Organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres de Afganistán, opositoras al régimen islámico de Talibán, se preparan para integrarse en el proceso de paz y en el gobierno una vez que finalice la guerra.
El Consejo de la Mujer Afgana y la organización Mujeres por la Paz y los Derechos Humanos en Afganistán (WAPHA), radicada en Estados Unidos, mantienen contacto con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con la intención de volver a ocupar puestos de gobierno y de lograr la restauración de sus derechos.
Su plan de paz propone que una gran asamblea designe un gobierno provisional para Afganistán hasta que se celebren elecciones, idealmente en un plazo de dos años.
En 1996, el movimiento Talibán tomó Kabul y erradicó a las mujeres de la esfera pública, al tiempo que les negó el derecho a la educación y al trabajo.
Estados Unidos y sus aliados atacan Afganistán desde el 7 de octubre para derrocar al régimen de Talibán, que controla 90 por ciento del territorio y brinda refugio al saudita Osama bin Laden, acusado por el gobierno de George W. Bush de los atentados terroristas del 11 de septiembre contra Nueva York y Washington.
Antes de la guerra civil iniciada a comienzos de los años 90 que determinó el predominio talibán, las mujeres constituían 70 por ciento de los educadores, la mitad de los estudiantes universitarios, 40 por ciento de los funcionarios estatales y 40 por ciento de los médicos.
Apoyo a la Mujer en Afganistán (Negar), organización radicada en París, presentó una Declaración de Derechos Esenciales de la Mujer Afgana en consulta con 300 mujeres afganas refugiadas y en Afganistán.
La declaración enumera 10 derechos inalienables, cada uno de los cuales responde a un decreto del movimiento fundamentalista Talibán en perjuicio de las mujeres.
Negar pretende que este documento sea considerado en el diálogo de paz y que se incorporen sus principios a la próxima constitución.
Nasrine Gross, hoy radicada en Estados Unidos, es una entre muchas mujeres afganas que una vez enseñaron en las universidades de su país o trabajaron en oficinas gubernamentales. «Esas mujeres están más que preparadas para cooperar con la restauración», afirmó Gross.
WAPHA espera que los funcionarios de la ONU y Estados Unidos alienten una representación de las mujeres proporcional, y no simbólica, en el futuro gobierno afgano, dijo Zieba Shorish- Shamley, afgana residente en Estados Unidos y directora de WAPHA.
Maliha Zuflacar, profesora de sociología en la Universidad Politécnica de California y nacida en Afganistán, sostuvo que la participación de las mujeres es esencial en todos los órdenes de la vida pública.
En el pasado, destacó Zuflacar, «se cometió el error» de que se designara unas pocas mujeres en el gobierno central afgano. Ahora es necesario estimular la participación femenina en los niveles locales, afirmó.
Zuflacar dijo haber conocido en sus visitas a aldeas afganas a mujeres que son líderes naturales y que conocen las necesidades de sus propias comunidades. Son ellas, y no las exiliadas que retornen a Afganistán, quienes deben integrar los gobiernos locales, afirmó la socióloga.
La gestión de distintas organizaciones afganas, de países vecinos y de Estados Unidos hacia la creación del gobierno que suceda al de Talibán no son suficientes para la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA).
RAWA trabaja en Afganistán en zonas rurales y con refugiadas en Pakistán para «fomentar la conciencia política, educar a las muchachas» de manera clandestina dentro del país y en la «asistencia a mujeres víctimas de atrocidades».
Una portavoz de la RAWA que se identificó como Mehmooda dijo que la organización se opone tanto al fundamentalismo de Talibán como a la política de la Alianza del Norte hacia las mujeres.
«Ideológicamente hablando, no hay diferencias esenciales entre los dos grupos fundamentalistas», dijo Mehmooda.
Otras activistas restan importancia a la posición de RAWA. Shorish-Shambley y Gross creen en las declaraciones de respaldo de la Alianza del Norte a la participación de las mujeres en el futuro gobierno de Afganistán.
Otras organizaciones, como Mujeres por las Mujeres Afganas y la Misión de las Mujeres Afganas, radicadas en Estados Unidos, y la estadounidense Organización Nacional de Mujeres (NOW) pueden presionar al gobierno de Bush para comprometerlo con los derechos de las mujeres en Afganistán, afirmaron sus activistas. (FIN/IPS/tra-en/ew/aa/lp-mj/ip hd/01