Los gobiernos latinoamericanos consideran positivo el resultado de la cuarta Conferencia Ministerial de la OMC, mientras organizaciones críticas de la globalización pronostican que los acuerdos alcanzados ampliarán las desigualdades económicas internacionales.
Los círculos oficiales de la región evaluaron positivamente los acuerdos finales de la conferencia de la OMC (Organización Mundial de Comercio), finalizada el miércoles en Doha, la capital de Qatar, así como la flexibilidad que predominó en las delegaciones de los 142 países participantes.
Pero organizaciones no gubernamentales señalaron que las declaraciones de buenas intenciones realizadas en Doha muestran desacuerdo en varios puntos delicados, que se dejaron fuera los asuntos de desarrollo y que el Norte industrial impuso, en general, sus puntos de vista sobre los países del Sur.
Incluso algunos representantes de asociaciones empresariales latinoamericanas manifestaron cierta cautela ante el plazo fijado para finalizar la nueva ronda de liberalización del comercio, que empezará en enero y debe terminar en 2005, según se convino.
Ese año es también la fecha determinada para el término de las negociaciones del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), una coincidencia que desde el punto de vista de los intereses de Estados Unidos no es fortuita, señaló un experto chileno a IPS.
La cita ministerial de la OMC, que se prolongó entre los días 9 y 14, tuvo entre las resoluciones más importantes para América Latina la de una eliminación gradual y sustancial de los subsidios a la agricultura.
Estados Unidos adoptó igualmente el compromiso de revisar su legislación «antidumping», con la cual castiga supuestas prácticas de competencia desleal en materia de precios.
Brasil tuvo un papel protagónico en Doha, como uno de los principales promotores del principio de que el derecho a la salud pública debería predominar sobre el pago de las patentes farmaceúticas en casos de graves epidemias, como la del sida.
La OMC aprobó también la idea de liberar los productos industriales, mientras Estados Unidos insistía en mantener los altos aranceles a las importaciones textiles.
En la cita de Qatar se impuso, además, el criterio de que las normas ambientales y laborales no deben ser usadas con fines proteccionistas, lo cual recogió una demanda cara para los países latinoamericanos y el Sur en general.
En Doha se obtuvo «lo que era posible en una reunión ministerial», dijo a IPS el vicepresidente para Asuntos Internacionales de la Confederación Nacional de Agricultura de Brasil, Gilman Viana Rodríguez, quien asistió a la conferencia.
El gran triunfo, según Viana, fue incorporar a la agenda los grandes asuntos de interés para América Latina, como el del desmantelamiento de los subsidios agrícolas, eludido tanto por Estados Unidos en la negociación del ALCA como por la Unión Europea (UE) en sus tratativas con el Mercado Común del Sur (Mercosur).
Ambos se negaban a la reducción por temor a que el otro no hiciera otro tanto, «pero ahora perdieron el pretexto», comentó el dirigente empresarial brasileño.
La voluntad de eliminar los subsidios «es la mejor noticia que podría esperar la economía mundial», ya que será «un dique al proteccionismo de algunos países», dijo Osvaldo Rosales, director de Relaciones Económicas Internacionales de la cancillería chilena.
Rosales valoró el hecho de que Washington haya puesto en el debate el «antidumping», ya que esto remitirá a la OMC uno de los aspectos más complejos en la negociación de un tratado bilateral de comercio entre Chile y Estados Unidos.
Luisa Romero, ministra de Producción y Comercio de Venezuela, destacó que su país y los otros cuatro miembros de la Comunidad Andina de Naciones (Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú), llevaron una posición común de democratización del comercio internacional.
En ese sentido, Romero consideró que la eliminación de los subsidios de los países industrializados favorece a los productos agrícolas de los países en desarrollo, que deben competir en desventaja para acceder a los mercados del Norte.
Gonzalo González, ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay, dijo que la cita de Doha fue «auspiciosa», en tanto acogió «las demandas que pretendía nuestro país, el Mercosur y el Grupo de Cairns», que reúne a países exportadores de productos agrícolas que proponen el fin de las subvenciones al sector.
