El número de medios de prensa aumentó en el sudeste asiático en los últimos años, pero esto no necesariamente se tradujo en una mejora de la calidad de la información.
Ahora, nuevos problemas dificultan el desarrollo de la prensa y amenazan con socavar todavía más su credibilidad. Muchos medios cerraron o sufren grandes pérdidas debido a su baja calidad periodística y la dura competencia.
La libertad de prensa dio paso a una proliferación de medios de comunicación en Indonesia, Filipinas, Tailandia, y en cierta medida, en Camboya. Esto, a su vez, provocó una lucha encarnizada por los limitados anuncios publicitarios.
Muchas compañías periodísticas adoptaron un estilo de prensa amarillista en un esfuerzo por aumentar su circulación y atraer más anunciantes.
Ese hecho, sumado a la falta de capacitación de muchos periodistas de la región, ha deteriorado la calidad del periodismo.
Además, como los salarios en esta profesión suelen ser bajos, muchos periodistas se ven tentados a aceptar sobornos a cambio de escribir artículos favorables a ciertas personalidades, una práctica que se conoce como «periodismo de envolvimiento» en Indonesia y Filipinas.
Sin embargo, algunos observadores afirmaron que el actual problema de la prensa en el sudeste asiático es la simple falta de profesionalismo y del sentido de la ética, así como una historia de sometimiento al poder.
Por ejemplo, los medios de Indonesia todavía están aprendiendo cómo utilizar su nueva libertad y responsabilidad en sus primeros años de democracia, observó Lukas Luwarso, vicepresidente de la Alianza de la Prensa del Sudeste Asiático.
Para ayudarlos en esa tarea, se formó en abril de 2000 el Consejo de la Prensa Indonesia, en sustitución del antiguo consejo estatal que «funcionaba más como un instrumento del gobierno», señaló Luwarso.
Por otra parte, el director del Instituto de Comunicaciones de Camboya, Sek Barisoth, se manifestó «orgulloso de oir a algunos colegas extranjeros afirmar que la libertad de prensa en Camboya es mayor que en varios países de la región».
Admitió, sin embargo, que los medios de comunicación camboyanos están afectados por «sesgo partidario, sobornos, falta de ética profesional e irresponsabilidad».
Organizaciones de la sociedad civil de toda la región se quejan de ser marginadas o presentadas en forma negativa en los medios.
«Por ejemplo, cuando los pobres realizan manifestaciones en las calles de Bangkok, la prensa evoca imágenes de desorden social», señaló Kalaya Chareonying, una profesora de relaciones internacionales de Bangkok.
«Las causas del descontento son pasadas por alto o tratadas muy superficialmente. Los informes reflejan la desaprobación de las autoridades hacia las manifestaciones, y se pierde el contexto. La prensa sólo capta los actos de violencia. ¿A qué se deberá eso?», preguntó.
La respuesta es probablemente la estrecha conexión entre políticos y quienes escriben sobre política en los periódicos.
«Al no cuestionar la forma en que funciona la sociedad, los medios perpetúan los prejuicios y la injusticia social», y «terminan siendo instrumentos que sustentan la estructura del poder», lamentó Kalaya.
La buena noticia es que, en algunos países de la región donde la prensa tiene más restricciones, las fuerzas del mercado estimulan a los medios a adoptar una política editorial más liberal para aumentar su circulación.
Pero en Malasia, una iniciativa oficial para establecer un consejo de la prensa fue recibida con recelo. Los críticos señalaron que el control de los medios ya es ejercido a través de leyes represivas, del control político de los medios y de la autocensura.
«Me pone algo nervioso la idea de un consejo de la prensa en Malasia», declaró el analista Mustafá Anuar.
«Idealmente, sus miembros deberían representar a los intereses de todos los sectores de la sociedad. De lo contrario, el consejo permitiría un control de los medios por los más poderosos y marginaría a los pobres y débiles», opinó.
Otros opinan que un consejo no es la mejor forma de garantizar el profesionalismo y la ética en el periodismo. Indonesia, por ejemplo, tiene 22 agencias observadoras de los medios, establecidas por ex periodistas y activistas.
En Singapur también hubo una iniciativa de la sociedad civil por establecer un consejo de la prensa, pero no prosperó por falta de fondos. (FIN/IPS/tra-en/an/ccb/js/mlm/cr-hd/01