La mayoría de la población del occidente de Cuba continúa incomunicada, sin servicios de electricidad, gas ni agua, tras el paso del huracán Michelle el domingo.
Michelle ingresó en Cuba por el sur de la provincia de Matanzas, a unos 200 kilómetros de La Habana. Los vientos alcanzaron una velocidad de de 210 kilómetros por hora en la localidad de Jagüey Grande y de 134 kilómetros en la capital.
Cinco personas murieron a causa del huracáno y cerca de 800.000 debieron ser evacuadas por las autoridades en cinco provincias, según datos preliminares comunicados este martes por el estado mayor de la Defensa Civil.
Los daños ocasionados en la red eléctrica y en las telecomunicaciones no tienen precedentes en la historia nacional, según los ministerios de Industria Básica y de Informática.
La torre del sistema nacional de televisión fue derribada por el viento y lo mismo sucedió con siete torres que garantizan la telefonía y otras tres dedicadas a la transmisión radiofónica. Durante más de un día, quedaron interrumpidas las comunicaciones por satélite y el acceso a la red informática mundial Internet.
Las autoridades prevén que La Habana recupere la normalidad a mediados de esta semana, pero no se sabe cuánto se demorará en zonas mucho más afectadas y que aún se encuentran aisladas por las inundaciones, la destrucción de carreteras y la caída de árboles.
En el municipio de La Habana Vieja, única zona de la capital donde los cables de transmisión de electricidad han sido instalados bajo tierra, el servicio de energía se reanudó de forma sostenida desde la madrugada del martes.
Pero la mayor parte de la capital continuaba sin electricidad y, en algunos lugares volvía pero de manera intermitente. Los servicios de gas se reanudaron, pero el abasto de agua se mantenía interrumpido.
«Dije que sobreviviríamos al huracán y sobrevivimos», afirmó el presidente cubano Fidel Castro, quien recorrió las zonas más afectadas. A juicio del mandatario, los daños pudieron ser peores.
Castro aseguró que el Estado destinará recursos materiales y alimentos de sus reservas centrales para ayudar a los territorios y a las poblaciones más perjudicadas.
El presidente de la Asamblea Nacional de la Republica Popular (parlamento) de China, Li Peng, de visita en Cuba desde el sábado, anunció que su país destinará cinco millones de dólares para ayudar a los damnificados.
«No puedo decir lo que ocurrió. Vimos algo como de color rojo que venía rumbo a nosotros y nos tumbó la casa en un santiamén», dijo Lidia Martínez, vecina de Pálpite, una localidad pantanosa de la Ciénaga de Zapata, directamente afectada por el huracán.
La prensa nacional aseguró que en ese humedal, el mayor del área del Caribe, el azote de los vientos barrió literalmente varios pequeños poblados, afectando unas 600 viviendas, 80 por ciento del total.
Los cienagueros se dedican a rescatar a cientos de cocodrilos que escaparon del mayor criadero nacional de esa especie, en las inmediaciones del centro turístico de La Boca, totalmente destruido.
Al menos 10.000 viviendas fueron dañadas en toda la provincia de Matanzas, 2.000 de ellas totalmente destruidas, y unas 90.000 toneladas de frutos se perdieron en los campos de la mayor hacienda de cítricos, en Jagüey Grande.
En la sudoccidental ciudad costera de Cienfuegos, 254 kilómetros al sudeste de La Habana, las embarcaciones navegaban por el centro de la ciudad. En la playa habanera de El Cajío, el mar se retiró unos 300 metros por los fuertes vientos desde el norte.
En La Habana, el viento arrancó de raíz 3.315 árboles de los poco más de 120.500 de la ciudad. Por suerte para los capitalinos, las lluvias y la penetración del mar fueron menos intensas de lo esperado.
Hasta el mediodía del lunes se registraron en la capital cubana 179 derrumbes y daños parciales o totales en los techos de 1.550 viviendas.
Los daños a las plantaciones de caña de azúcar, cítricos, tabaco, banano y otras producciones agrícolas se consideran muy severos, pero aún no se han evaluado.
Hasta el momento hay «un total de 22.405 viviendas afectadas y 2.674 de ellas con daños totales. El resto sufrieron fundamentalmente deterioro en techos o cubiertas», afirmó el teniente coronel Astul Castellanos.
Se registraron 609 industrias perjudicados, 28 de ellas destruidas, y fueron afectados, en menor o mayor grado, 82 centros de salud, 385 escuelas y 28 círculos infantiles (guarderías estatales).
«Falta comunicación con muchas de las áreas azotadas por el huracán, incluidas ciudades importantes, lo cual hace imposible por el momento cuantificar las pérdidas por cada sector de la economía y los servicios», según un informe de la Defensa Civil.
Nacido como depresión en la costa atlántica de Nicaragua, Michelle entró en Cuba con una categoría de cuatro en la escala Saffir-Simpson, de un máximo de cinco. Un huracán de tal intensidad no azotaba este país desde 1944.
Antes de llegar a Cuba, Michelle, aún en categoría de tormenta tropical, dejó miles de damnificados y pérdidas millonarias en varios países de América Central.
Los mayores daños se registraron antes de que Michelle llegara a Cuba, en Jamaica, donde dejó 12 muertos, Honduras, con al menos seis muertos, 14 desaparecidos y cerca de 51.000 damnificados, y Nicaragua, con cuatro muertos y unos 10.000 evacuados. (FIN/IPS/da/mj/dv en/01