El grupo de Cairns, fundado en 1986 en el balneario australiano de ese nombre, reúne a 18 países con diverso grado de desarrollo: Argentina, Australia, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Fiji, Filipinas, Guatemala, Indonesia, Malasia, Nueva Zelanda, Paraguay, Sudáfrica, Tailandia y Uruguay.
El economista Raúl Rocatagliata, de la Sociedad Rural Argentina, usó también la expresión «auspiciosa» al comentar a IPS el lanzamiento de la nueva ronda de negociaciones comerciales bajo el propósito de eliminación de los subsidios agrícolas.
Expresó, sin embargo, cautela con respecto a la agenda de las futuras discusiones. «Hubiéramos querido más precisión, más claridad en los términos. ¿Qué significa reducción progresiva (de los subsidios)? ¿Dos años, 15 años?», se preguntó.
Para Andrés Santa Cruz, de la empresarial Sociedad Nacional de Agricultura de Chile, la «postura poco flexible» de la Unión Europea en la OMC abre un espacio de duda acerca de una expedita supresión de los subsidios agrícolas.
Claudio Lara, coordinador del Programa de Economía y Comercio Internacional de la oficina regional latinoamericana de Consumers International (CI), dijo a IPS que el acuerdo agrícola es una muestra de la política de «compromisos sin acuerdos» que se dio en Doha.
«Aquí había tres posiciones: la proteccionista», expuesta por la UE, «la de eliminación total e inmediata de los subsidios», propuesta por el Grupo de Cairns, «y la de Africa y Asia, con respaldo de Cuba, Perú y América Central, de la 'caja del desarrollo', de protección a la pequeña agricultura y de promover el desarrollo rural más que la liberalización comercial», explicó Lara.
Finalmente se negoció entre las dos primeras posiciones, con un compromiso «tremendamente en el aire», en que la UE cedió en los subsidios al comercio, pero dejó pendientes los subsidios a la producción agrícola, agregó el experto de la mayor organización mundial de consumidores.
Coral Pey, coordinadora en Chile de la Alianza por un Comercio Justo y Responsable, consideró que las resoluciones de la OMC eludieron los «temas del desarrollo», como la vinculación de las cuestiones laborales y ambientales al comercio.
Según Pey, las directrices adoptadas por la OMC, inclusive en el área agrícola, no contribuirán a que el comercio actúe como un instrumento de la integración, sino que profundizará la división internacional entre países productores y compradores y entre ricos y pobres.
«Los temas de la propiedad intelectual no deben estar dentro de la OMC», sostuvo Pey, a propósito de las patentes farmaceúticas, porque esto «pone en riesgo tanto a las comunidades ancestrales portadoras de conocimientos médicos como el acceso a los medicamentos».
En cambio, para el economista chileno Hugo Fazio, director del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (CENDA), uno de los pocos logros de la cita en Qatar fue «la derrota de loc consorcios farmaceúticos y de Estados Unidos que, a partir del conocimiento científico, imponen precios monopólicos a los medicamentos».
Fazio, vicepresidente del Banco Central durante el gobierno de Salvador Allende (1970-73), coincidió con Lara en que el actual cuadro internacional influyó para que Estados Unidos cediera posiciones en materia de patentes farmaceúticas y las normas antidumping.
En el marco de los ataques a Afganistán, Estados Unidos y sus aliados de la Unión Europea necesitaban ganar apoyo en los países en desarrollo y ello influyó en la reunión de la OMC, dijeron.
No obstante, Fazio subrayó que Doha no fue un punto de llegada, sino de partida para una ronda de negociaciones comerciales que acaba de convocarse y que volverá a reproducir los choques entre intereses de los países industrializados y en desarrollo.
Para estos últimos, señaló Fazio a IPS, será fundamental tanto la firmeza de sus gobiernos, como el papel de sus sociedades y sus pueblos para obtener mejores condiciones.
Lara, a su turno, estimó que en materia de negociaciones comerciales internacionales el mundo en desarrollo está representado fundamentalmente por Asia y Africa, mientras América Latina es már cercana a las posiciones de los industrializados. (FIN/IPS/ggr/mj/if/01