Más de 4.000 militantes religiosos armados bloquean desde el 24 de octubre en Pakistán la única carretera de acceso a las montañosas Areas Septentrionales, donde viven 1,5 millones de personas.
Los radicales acumularon rocas en varios puntos de la estratégica carretera Karakoram, para expresar su protesta contra el apoyo de Islamabad al ataque de Estados Unidos contra Afganistán, comenzado el 7 de octubre.
Según informes periodísticos, los militantes colocaron minas en varios lugares cercanos, disponen de armas avanzadas, entre ellas lanzadores de cohetes, y ocupan posiciones elevadas a ambos lados de la carretera, con la intención de resistir una eventual intervención militar del gobierno.
Maulana Ahmed, uno de los líderes de esos extremistas, expresó que la protesta se realiza para que el régimen militar de Pervez Musharraf deje de apoyar la campaña militar de Washington, y no cesará hasta alcanzar ese objetivo.
Los partidos religiosos involucrados forman parte del Consejo de Defensa Pakistaní-Afgano, una alianza de más de dos docenas de organizaciones musulmanas que apoyan al movimiento Talibán, fundamentalista islámico y que controla la mayor parte del territorio afgano.
El Consejo ha organizado protestas callejeras en todo el país desde que Musharraf anunció que se alinearía con Estados Unidos en la campaña antiterrorista lanzada tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.
El centro de esa campaña es en la actualidad la ofensiva contra Afganistán, iniciada luego de que el Talibán se negó a entregar al saudita Osama bin Laden, a quien Washington considera responsable de los ataques terroristas del 11 de septiembre.
Antes de esos atentados, Musharraf había mantenido la política de los anteriores gobiernos de país, que reconocieron al Talibán y mantuvieron relaciones amistosas con ese movimiento.
Los únicos otros dos gobiernos del mundo que tenían relaciones diplomáticas con el Talibán eran los de Arabia Saudita y Emiratos Arabes Unidos, y ambos las interrumpieron después del 11 de septiembre.
El líder del partido Jamat-I-Islami, Qazi Hussain Ahmed, anunció durante una manifestación realizada la semana pasada en la nororiental ciudad de Lahore que integrantes del Consejo planean realizar protestas callejeras en Islamabad hasta que Musharraf renuncie.
Extremistas religiosos se tomaron una pista de aterrizaje de emergencia en la pequeña ciudad de Chilas, en las Areas Septentrionales, tras rumores de que sería cedida a Estados Unidos para lanzar bombardeos contra Afganistán.
La carretera de Karakoram, de 610 kilómetros, zigzaguea por las montañas más elevadas del país, desde las cercanías de Islamabad hasta la frontera con China.
Las Areas Septentrionales están ubicadas entre tres altos macizos montañosos, el Karakoram, el Hindu Kush y el Himalaya Occidental.
Cientos de estudiantes de escuelas religiosas se han congregado en Chilas, donde los extremistas tomaron control del oleoducto que abastece a las ciudades de la región y de la cárcel, de la cual liberaron a 61 prisioneros.
Informes provenientes de esa zona indican que el bloqueo de la carretera fue impulsado por la organización fundamentalista islámica Al-Rasheed Trust, incluida en la lista de grupos terroristas del Departamento de Estado estadounidense.
Uno de los líderes de esa organización participó en una conferencia religiosa de dos días realizada en la septentrional ciudad de Besham que terminó el 23 de octubre, en la víspera del bloqueo.
El gobierno dispuso el envío a las Areas Septentrionales de grandes contingentes de guardias fronterizos y grupos paramilitares.
La tensión aumenta en esa región, y por lo menos un oficial del Ejército resultó herido en un intercambio de disparos entre fuerzas de seguridad y militantes religiosos, según versiones periodísticas.
Funcionarios gubernamentales afirmaron en Islamabad que hasta ahora han intentado resolver el problema mediante negociaciones, para evitar una escalada de violencia.
Esas negociaciones se han llevado a cabo con mediación de dos líderes de partidos religiosos, Fazal ur Rehman, de Jamait-Ulma-I- Islam, y Sufi Muhammad, de Tehrik-e-Nifaz-e-Shariat-e Muhammadi, pero hasta ahora han sido infructuosas.
Cientos de viajeros han debido interrumpir su travesía debido al bloqueo de la carretera, al igual que un convoy proveniente de China, que transporta 39 contenedores con donaciones humanitarias para la población afgana.
Abdullah Shah, residente en la septentrional ciudad de Gilgit, dijo a IPS que se había trasladado a Islamabad para realizar compras y que no puede regresar a su casa en autobús como había previsto. Shah decidió volver en avión, pero no ha encontrado un pasaje disponible en los últmos cinco días.
Los vuelos son en la actualidad el único medio de transporte entre las Areas Septentrionales y el resto del país, pero podrían suspenderse si las condiciones climáticas empeoran debido a la cercanía del invierno (boreal).
Los habitantes de la región bloqueada ya eran afectados por una severa crisis económica, porque su principal fuente de ingresos son los turistas, y ni uno ha visitado la zona desde el comienzo de los ataques contra Afganistán.
Las acciones extremistas de los últimos días han agravado la situación, al causar escasez de petróleo y alimentos.
«Aun tenemos reservas de alimentos, y combustible suficiente para un par de días, pero las cosas van a empeorar si la carretera no se reabre en los próximos tres o cuatro días», dijo a IPS por teléfono, desde Gilgit, Fida Muhammad, funcionario ejecutivo de las Areas Septentrionales.
El bloqueo perjudica a personas enfermas que necesitan tratamiento especializado en Islamabad, destacó.
El Consejo Legislativo de la región condenó por unanimidad el bloqueo y decidió que su portavoz, dirigentes políticos y un líder religioso realizaran gestiones ante dirigentes de partidos fundamentalistas para que esa medida cese.
También pidió al gobierno nacional que adopte medidas para que sea posible reanudar el tránsito seguro por la carretera. (FIN/IPS/tra-eng/ni/js/mp/ip/01
