/REPETICION/ NICARAGUA: Dos candidatos ante el desafío de la pobreza

La pobreza y el desempleo son los dos principales desafíos para el próximo presidente de Nicaragua, que será elegido este domingo entre el empresario derechista Enrique Bolaños y el ex mandatario Daniel Ortega.

Bolaños, del gobernante Partido Liberal Constitucionalista, y Ortega, del centroizquierdista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), destacaron los problemas sociales en sus discursos de campaña.

El candidato liberal ha repetido como lema de campaña la frase «hagamos un trato», como síntesis de su pedido del voto a los agricultores con la oferta de créditos para la producción.

Ortega, postulado por la Convergencia Nacional, una alianza del FSLN y el Partido Unidad Socialcristiana, propuso la entrega 1.500 dólares en instrumentos de labranza y semillas a 120.000 familias, como forma de combatir la pobreza.

Los expertos aprueban las iniciativas de Bolaños y Ortega, pero se preguntan cómo podrán cumplir sus promesas.

La pobreza afecta a 60 por ciento de los cinco millones de habitantes de Nicaragua y 51 por ciento de los 1,8 millones de pesonas que conforman la fuerza de trabajo tienen problemas de empleo o desempleo, situación causada por la descapitalización sufrida en los años 70 y por la caída de las exportaciones.

«El reto del próximo presidente será afrontar una situación social muy deteriorada», dijo a IPS el economista nicaragüense Sergio Santamaría, director del no gubernamental Centro de Investigación y Asesoría Socioeconómica (CINASE).

Santamaría señaló que los nicaragüenses piden, según las encuestas, mejorar las condiciones sociales y económicas del país.

Este domingo Nicaragua elegirá, además de presidente y vicepresidente, 80 diputados al congreso unicameral y 20 representantes para el Parlamento Centroamericano (Parlacén).

El mandato del presidente y de los diputados es de cinco años, a contarse a partir del 10 de enero.

Bolaños y Ortega encabezan distintas encuestas en un empate técnico, pues la diferencia entre ambos es exigua. En un lejano tercer lugar figura Alberto Saborío, del Partido Conservador.

La última encuesta de la empresa CID-Gallup, realizada entre el 19 y el 25 de octubre entre 1.439 personas y difundida esta semana, asigna a Bolaños 49,6 por ciento de la intención de voto, 46,4 por ciento a Ortega y 3,9 por ciento a Saborío.

El resultado es impredecible, pues el margen de error de la encuesta, de 2,9 por ciento, es apenas 0,3 puntos superior a la ventaja que mantiene Bolaños y también, porque decisiones de último momento influirán de manera determinante, dado lo reñido de la campaña, explicaron los expertos de CID-Gallup.

Santamaría anticipó que la diferencia entre el primero y el segundo lugar de los candidatos presidenciales podría ser definido por apenas 40.000 votos, en 2,7 millones de habilitados para sufragar.

El economista Francisco Laines, fundador del Banco Central de Nicaragua, dijo a IPS que los problemas de pobreza y desempleo sólo tienen una salida: «Reactivar la economía». «La dificultad que tenemos es cómo reactivar la máquina, pues el Estado está quebrado y el sector privado tiene problemas», agregó.

Laines sostuvo que durante el gobierno del FSLN, entre 1979 y 1990 bajo la presidencia de Ortega, Nicaragua sufrió un proceso de descapitalización.

Al confiscar muchas propiedades privadas y pasar a manos del Estado la producción agropecuaria, el país fue perdiendo fuerza económica, afirmó.

Los problemas se agravaron desde entonces, porque ni Violeta Chamorro (1990-1996) ni Arnoldo Alemán (desde 1996), los sucesores de Ortega, iniciaron un proceso de recapitalización.

Nicaragua fue conocida durante buen tramo del siglo XX como el «granero» de América Central por su elevada producción agrícola y ganadera.

El «granero» perdió su esplendor en los últimos 20 años, en parte debido a la inestabilidad política y a la guerra civil entre el gobernante sandinismo y los disidentes de la «contra» en los años 80.

Pero también le atribuyen su responsabilidad al sistema paternalista que promovió por muchos años una clase política corrupta.

«En los años 70, había en Nicaragua tres cabezas de ganado por habitante, pero en la actualidad es al revés: hay tres habitantes por cada res», dijo a IPS el ingeniero agrícola Manuel Esquivel, funcionario de un proyecto del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) de la Organización de las Naciones Unidas.

Las exportaciones de granos básicos y ganado, que antaño generaban millonarias divisas, hoy le producen ingresos raquíticos a Nicaragua, agregó. Según datos oficiales, las tradicionales exportaciones de algodón fueron nulas el año pasado.

La carne vacuna también ha tenido una tendencia a la baja. Las exportaciones de 1994 ascendieron a 63 millones de dólares pero se redujeron a 51 millones en 2000.

Mientras, las exportaciones de frijol se redujeron en 2000 a la mitad de los 8,7 millones de dólares de 1995, las de arroz cayeron de 315.000 dólares en 1995 a 24.000 el año pasado.

Actualmente Nicaragua exporta apenas 600 millones de dólares al año, mientras que importa bienes y servicios por 1.800 millones de dólares.

Los economistas nicaragüenses Cirilo Otero y Francisco Zambrana, ambos independientes, dijeron a IPS que el futuro económico de Nicaragua se definirá a principios del año próximo.

Se trata de un momento clave, pues el nuevo presidente deberá negociar su programa económico con los organismos financieros internacionales, explicaron.

La deuda externa de Nicaragua asciende a 6.750 millones de dólares, el triple de su producto interno bruto de un año.

«Los candidatos a la presidencia ofrecieron durante la campaña muchas cosas», comentó a IPS la portavoz del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos, Irma Franco. Los dos prometieron programas para erradicar la pobreza y por lo que dijeron, se podría pensar que tras los comicios Nicaragua será un paraíso, indicó.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, un quinto de la población nicaragüense sobrevive con menos de un dólar al día.

Algunas mediciones sitúan la pobreza en 60 por ciento de la población, pero organizaciones no gubernamentales han advertido que la proporción podría ser en realidad de más de 70 por ciento.

«Le hemos pedido a los candidatos que hablen y actúen con responsabilidad, pues la gente aquí tiene mucha desconfianza. Los nicaragüenses saben que, gane quien gane, la situación será muy difícil», afirmó Franco. (FIN/IPS/nms/mj/ip/01

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