Perú competirá con Chile para constituirse en la puerta de salida del gas natural que Bolivia negocia exportar a Estados Unidos y México, un proyecto que se encuadra en los planes de integración energética regional, pero que despierta recelos internos.
La propuesta de construir un gasoducto entre Bolivia y el meridional puerto peruano de Ilo, en el océano Pacífico, será tratada por el presidente Alejandro Toledo en la reunión que mantendrá con su par Jorge Quiroga, en el marco de la visita este mes a La Paz.
Sin embargo, esa propuesta de Toledo despertó inquietud y la oposición de sectores empresariales locales, pues temen que el proyecto perjudique el desarrollo de la explotación de los yacimientos de Camisea, ubicados en la selva amazónica a 500 kilómetros al este de Lima.
Felipe Thorndike, vicepresidente de la Sociedad Nacional de Minería y Petróleo, manifestó su duda respecto de la conveniencia de transportar por territorio peruano el gas boliviano que competirá con la producción local.
Los yacimientos de gas natural de Camisea tienen reservas calculadas en el equivalente a 2.200 millones de barriles de petróleo, cuya explotación puede resolver a mediano plazo el déficit de hidrocarburos de Perú y generar un saldo exportable, cuyo principal destino previsto es Brasil.
Pero las objeciones del sector representado por Thorndike quedaron relegadas tras la oferta de Chile a Bolivia, presentada en mayo, de construir un gasoducto por el norte de ese país hasta el puerto de Mejillones, también en el océano Pacífico, y una planta para licuar gas en esa terminal.
Así, Aurelio Ochoa, de la empresa peruana Energie Consult, aboga ahora en favor de la oferta del gasoducto entre Bolivia e Ilo, pues entiende que no implica postergar el proyecto de Camisea.
«Estoy seguro que Bolivia, a cuyo gas el mercado brasileño le queda chico, se abrirá paso hacia la costa del Pacífico para exportarlo a Estados Unidos, y tendrá que salir por el puerto de Ilo», expresó.
Además, «la demanda de gas del estado de California, en la costa oeste de Estados Unidos, abre el mercado simultáneo de la producción boliviana y peruana».
Ochoa apuntó, por último, que «la serie de proyectos mineros en desarrollo en el sur del país, que actualmente consumen petróleo residual, podrían utilizar gas natural boliviano, más limpio, abundante y barato».
El aspecto desfavorable para Perú en esta disputa en busca de ser el puerto de salida del gas boliviano es que, a diferencia de Chile, no le ofrece a La Paz hacerse cargo de la construcción del caño transportador del combustible.
El costo de una planta de licuefacción va de 1.500 millones a 2.000 millones de dólares, una inversión demasiado importante en relación con la demanda y los precios internacionales del gas antes de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos.
Pero esos ataques y la posterior campaña militar de represalia iniciada el 7 de este mes por Washington y Londres contra Afganistán cambiaron la ecuación ante la necesidad de Estados Unidos de buscar fuentes de provisión energética alejada de la zona de conflicto.
En Lima calculan que Bolivia podrá conseguir financiación para construir la planta para licuar gas y además creen que preferirá a Perú, debido a que aún no ha resuelto su conflicto con Chile, derivado de la pérdida de territorio costero en la llamada guerra del Pacífico, a fines del siglo XIX.
«Ese asunto será llevado por Bolivia a la mesa de conversaciones sobre el proyecto de gasoducto hasta el puerto chileno de Mejillones, pero no tiene solución a la vista», opinó el historiador Percy Cáceres.
«Chile le ofrece todas las facilidades a Bolivia para construir el gasoducto, pero ha aclarado que no cederá la soberanía chilena sobre ninguna porción de su territorio», precisó el experto.
Mientras, el vicecanciller peruano Manuel Rodríguez indicó que se espera avanzar en la cuestión del gasoducto en la próxima visita a Lima del ministro boliviano de Relaciones Exteriores, Gustavo Fernández, en preparación de la reunión entre Toledo y Quiroga en La Paz.
Rodríguez precisó que Toledo declaró en julio, antes de asumir el cargo, que se proponía impulsar una «asociación preferencial con Bolivia y Ecuador, con el propósito de desarrollar las posibilidades de complementación económica».
Destacó que, en ese marco, Perú ofreció a los dos países la construcción de caños para transportar hidrocarburos por su país.
Toledo visitó Quito a mediados de este mes, en una escala de su viaje a la ciudad china de Shangai para asistir a la cumbre del foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico.
Uno de los puntos abordados en la reunión entre Toledo y su par ecuatoriano Gustavo Noboa fue el convenio para construir un oleoducto de interconexión, que transportará petróleo desde el extremo este de Ecuador hasta el septentrional puerto peruano de Bayovar.
Los cálculos técnicos indican que Ecuador podrá exportar por ese oleoducto alrededor de 31.000 barriles diarios de crudo, que en la actualidad están «encerrados» en la zona amazónica, al otro lado de la cordillera de los Andes.
Respecto de Bolivia, Toledo señaló que una de las áreas de integración más interesantes es la oferta de un poliducto para transportar gas natural de ese país, que hoy carece de una vía de salida directa hacia los potenciales mercados de California y la costa mexicana del Pacífico.
Por otra parte, el vicecanciller Rodríguez apuntó que «la relativa competencia entre Perú y Chile por el transporte de gas de Bolivia no compromete en absoluto el desarrollo de la integración económica de la zona fronteriza entre los tres países».
«En medio de la globalización y en el marco de ese enfoque, los tres países deben desarrollar al máximo sus recursos y las posibilidades de complementación de sus economías», comentó. (FIN/IPS/al/dm/if ip/01