/CORRECCION/ NICARAGUA: Compromisos y pujas restan poder al presidente electo

El derechista y oficialista Enrique Bolaños, presidente electo de Nicaragua, carecerá de poder suficiente para cumplir con sus designios a pesar de haber obtenido más de 53 por ciento de los votos en los comicios del domingo, según analistas.

Bolaños, un ingeniero y empresario de 73 años, gobernará en el próximo lustro uno de los países más pobres y endeudados de América Latina, en medio de una severa crisis económica y social.

El presidente electo «no es débil de carácter, pero tiene tantos compromisos adquiridos con diversos sectores que eso le puede restar fuerzas», dijo a IPS la nicaragüense vicepresidenta del Parlamento Centroamericano (Parlacén), Julia Mena, del Partido Liberal Independiente aliado con el Conservador.

El nuevo presidente estará a la sombra de su antecesor, Arnoldo Alemán, según los expertos. El actual mandatario pasará automáticamente a ocupar un escaño en el parlamento unicameral (Asamblea Nacional) una vez que entregue el poder.

«Bolaños es el triunfador de las elecciones, pero será un presidente débil», pronosticó el economista y sociólogo nicaragüense Cirilo Otero en declaraciones a IPS.

Otero aseguró que ninguno de los tres aspirantes aspirantes a la presidencia que tenían mayores posibilidades en las elecciones del domingo contaban con capacidad suficiente para sacar adelante a Nicaragua.

Esos candidatos eran Bolaños, del gobernante Partido Liberal Constitucionalista, el ex presidente Daniel Ortega, del centroizquierdista Frente Sandinista para la Liberación Nacional, y Alberto Saborío, del derechista Partido Conservador.

El analista nicaragüense Mario Quintana, de la no gubernamental Coordinadora Civil para la Emergencia y la Reconstrucción nicaragüense, explicó a IPS que el triunfo de Bolaños es claro, si bien aún está por verse en qué escenario político desempeñará su mandato.

«Posiblemente (el actual presidente Arnoldo) Alemán sea el próximo presidente del congreso y es por eso que podría tener un pulso de poder con Bolaños», indicó este especialista.

Tras varios días de ser azotados por el huracán Michelle, los nicaragüenses formaron largas filas el domingo para ejercer su derecho al voto, en un proceso catalogado como tranquilo pero lento.

Un total de 9.502 mesas receptoras de votos recibieron una masiva afluencia de ciudadanos mayores de 16 años, quienes para votar sólo tuvieron que presentar su documento de identidad o a dos testigos que dieran fe de su filiación.

Las mesas electorales tenían previsto abrir las urnas a las siete de la mañana hora. local (13.00 GMT) y cerrar a las seis de la tarde (00.00 GMT del lunes), pero el proceso se prolongó varias horas debido a los retrasos.

Otero atribuyó el triunfo de Bolaños a que la campaña política, iniciada el 18 de agosto y concluida el 31 de octubre, estuvo marcada por los símbolos del miedo. «Se infundió el miedo hacia Daniel Ortega, tanto por su pasado como presidente como por su pasado personal», recalcó.

Ortega gobernó Nicaragua de 1979 a 1990 y durante su administración instauró una revolución de corte socialista que nacionalizó empresas, confiscó tierras, invadió haciendas y repartió parcelas e impuso el servicio militar obligatorio.

El gobierno de los Estados Unidos había expresado públicamente sus reservas sobre un eventual regreso de Ortega al poder.

Además, en los últimos días Zoilamérica Narváez, hijastra de Ortega, logró que la Corte Interamericana de Derechos Humanos aceptara analizar las acusaciones de violación contra el ex presidente cuando ella era menor de edad.

«Esto influyó en los votantes, que a la postre se decidieron en mayoría por el candidato liberal», indicó Otero.

Al cabo del proceso electoral, de poco sirvió el discurso de concertación que trató de enarbolar Ortega y sus públicos pedidos de perdón por sus errores del pasado.

Bolaños y compañero de fórmula, José Rizo, asumirán funciones el 10 de enero con el pleno respaldo del gobierno estadounidense y de los empresarios de Nicaragua, nucleados en el Consejo Superior de la Empresa Privada.

Según Otero, ese doble apoyo será fundamental para Bolaños, pues le dará estabilidad política al país y fomentará la tranquilidad económica para la radicación de inversiones.

Alemán y Ortega deberán verse las caras en el recinto parlamentario, dada la reforma constitucional que ambos respaldaron el año pasado y que otorga un escaño en la Asamblea Nacional al presidente saliente y al candidato que ocupe el segundo lugar en las elecciones presidenciales.

«El que decidió las elecciones de este domingo no fue ningún plan de gobierno, sino los acontecimientos del 11 de septiembre», dijo Mena.

«Los liberales aprovecharon para generar miedo en torno a la figura de Ortega y por eso enviaron un mensaje muy agresivo», apuntó la integrante del Parlacén. Ahora le tocará a Bolaños la tarea de reconciliar al país.

En estas elecciones Nicaragua se polarizó más que en los comicios de 1996 y es por eso que, si Bolaños quiere tener éxito en su gestión, deberá trascender las rencillas y unir a la familia nicaragüense, acotó.

En las elecciones del domingo, además del presidente y vicepresidente, también se eligieron a 90 diputados al congreso unicameral y 20 diputados al Parlacén.

El padrón electoral estuvo conformado por cerca de 2,7 millones de nicaragüenses, aunque especialistas calculan que la cifra real de votantes habilitados era de 2,5 millones, restando los fallecidos y los residentes en el extranjero.

En el último mes y medio, las encuestas habían señalado un persistente empate técnico entre Bolaños y Ortega, que se dirimió en las urnas a favor del candidato liberal.

Bolaños, Ortega y Saborío firmaron antes de los comicios un documento presentado por la Coordinadora Civil para la Emergencia y la Reconstrucción, según el cual el próximo gobierno deberá tomar en cuenta a las organizaciones no gubernamentales cuando en marzo de 2002 se tomen nuevas medidas de ajuste económico.

En esa fecha, representantes del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional se reunirán con las autoridades nicaragüenses para discutir el programa económico para los próximos años.

«Nosotros proponemos que debe crearse una agenda política de consenso, sobre todo para combatir la pobreza», explicó Quintana.

Todos los expertos coincidieron en que uno de los principales retos de Bolaños será reactivar la economía nicaragüense al tiempo que combate la pobreza.

Cerca de 60 por ciento de los nicaragüenses viven en condición de pobreza, que difícilmente puede ser atacada pues el país debe afrontar una deuda externa de 6.750 millones de dólares.

Además, Nicaragua tiene una economía estancada pues actualmente sólo exporta 600 millones de dólares anuales, mientras importa en bienes y servicios cerca de 1.800 millones. (FIN/IPS/nms/mj/ip/01

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