Las compensaciones económicas ofrecidas por países occidentales a Pakistán por estar en la primera línea de la campaña militar contra Afganistán son insuficientes para poner fin a las penurias de la población, afirmaron fuentes del gobierno.
Pakistán no ha logrado aún los beneficios a los que aspira, a dos meses de los atentados terroristas del 11 de septiembre en Nueva York y Washington y más de un mes después del comienzo de la campaña militar de Estados Unidos en Afganistán, dijo a IPS una fuente del Ministerio de Finanzas.
La prioridad de Islamabad es lograr la condonación total de su deuda externa de 37.000 millones de dólares, contraída durante más de una década.
Una segunda posibilidad sería obtener un paquete de beneficios integrado por cuatro elementos: acceso total a los mercados estadounidenses y europeos, reducción considerable de la deuda, respaldo de las agencias financieras multilaterales y nuevos préstamos bilaterales.
Sin embargo, el apoyo de Islamabad a la guerra que Estados Unidos libra contra el régimen fundamentalista islámico Talibán en Afganistán ya rindió algunos dividendos.
Estados Unidos y Japón levantaron las sanciones económicas, se pusieron en marcha conversaciones para reprogramar la deuda externa, así como acuerdos de cooperación y preferencias comerciales otorgadas por países industrializados.
Washington anunció un paquete de asistencia de 1.000 millones de dólares, Gran Bretaña condonó 40 millones de dólares de deuda y Canadá reconvirtió un préstamo de 300 millones de dólares en fondos para el desarrollo.
El Banco Asiático de Desarrollo elevó su asistencia de 626 millones de dólares a 950 millones para este año, mientras Emiratos Arabes Unidos otorgó al país préstamos por 260 millones de dólares en condiciones preferenciales.
Los aliados occidentales también comprometieron 800 millones de dólares en donaciones, y 600 millones para la población afgana desplazada por la guerra.
Japón, el principal acreedor y donante de Pakistán, al que concedió más de 5.000 millones de dólares, se negó a condonarle la deuda por razones constitucionales, pero manifestó su voluntad de renovarle la asistencia.
La ayuda japonesa a Islamabad era de 500 millones de dólares anuales hasta que Tokio impuso sanciones a Islamabad tras las pruebas nucleares de 1998.
Así mismo, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial deben aprobar un préstamo de 1.000 millones de dólares como parte de su iniciativa para la el alivio de la pobreza entre fines de diciembre y enero del año próximo.
Pero todo esto es poco para Islamabad. El ministro de Finanzas, Sartaj Aziz, no ocultó su decepción cuando el domingo pasado el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, anunció el paquete de asistencia.
La eliminación de la deuda otorgaría «un alivio muy necesario para nuestra economía», y hasta ahora el monto del recorte de la deuda no es superior a 1.500 millones de dólares, dijo Aziz.
La economía pakistaní podría perder entre 2.000 y 3.000 millones de dólares debido al conflicto afgano, de acuerdo con cálculos oficiales. Las exportaciones cayeron 30 por ciento, lo cual equivale a una pérdida de ingresos de 20 por ciento, y también disminuyeron las importaciones.
«La decisión de respaldar a la coalición contra Afganistán dirigida por Estados Unidos y la situación de primera línea en el conflicto ha elevado significativamente la vulnerabilidad de Pakistán a riesgos adicionales», sostuvo el Banco Estatal (central) de Pakistán en un informe publicado el 30 de octubre.
Las «tasas elevadas y la imposición de seguros por riesgo de guerra aumentaron el costo de las importaciones y encarecieron las exportaciones pakistaníes. Además, la cancelación de vuelos de carga de las aerolíneas extranjeras perturbó los flujos comerciales», explicó la autoridad monetaria.
Así mismo, agregó el Banco Estatal, «el continuo ingreso de refugiados afganos agregó presión sobre los limitados recursos e infraestructura del país».
Treinta y cuatro por ciento de los 144 millones de habitantes vive en la pobreza extrema, y la asistencia social que reciben es inferior a uno por ciento del producto interno bruto.
El gobierno de Pervez Musharraf espera obtener un beneficio importante de su alianza con Occidente, que impulse la economía sumida en el estancamiento y evite la reiteración de la experiencia de hace dos décadas.
En los años 80, Estados Unidos otorgó a Pakistán asistencia por valor de 50.000 millones de dólares, mientras éste participaba activamente en la ofensiva contra las fuerzas de ocupación de la Unión Soviética en el vecino Afganistán.
Pero esa ayuda no evitó la pauperización de la población. Los fondos de la cooperación internacional no se utilizaron para fortalecer las industrias de exportación y el país debilitó su sistema impositivo.
Tras la expulsión de las tropas soviéticas del territorio afgano, en 1989, la ayuda occidental se detuvo y la economía comenzó a declinar, debido a su excesiva dependencia de la asistencia externa. En los años 90, ésta fue reemplazada por endeudamiento.
El peso de la deuda por habitante es de 480 dólares anuales, mientras el ingreso por persona alcanza apenas a 415 dólares anuales, según cifras oficiales.
Las últimas concesiones occidentales no están exentas de riesgos. Los nuevos paquetes de «ayuda para la paz» pueden arruinar los esfuerzos de Islamabad por alcanzar la disciplina fiscal, ampliar la base impositiva, incrementar las exportaciones, atraer inversiones extranjeras y congelar los gastos militares al menos por tres años.
El ministro de Comercio Federal, Razzaq Dawood, admitió a la prensa que aunque es la primera vez que el país se ve libre de sanciones estadounidenses desde 1990, la guerra produce daños en la economía.
Es «muy difícil» cuantificar los beneficios que se obtendrán, pues el gobierno está discutiendo el alivio de su deuda con varias naciones acreedoras, pero «nada sustituirá el buen gobierno y la correcta administración. Nos aseguraremos de que los logros lleguen a los pobres», aseguró Dawood.
«No buscamos simplemente ayuda. Yo preferiría más comercio. Sólo con mayor acceso a los mercados de los países industrializados podremos incrementar la producción industrial y generar más empleos», dijo el ministro.
Antes del 11 de septiembre, nadie esperaba que las negociaciones iniciadas en marzo por el Ministerio de Comercio y el comisario de comercio de la Unión Europea (UE) Pascal Lamy, condujeran a un acuerdo que permitiera un crecimiento de 400 millones en los ingresos anuales del país.
La UE elevó en 15 por ciento la cuota de exportaciones textiles de Pakistán y habilitó el acceso libre de aranceles para sus productos a partir del 1 de enero de 2002.
Según Khushnud Alí, representante de la industria textil, este acuerdo coloca al país en una situación más favorable aún que la de los propios países de la UE.
No obstante, algunos funcionarios exhortan a la precaución, porque hasta ahora no se han obtenido más que promesas. (FIN/IPS/tra-eng/ni/js/dc-mlm/ip-dv/01