La olvidada situación de emergencia alimentaria en que permanece Somalia puede tener consecuencias peligrosas para la seguridad del Cuerno de Africa y del mundo, advirtió la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Somalia, uno de los países más pobres y devastados del planeta, se enfrenta a una nueva crisis a causa de la sequía. La pérdida de la cosecha significa que unos 750.000 millones de personas padecerán hambre, señaló la ONU.
La asistencia internacional a ese país sigue cayendo, observó el foro mundial, que intenta reunir una ayuda de emergencia de 83 millones de dólares para los somalíes.
Somalia es el país del mundo con mayor mortalidad materna. Gran parte de los somalíes dependen de agencias internacionales para recibir atención de salud, educación y agua potable, pero la comunidad internacional, concentrada en la guerra de Afganistán, permanece indiferente ante ese dramático cuadro.
La frágil economía somalí corre peligro de desintegrarse debido a la decisión de Estados Unidos en octubre de congelar los activos del grupo económico al Barakaat, que administra una compañía de telecomunicaciones, un banco y un servicio de transferencia de dinero por la cual ingresaban importantes remesas.
Además, la inflación es desenfrenada y se mantiene la prohibición de exportar ganado a los principales mercados del Golfo.
Estados Unidos sostiene que Barakaat financiaba a Osama bin Laden, a quien señala como principal sospechoso de los ataques de septiembre en Estados Unidos.
Desde el congelamiento de las operaciones de Barakaat, las remesas de somalíes a familiares en su país natal, la principal fuente de ingresos de Somalia, se redujeron a la mitad, señaló la ONU.
La ONU calculó que unos 500 millones de dólares llegaban a Somalia en forma de remesas cada año, una cantidad seis veces mayor que el pedido de asistencia de 83 millones.
Gianfranco Rotigliano, del Fondo de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, predijo que en las próximas semanas «habrá señales de malestar» en la población».
No obstante, Rotigliano cree que los somalíes radicados en el exterior encontrarán la forma de continuar enviando dinero a sus familias a través de compañías «que no estén en la lista negra» de Estados Unidos.
Según analistas, Somalia podría estar en la mira de Estados Unidos por sus supuestos vínculos con la red Al Qaeda (La Base), del saudita Osama bin Laden, que es acusado por el gobierno de George W.Bush de los atentados de septiembre en Nueva York y Washington.
El primer ministro somalí Hassen Abshir Farah aseguró a la prensa que «no hay bases terroristas en Somalia».
Así mismo, David Stephen, representante del Secretario General de la ONU en Somalia, dijo que nunca halló en ese país a «nadie que expresara simpatía por Osama bin Laden».
«La comunidad internacional debe evitar la desintegración de países. Esta es una de las lecciones que se pueden extraer» de los atentados de septiembre, comentó Stephen.
Pero pocos creen que Somalia pueda recibir el dinero que necesita desesperadamente. El año pasado, la ONU recibió sólo un quinto de los 130 millones de dólares de ayuda de emergencia que pidió para ese país.
Es improbable que Estados Unidos coopere. Cuando fue elegido presidente, Bush advirtió que Africa no sería prioridad de su gobierno. Tras los ataques del 11 de septiembre, los analistas creen que Washington se concentrará en sus propios asuntos.
Las relaciones entre Somalia y Estados Unidos permanecen tensas desde la muerte en ese país de 16 soldados estadounidenses durante el Operativo Restauración de la Esperanza, a comienzos de los años 90.
Aunque la situación humanitaria empeoró en Somalia, la ONU redujo sus programas, reconociendo que el ambiente político somalí «aún es inconducente para una inyección importante de fondos para la transición y la reconstrucción».
La transición de Somalia hacia la paz y la estabilidad se debilitó a causa de la fuerte oposición al nuevo Gobierno Nacional de Transición, que sólo controla 10 por ciento del país.
También es inestable la situación en las regiones separatistas de Somalilandia y Puntland, en el norte. En Puntland, el ex presidente militar Abdullahi Yusuf intenta desplazar a su sucesor, Juma Ali Jum, quien detenta el poder desde mediados de este mes.
En Somalilandia, la generalizada inseguridad obliga al personal internacional de la ONU a limitar sus actividades a la capital, Hargeisa, y a Baidoa, en el sur. (FIN/IPS/tra-en/ks/sm/lp/ip- ff/01