La violencia y las agresiones entre los candidatos caracterizan la campaña para las elecciones del 5 de diciembre en Sri Lanka, mientras la promesa electoral ausente es la paz, en un país en guerra civil desde 1983.
En las últimas semanas, se denunciaron más de 800 actos de violencia y cuatro muertes relacionadas con la campaña política, un fenómeno que contradice las promesas de no violencia hechas por el gobierno y la oposición.
Los incidentes violentos se agravaron con la campaña, alimentados por el discurso encendido de los candidatos que prefieren las agresiones verbales al debate sobre la crisis económica y las necesidades de los votantes, señalaron analistas políticos.
Casi 50 partidos aspiran a 225 escaños del parlamento unicameral, un año después del comicio parlamentario de octubre de 2000.
Ante la inminencia de un voto de censura en su contra, la presidenta Chandrika Kumaratunga disolvió el parlamento en octubre y convocó a elecciones legislativas para diciembre.
Pero al contrario de lo ocurrido en la última votación, en que la oficialista Alianza Popular resultó favorita, la voluntad de los electores parece inclinarse esta vez en favor de la principal fuerza opositora, el Partido de Unidad Nacional (UNP).
La semana pasada, fue baleada la casa de un candidato del UNP, Sajit Premadasa, hijo del fallecido presidente Ranasinghe Premadasa, en la región sudoriental. Premadasa no se encontraba en el lugar, pero su esposa apenas escapó de la muerte.
Además de la inacción policial, el principal dirigente oficialista local negó la veracidad del atentado. «Es una broma», dijo Mahinda Rajapakse.
El movimiento pacifista instó a votar por los candidatos que se pronunciaron por la resolución del conflicto entre el gobierno y los grupos rebeldes de la minoría étnica tamil, en el que murieron 60.000 personas desde 1983.
El movimiento Tigres para la Liberación de la Patria Tamil propugna la creación de un estado independiente para 3,4 millones de tamiles en la región septentrional y oriental de la isla.
«Debemos colocar la paz como cuestión central de estas elecciones. La paz es el mayor desafío del país, pero desafortunadamente no es el principal asunto de esta campaña», sostuvo una portavoz de la organización pacifista Sri Lanka Primero, promovida por la comunidad empresarial.
El desencanto es uno de los muchos sentimientos con que los 19 millones de cingaleses esperan las elecciones generales del mes próximo.
«Déjennos en paz» fue el mensaje que Uruwarige Wanniaththo, jefe de una comunidad tribal veda, dirigió a los políticos.
Wanniaththo y su comunidad de 2.500 personas se internaron este mes en la selva nororiental para evitar escuchar las promesas «vacías» de los políticos.
«Es mejor cultivar la tierra y no perder tiempo escuchando falsas promesas. A los políticos solo les interesa conseguir votos. Harán cualquier promesa, como los padres que ofrecen dulces a sus hijos para que no lloren», dijo el líder a un grupo de periodistas.
Una de las cuestiones que sí han logrado protagonismo en la campaña son los derechos de las mujeres, lo cual marca una diferencia con las elecciones provinciales de marzo del año pasado, cuando algunas mujeres fueron atacadas y desnudadas en público por seguidores oficialistas.
El incidente alarmó a la población, pero generó escasas reacciones en el gobierno, inclusive en la presidenta Kumaratunga.
El candidato del UNP, Milinda Moragoda, manifestó su preocupación por «nuestras madres, esposas y hermanas».
«No creo que debamos mover cielo y tierra para asistir a las mujeres. La mayoría de las leyes necesarias para mejorar su situación ya están en vigor. Lo que necesitamos es la voluntad política de cumplirlas», declaró en una mensaje publicitario.
Moragoda prometió soluciones para problemas como la violencia doméstica, el abuso de drogas y alcohol, la participación femenina en la política, leyes contra el acoso sexual, y la creación de jardines de infantes para las mujeres trabajadoras.
Además del oficialismo y el UNP, el electorado tiene poco poder de elección. La tercera fuerza política, el marxista Frente de Liberación Popular, apenas logró 10 escaños en la última votación y aún carga con el estigma de su pasado violento, pues protagonizó dos revueltas armadas en los últimos 30 años. (FIN/IPS/tra- en/fs/mmm/js/dc/mlm/ip/01