Los japoneses esperaron ocho años por un heredero del Trono de Crisantemo, pero ahora que la princesa Masako está a punto de dar a luz, el histórico acontecimiento tiene escasa repercusión en la prensa.
Los medios japoneses no prestan atención al embarazo de Masako, nuera del emperador Akihito, y sólo informaron que el parto se producirá a fines de este mes o principios de diciembre. A tal punto, que la publicación de una fotografía de la princesa con un vestido especial para embarazadas fue todo un hito en esta parca cobertura.
Algunos analistas sostienen que la poca atención periodística se debe a un incidente de 1999, cuando Masako, de 37 años, criticó con dureza a la prensa por haberla acosado en su primer embarazo, que finalmente perdió.
«Una de las razones de la falta de noticias es que la prensa se siente culpable. Los medios fueron severamente criticados esa vez, y temen que ocurra lo mismo ahora», dijo el experto en realeza japonesa Hiroko Nakayama.
Pero el silencio de la prensa también evita el estallido de un debate nacional sobre la familia real, la más antigua del mundo.
Un asunto clave para la opinión pública japonesa es el sexo del bebé, que fue conocido por la familia real tras exámenes de ultrasonido, pero no ha sido revelado aún por los medios de comunicación.
La ley imperial japonesa establece que sólo los hombres pueden heredar el trono. Si Masako tiene un niño, éste se convertirá en el segundo aspirante, detrás de su padre, el príncipe Naruhito, hijo de Akihito.
La familia real no ha tenido hijos varones desde 1965 y hay insistentes exhortaciones a revisar la ley de sucesión para que se permita a las mujeres ser herederas del trono.
«Estoy segura de que es un niño. De otra manera, el gobierno estaría movilizándose para ajustar la ley a la nueva situación», dijo Chio Saito, directora de la revista feminista Agora.
«Yo creo que estaría bien tener una emperatriz», declaró el mes pasado el primer ministro Junichiro Koizumi, de tendencia conservadora.
Los grupos feministas recibieron con agrado las declaraciones de Koizumi, que a su juicio demuestran un cambio de actitud frente a las mujeres.
«Las cosas cambiaron mucho en Japón en las últimas décadas. Lo que discuten los políticos no es nada dramático ahora, debido a que la opinión sobre las mujeres se ha modificado muy rápidamente», dijo Saito.
Los defensores de derechos humanos reconocen importantes avances en la legislación japonesa, como la igualdad de derechos de hijas e hijos para recibir la herencia de sus padres y la nueva ley contra violencia doméstica.
Los activistas recuerdan que Japón tuvo un gran número de emperatrices en el pasado, hasta que en el siglo XIX se promulgó una ley que prohíbe a las mujeres acceder al trono.
Pero muchas feministas no consideran importante esa prohibición. Para ellas, Masako es digna de lástima, más que admiración pues, pese a ser graduada en la estadounidense Universidad de Harvard y tener una carrera diplomática, no es una mujer independiente.
«Estoy segura de que Masako es una persona estupenda, pero prefiero a la princesa Diana de Gales, porque era como nosotras», dijo la estudiante Keiko Hara, de 24 años, para quien la familia real está lejos de la realidad de un cambiante Japón.
«Creo que (la realeza) es importante para las relaciones internacionales, pero dudo seriamente de su papel en Japón. Desearía que Masako pudiera dar más entusiasmo a la familia imperial», agregó.
Uno de los cambios más trascendentales en la historia de la familia real ocurrió poco después de la segunda guerra mundial (1939-1945), cuando el emperador Hirohito, considerado entonces como un «dios viviente», estuvo a punto de ser depuesto, tras su derrota ante los aliados.
Pero las fuerzas de ocupación estadounidenses lo mantuvieron en el trono como «un símbolo del Estado» y la familia imperial se convirtió en la institución protectora de la tradición.
Las costumbres reales continúan fuertemente arraigadas en este país de 126 millones de habitantes, a pesar de pequeños cambios. Ahora los hijos de la familia son criados por sus propios padres, y no por nanas, como era habitual.
Masako cumple las vieja regla de caminar algunos pasos detrás de su esposo y las noticias sobre la familia son todavía controladas por la poderosa Agencia Imperial, que organiza la aparición en público de sus miembros.
Los analistas señalan que esta rígida imagen provoca el rechazo de cada vez más japoneses, en especial los jóvenes.
Sin embargo, la Agencia Imperial espera que el nacimiento del hijo o hija de Masako reavive la popularidad de la realeza, en medio del pesismismo por la difícil situación económica. (FIN/IPS/tra-eng/sk/ral/js/cr/rp-ff/01