Unión Europea y la sociedad civil.
El gobierno de Alemania, que ocupa la presidencia del Grupo de Apoyo, advirtió a los delegados afganos reunidos en Bonn que la ayuda internacional dependía de la formación del gobierno interino.
«Hagamos todo lo posible para ayudar a la población de Afganistán en el difícil trecho que nos espera», dijo el ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, Joschka Fischer, al inaugurar la conferencia de donantes.
«Qué diferentes son ahora las perspectivas. Afganistán y su sufrido pueblo se encuentran en una coyuntura histórica tras 22 años de guerra y opresión. Con el acuerdo, hay una posibilidad real de un futuro de paz y estabilidad», sostuvo Fischer.
La responsabilidad de los facciones afganas «no termina con la firma del acuerdo, sino que se extiende a la implementación de las decisiones en su país. Ese es el enorme desafío», agregó.
La prioridad es crear un entorno seguro para los afganos y para quienes distribuyen la asistencia, dijo el subsecretario de ayuda humanitaria de la ONU, Kenzo Oshima.
La asistencia ya comenzó en Kabul y se extenderá a las zonas cercanas, pero sin seguridad será imposible llegar a millones de personas necesitadas, dijo Oshima.
Desde que el movimiento Talibán abandondó Kabul, el 13 de noviembre, el país no tiene gobierno.
La Alianza del Norte controla buena parte del territorio, el Talibán permanece en Kandahar, asediado por las bombas de Estados Unidos y Gran Bretaña y por grupos armados patanes, mientras en algunas zonas se despliega un número no definido de tropas estadounidenses y británicas.
En áreas del oeste y el norte la inseguridad impide el acceso de los cargamentos de alimentos y medicinas.
Aunque no hay aún una estimación sobre el monto de la reconstrucción, sólo para eliminar las minas antipersonas de vastas zonas se requieren 500 millones de dólares, calculó este mes el Banco Mundial.
La ayuda de emergencia que se necesitará para los próximos seis meses asciende a 600 millones de dólares, e incluye la reconstrucción del Puente de la Amistad, vital para el transporte de cargamentos desde el vecino Uzbekistán hacia la región septentrional, sostuvo Oshima.
Durante la última reunión del Grupo de Apoyo, efectuada el 27 de septiembre, los donantes habían prometido unos 300 millones de dólares en asistencia. (FIN/IPS/tra-eng/ys/raj/sm/dc/ip dv/01