ESPAÑA: El salario del miedo

Representantes de la Asociación Española de Escoltas, la mayoría de cuyos 1.500 miembros custodian a personas amenazadas por la organización ilegal ETA, iniciaron hoy la negociación de reclamos sindicales con el Ministerio de Trabajo.

La principal aspiración de los escoltas es un sustancial aumento de su salario básico, que en la actualidad no supera unos 500 dólares mensuales por ocho horas diarias de trabajo, dijo a IPS el secretario general de la Asociación, Vicente de la Cruz.

Ese aumento les permitiría renunciar al cumplimiento de horas extra, mejorar su eficiencia y tener más tiempo para descansar y dedicarse a sus familias.

Miembros en actividad de la policía nacional, la guardia civil y las policías de las comunidades autónomas también brindan protección a personas amenazadas por ETA (Euskadi Ta Askatasuna, Patria Vasca y Libertad en vasco), al igual que los integrantes de la Asociación, entre los cuales no hay policías en actividad.

Sólo en el septentrional País Vasco, 650 personas son protegidas las 24 horas del día, y eso implica un mínimo de 3.900 escoltas.

ETA ha sido responsable de la muerte de 847 personas desde la fundación de ese grupo en los años 60, durante la dictadura del general Francisco Franco (1939-1975).

Los atentados de la organización terrorista en los últimos años se han caracterizado por ser cometidos contra ciudadanos desarmados y sin escoltas, como los sufridos por los periodistas vascos Angel Luis de Lacalle, quien murió en el ataque, y Gorka Landaburu, quien resultó gravemente herido.

Esos dos periodistas se habían destacado por su actividad contra la dictadura franquista y sus ideas progresistas. Ambos se habían negado a salir de su región natal y habían condenado la violencia etarra.

«Antaño, el brazo militar de ETA estaba supeditado a la cabeza política, pero ahora es a la inversa», afirmó Julen Madariaga, fundador de ese grupo y en la actualidad retirado del mismo, para explicar los atentados indiscriminados.

En una encuesta de la consultora privada Sigma Dos, realizada para el diario El Mundo, 85 por ciento de los vascos consultados opinaron que esa violencia indiscriminada afectan en forma negativa la libertad y los derechos humanos en el País Vasco.

Además, 76 por ciento de los vascos entrevistados sostuvieron que el terrorismo era el problema más importante de la región, y 69,6 por ciento dijeron que el terrorismo los afectaba en forma personal.

ETA prestaba atención a los deseos de la mayoría, pero en la actualidad los desoye y dicta las pautas que a su entender debería seguir la sociedad civil, sostuvo Madariaga, quien aun reivindica la independencia del País Vasco.

Dos escoltas de un dirigente socialista que fue ministro del gobierno de Felipe González (1983-1996) dijeron a IPS que son concientes de que el agresor siempre tiene ventaja en un atentado, pues sabe el momento preciso en el que va a cometerlo.

Los dos hombres, quienes pidieron no ser identificados, afirmaron que no tienen más miedo que el normal en esas circunstancias de alerta permanente, y que con el tiempo se acostumbran.

«En cambio, nuestras familias sí que sienten el temor de que nos pase algo», apuntaron.

Para los custodiados, la amenaza a la cual se debe su escolta permanente determina un cambio de vida, que implica entre otras cosas no poder salir nunca solos, y dejar de comprar los frecuentar cafés y bares.

Esas personas deben renunciar a cualquier rutina, incluyendo las de comprar los diarios o llevar a sus hijos a la escuela. Los escoltas explican que lo más peligroso para un amenazado es hacer una vida normal, con horarios y recorridos fijos.

A esa situación se refiere un manual confidencial al que tuvo acceso IPS, en el cual se recomienda que las personas amenazadas blinden las puertas de sus viviendas, coloquen rejas en sus ventanas y tengan siempre cerradas las cortinas.

También se les sugiere que desconfíen de encuestadores, vendedores y mendigos que llamen a la puerta de sus domicilios, que no recojan la correspondencia de sus buzones y que miren hacia atrás cuando caminan por la calle.

Otros consejos son revisar la parte inferior de sus automóviles antes de subir a ellos, en busca de explosivos, inspeccionar el interior con la misma finalidad y arrancar con la puerta abierta, porque el efecto de una bomba contra los ocupantes de un vehículo es mayor si la puerta está cerrada.

Según los escoltas, todo eso ayuda pero no es suficiente para evitar un atentado, ya que es posible hacer detonar desde lejos un explosivo colocado en la ruta de una víctima, o dispararle balazos por la espalda.

Por eso, añaden, cuando vigilan a sus protegidos miran a todas las personas que se le acercan, y observan en primer lugar sus manos. Advertir a tiempo que alguien se apresta a disparar puede salvar vidas, como ya ha ocurrido en varias circunstancias.

Escoltas y escoltados son concientes de que esa situación se mantendrá todavía bastante tiempo, porque no hay indicios de que ETA esté dispuesta a abandonar la violencia ni tampoco de que vaya a desaparecer, aunque en los últimos tiempos haya aumentado la eficacia policial contra ella. (FIN/IPS/td/dm-mp/ip hd/01

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