Las autoridades de Estados Unidos no descartaron un nuevo atentado terrorista como causa de la caída de un avión este lunes cerca del principal aeropuerto de Nueva York, pero también investigan posibles desferpectos mecánicos.
El vuelo 587 de American Airlines, un Airbus A300, se estrelló a las 9:17 hora local cerca del aeropuerto internacional John F. Kennedy, minutos después de despegar rumbo a República Dominicana. A bordo viajaban 255 personas, entre pasajeros y tripulantes.
Fue el mayor accidente aéreo desde el 11 de septiembre, cuando secuestradores suicidas desviaron cuatro aviones para lanzarlos contra las torres gemelas del World Trade Center y el Pentágono, en Nueva York y Washington. El cuarto avión cayó cerca de Pittsburg, y las víctimas fueron cerca de 5.000 en total.
«Esto parece ser un accidente», dijo en conferencia de prensa el alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, y felicitó a los bomberos y la policía por sus operativos de emergencia que, aseguró, evitaron un mayor número de muertos en tierra en el incendio que siguió a la caída del avión.
Se identificaron 161 cuerpos tras el desastre y hay seis desaparecidos en tierra, dijo Giuliani.
La caída del avión causó el incendio de una docena de edificios en el barrio de Rockaway, perteneciente al distrito de Queens que, según periodistas locales, perdió a unos 90 residentes en los atentados del 11 de septiembre.
Algunos fragmentos hicieron impacto sobre una gasolinera. Testigos dijeron haber visto una explosión y humo antes de la caída del avión, y según uno de ellos, el aparato perdió en vuelo uno de sus motores.
Una de las cajas negras del avión, en las que se registran las comunicaciones de los pilotos, fue recuperada. El FBI (Buró Federal de Investigaciones) investiga si la catástrofe se debió a un desperfecto mecánico o a una nueva acción terrorista.
En Washington, el portavoz de la Casa Blanca Ari Fleischer dijo que no hay registro de comunicaciones de emergencia desde la cabina del avión antes de la caída, pero no descartó la posibilidad de un atentado.
Funcionarios del Pentágono (ministerio de Defensa) informaron que la Administración Federal de Aviación (FAA) consideró el episodio como un accidente y no incrementó las patrullas aéreas sobre Nueva York.
Aviones de guerra desde bases de todo el país intensificaron la vigilancia del espacio aéreo de Estados Unidos desde el 11 de septiembre, con órdenes de entablar comunicación con vuelos sospechosos.
En casos extremos, los pilotos de guerra están facultados a derribar aviones de transporte de carga o pasajeros secuestrados, para evitar que alcancen sus objetivos, informó Tom Ridge, nuevo director de seguridad interna del presidente George W. Bush.
En agosto de 2000, funcionarios de la FAA dispusieron nuevas inspecciones del tipo de motores que portaba el avión de American Airlines que este lunes se estrelló en Queens.
Un portavoz de la compañía General Electric, fabricante del motor modelo CF-6, como el que llevaba el aparato caído en Queens, dijo que se reparó un problema de «fricción» y desde entonces la compañía aérea ha revisado con atención el funcionamiento de los motores.
La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte informó el año pasado sobre dos episodios en que piezas rotantes entraron en fricción con piezas estáticas, y aseguró que el problema podría resultar en la desintegración del motor y causar «un accidente catastrófico».
En la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la noticia del desastre interrumpió las discusiones de la Asamblea General y las conversaciones entre Estados Unidos, Rusia y los seis países vecinos de Afganistán (Irán, Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán, China y Pakistán).
El llamado grupo «seis más dos» discutía planes para la sustitución del movimiento Talibán al frente del gobierno de Afganistán.
La sede de la ONU fue considerada un potencial blanco terrorista desde el ataque con explosivos del World Trade Center en 1993.
A comienzos de este mes, el saudita Osama bin Laden, a quien Estados Unidos acusa de los ataques del 11 de septiembre, insultó al secretario general de la ONU, Kofi Annan, llamándolo «criminal».
Este lunes no hubo indicios que afectaran la seguridad de Annan y la ONU, que este año fueron distinguidos con el premio Nobel de la Paz.
Los funcionarios de seguridad sellaron las puertas de la sede de la ONU y prohibieron el tránsito de vehículos en torno del edificio, pero no lo evacuaron. (FIN/IPS/tra-en/ip/aa/lp-ff/01