Un nuevo orden internacional no sólo económico, sino político y jurídico, se requiere para que el mundo no camine hacia el «caos absoluto» y sí hacia el progreso, dijo este lunes el ex presidente portugués Mario Soares, en un seminario sobre el espacio latino mundial.
La urgencia de los cambios sobresale en Africa, «un continente a la deriva» cuyos pueblos no viven mejor tras cuatro décadas de descolonización, destacó Soares en la inauguración del seminario «Interrogando la afrolatinidad» en Río de Janeiro, promovida por la Academia de la Latinidad, que concluirá este miércoles.
Solo modificaciones estructurales en el mundo permitirán solucionar los problemas africanos, que exigen condonación de la deuda, además de la Tasa Tobin, un impuesto sobre las operaciones financieras internacionales especulativas, para financiar el desarrollo de países pobres, defendió Soares.
Serán indispensables «políticas de inclusión» para que la latinidad no sea una «cultura de los excluidos», para que no haya 100 millones de brasileños en la miseria absoluta dentro de algunas décadas, señaló Cándido Mendes, secretario general de la Academía de la Latinidad.
Mendes, rector de la universidad privada que lleva su nombre en Río de Janeiro, dividió el Occidente en dos corrientes, una anglosajona, cuya prioridad es el «individuo, la ciudadanía personal», y la latina, que es «gregaria, colectiva, de mediación».
La primera promueve una «globalización dura», mientras la segunda la quiere «blanda», de acuerdo con su «civilización dulce», comparó. El espacio latino comprende a América Latina, Europa del Mediterráneo —España, Francia, Italia y Portugal— y los países africanos que fueron colonia de esos países.
Luis Cabral, ex presidente de Guinea-Bissau, dijo esperar que la latinidad, «un concepto superior», sea un factor de desarrollo.
Los africanos, conscientes de la «fragilidad» de sus naciones, temen amenazas a sus conquistas, pero procuran siempre identificar fuerzas que unen a los pueblos y «sueñan con relaciones distintas de las del pasado», comentó.
Antes de empezar el seminario, en que participa también el ex presidente de Cabo Verde, Antonio Mascarenhas Monteiro, se inauguró la muestra «Soy un simple africano», sobre Amílcar Cabral, líder de la lucha por la independencia de Guinea-Bissau y Cabo Verde, asesinado en 1973.
La Academía de la Latinidad, fundada por intelectuales europeos y latinoamericanos en marzo de 2000, tiene como objetivo estimular la solidaridad entre los pueblos latinos, sin descartar relaciones con otras culturas, y promover actividades culturales y científicas.
Son fundadores y miembros de su dirección personalidades como el ex director general de la Organización de Naciones Unidas para Educación, la Ciencia y la Cultura, el español Frederico Mayor, los escritores Gabriel Garcia Márquez, colombiano, y Carlos Fuentes, mexicano, y los economistas Celso Furtado, de Brasil, y Enrique Iglesias, uruguayo nacido en España.
El seminario procura afirmar la inclusión de los africanos en el concepto de latinidad, ya que en muchos países se habla francés, portugués, español e italiano, explicó Soares. «Ellos se sienten latinos, tal como los latinoamericanos», dijo.
Francia, que hasta hace poco dudaba del concepto, ya entiende que la defensa de la lengua francesa «pasa por la latinidad». Lo que se busca «no es combatir el inglés, sino el pensamiento único, el rollo compresor que los angosajones quieren establecer en el mundo», aclaró el ex presidente portugués.
La latinidad «agrega y crea sinergias» y «busca las raíces culturales para que se pueda actuar en el presente de forma inteligente», sostuvo el vicecanciller brasileño Luiz Felipe de Seixas Correa.
El diplomático destacó la cooperación y las relaciones económicas que ganaron impulso entre los países de lengua portuguesa en los últimos años.
Las inversiones portuguesas en Brasil se multiplicaron por 20, alcanzando 9.000 millones de dólares, la mitad de todas las radicadas desde ese país europeo en el exterior, ejemplificó.
La cooperación brasileña en educación, cultura, salud y otras áreas se intensificó con países africanos como Angola, Cabo Verde, Guinea-Bissau y Santo Tomé y Principe.
Ese acercamiento se debe en parte a la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP), creada en 1997 para desarrollar la solidaridad política y las relaciones cooperativas entre Brasil, Portugal y las nuevas naciones africanas que sufrieron la colonización portuguesa.
La distribución geográfica y la inserción de cada país en distintos bloques y organizaciones regionales o políticas imponen límites a la integración entre los miembros de la CPLP, pero a la vez los pone en condiciones de crear sinergias y promover acercamientos entre realidades más lejanas, según Soares.
Es el caso de Brasil y Portugal, como miembros respectivamente del Mercado Común del Sur (Mercosur) y de la Unión Europea, recordó. (FIN/IPS/mo/mj/cr ip/01