RUSIA-MOLDAVIA: Acuerdo político y promesas económicas

Rusia firmó esta semana un acuerdo de amistad y cooperación con la república ex soviética de Moldavia, el país más pobre de Europa, aunque las promesas de integración bilateral están lejos de materializarse.

Los presidentes Vladimir Putin, de Rusia, y Vladimir Voronin, de Moldavia, firmaron el tratado de 33 artículos, vigente hasta 2011 y sujeto a renovación automática.

Ambas naciones se comprometieron a profundizar sus vínculos militares y de seguridad y a colaborar en el combate contra el terrorismo internacional.

La economía de Moldavia retrocedió casi 70 por ciento desde que el país se separó de la Unión Soviética, en 1991, y la mayoría de sus 4,5 millones de habitantes sobreviven con menos de un dólar por día.

Moldavia depende en materia energética de Rusia, a la que adeuda casi 1.000 millones de dólares. El país «no merece» que se mantenga una deuda así, afirmó el año pasado uno de los directores de la compañía rusa de gas natural Gazprom.

La llegada de Veronin al gobierno en abril de este año marcó un cambio en las relaciones entre ambos países, sostuvo Putin. Desde enero, el comercio bilateral creció 15 por ciento, según el mandatario.

El tratado suscripto supone la promoción de la lengua rusa en Moldavia, lo que permitirá «crear las bases para impulsar las relaciones bilaterales», dijo Putin durante las conversaciones realizadas en el Kremlin.

Millones de rusohablantes que residen en las repúblicas que conformaron la Unión Soviética son afectados por las restricciones impuestas en esos países a la enseñanza y el uso del idioma ruso.

Voronin prometió que el ruso y el rumano serán segundas lenguas nacionales, en un país donde la minoría rusa constituye 13 por ciento de la población, mientras dos tercios de los habitantes son de origen rumano.

El ruso fue idioma oficial de Moldavia hasta 1989, cuando el parlamento local lo desplazó en favor del moldavo. Más de 90 por ciento de la población habla ruso, pero la cuestión de la lengua refleja divisiones étnicas e históricas que subsisten.

En agosto de 1991, cuatro meses antes de la desaparición de la Unión Soviética, Moldavia se declaró república independiente. Poco después, la región oriental de Trans-Dniéster, una franja que se extiende desde el río Dniéster hacia la frontera con Ucrania, también proclamó su independencia.

La población de Trans-Dniéster, unas 700.000 personas rusohablantes de origen eslavo, temía que el nuevo gobierno moldavo buscara la unión con Rumania, a la cual perteneció el país antes de ser anexado por la Unión Soviética en 1940.

Fuerzas moldavas y rusas intervinieron en Trans-Dniéster y el conflicto, finalizado en 1992, causó 1.500 muertos. Rusia aún mantiene 2.500 efectivos en la zona, lo cual genera irritación en sectores nacionalistas.

«Rusia ha colaborado con Moldavia y continúa haciéndolo en la resolución del problema de Trans-Dniéster. Es muy importante que las autoridades rusas respalden en forma incondicional nuestra integridad territorial», dijo Voronin.

El gobierno moldavo se muestra dispuesto a otorgar una autonomía limitada a Trans-Dniéster, pero el líder separatista Igor Smirnov reclama la independencia.

Al frente del Partido Comunista, Voronin, de 60 años, se convirtió en abril en el tercer presidente del país desde la independencia, capitalizando la desilusión del electorado por las consecuencias de las reformas económicas implementadas por gobiernos anteriores.

Voronin, de origen ruso y ministro del Interior durante la era soviética, hizo exhortó a la población a mantenerse unida para superar la «grave crisis socioeconómica».

Su principal promesa electoral fue el llamado a un referéndum, aún sin fecha, para sumar el país a las negociaciones por la unión política y económica que llevan adelante Rusia y Belarús, otra república ex soviética. «Moldavia ya tiene la condición de observador» en esas negociaciones, dijo Voronin.

Este proyecto de unión que pusieron en marcha en 1996 el presidente de Belarús, Alexander Lukashenko, y el antecesor de Putin, Boris Yeltsin, prevé una moneda común para 2008. Sin embargo, no hay aún un cronograma claro para materializar los acuerdos. (FIN/IPS/tra-eng/sb/mn/dc/ip/01

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