NICARAGUA: El sandinismo ante el reto de su transformación

El izquierdista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), de Nicaragua, debe modernizarse para mantener su vigencia, tras perder en las urnas por tercera vez consecutiva.

Según los propios sandinistas, Daniel Ortega, presidente de 1984 a 1990 y derrotado luego tres veces en elecciones, será figura clave en el remozamiento de su partido, uno de los más emblemáticos de la izquierda latinoamericana.

Ortega, de 56 años, es visto por unos como una figura desgastada, pero por otros como el sandinista que debe encabezar la transición y la promoción en su partido de nuevos líderes políticos.

«Daniel (Ortega) tiene por delante la tarea de quitarle el corcho a la botella de la sucesión», dijo a IPS el economista Alejandro Martínez Cuenca, uno de los posibles herederos.

Esta fue la cuarta oportunidad en que Ortega se postuló como candidato presidencial. La única vez que ganó fue en 1984, cuando él mismo encabezaba un régimen socialista.

En 1990 perdió frente a Violeta Chamorro, de la Unión Nacional Opositora, en 1996, ante Arnoldo Alemán, del Partido Liberal Constitucionalista, y el 4 de este mes cayó ante Enrique Bolaños, también liberal.

«A pesar de la derrota, Daniel y el partido salen reforzados y todavía tienen mucho margen de maniobra», sostuvo Martínez Cuenca.

Martínez Cuenca, de 54 años, educado por jesuitas y con estudios superiores en Gran Bretaña y Canadá, fue uno de los tres aspirantes a la presidencia del FSLN superados por Ortega en febreron en la convención del partido.

En esa oportunidad, quedó en segundo lugar, delante de otro de los nuevos dirigentes sandinistas, Victor Hugo Tinoco.

Luego de la derrota en las elecciones de este mes, Martínez Cuenca consideró que Ortega mantendrá gran influencia en su partido y por eso debe ser quien encabece el proceso de modernización.

De hecho, Ortega ocupará un escaño en el parlamento unicameral, pues, de acuerdo con las leyes, el candidato presidencial que ocupó el segundo lugar en las elecciones tiene derecho a ser diputado, al igual que el presidente saliente.

«No creo que Ortega se postule una vez más a la presidencia, pues lo que nos venció en estas elecciones fue el miedo», aseguró Martínez Cuenca.

Los liberales aprovecharon los ataques terroristas del 11 de septiembre contra Estados Unidos para infundir miedo ante el posible regreso de Ortega al poder. Bolaños repitió que Ortega estaba vinculado con el terrorismo, y también que su gestión presidencial propició la crisis económica de los años 80.

Ortega pidió perdón por sus errores del pasado y dijo que no confiscaría empresas, no invadiría fincas, no nacionalizaría bancos y no establecería el servicio militar obligatorio, como lo hizo el gobierno que encabezó de 1979 a 1990.

Pero los analistas sostuvieron que el temor por su pasado pesó más que su mensaje conciliador y de arrepentimiento.

Martínez Cuenca, que emerge de la derrota sandinista como uno de los hombres claves del partido, dijo que su papel en los próximos años será apoyar la modernización de su partido. «El sandinismo tiene que modernizarse y para eso debe seguir por el camino de la socialdemocracia», afirmó.

El FSLN no accedió a la presidencia, pero su representación parlamentaria aumentará de los 36 escaños con que cuenta en la actualidad a entre 43 y 44 diputados. La Asamblea Nacional (parlamento unicameral) se compone de 92 legisladores.

«El FSLN se tiene que transformar, tiene que entrarle a fondo a un proceso de cambio y hacer una revisión programática», dijo a IPS el economista Sergio Santamaría, director del no gubernamental Centro de Investigación y Estudios Socioeconómicos (Cinase).

Ortega consolidó su liderazgo al reconocer su derrota en las elecciones del domingo y ganará influencia en el parlamento, pues encabezará a su bancada y deberá negociar con Alemán, quien con seguridad liderará al oficialismo en la Asamblea Nacional, dijo Santamaría.

Alemán posiblemente será el próximo presidente de la Asamblea Nacional y es percibido como la figura que podría disputarle a Bolaños el poder real del país.

En ese eventual clima de pugna interna entre liberales, Ortega se erige como la figura con la que el partido gobernante tendría que establecer el diálogo.

«Creo que Ortega será ahora como el político español Manuel Fraga (Iribarne)», quien lideró a la derecha al final de la dictadura de Francisco Franco (1939-1975) y en los primeros años de la democratización, «y tendrá que buscarse a un (José María) Aznar», actual presidente del gobierno, interpretó Santamaría.

El FSLN tendrá que definir el futuro de su alianza con el Partido Unidad Socialcristiana, liderado por Agustín Jarquín, denominada Convergencia Nacional.

«A pesar de su derrota, el FSLN queda como un partido legitimado, pues ha dado una demostración acendrada de respeto a la democracia», dijo a IPS el historiador y politólogo socialdemócrata Luis Guillermo Solís, de la Universidad de Costa Rica.

Sin embargo, Solís concidió con Martínez Cuenca en la necesidad de modernización del sandinismo que debe comenzar por un cambio en sus cuadros de dirigentes.

Ortega es un líder indiscutible y uno de los hombres de más influencia política en Nicaragua, agregó.

«Pero así como creo que es muy importante, también creo que debe darle paso a las nuevas generaciones de sandinistas, que tienen mucho talento y que no cargan con el lastre de la historia de los años 80», apuntó Solís. (FIN/IPS/nms/mj/ip/01

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