El gobierno de China aprovecha la guerra contra el terrorismo promovida por Estados Unidos para fortalecer su propia campaña contra el movimiento separatista musulmán de la noroccidental provincia de Xinjiang, aseguró la organización Human Rigths.
El ministro de Relaciones Exteriores, Tang Jiaxuan, condenó el terrorismo ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones como «un flagelo común, que se abate sobre la comunidad internacional», y sostuvo que China es uno de sus blancos.
Tang sostuvo que las fuerzas musulmanas de Xinjiang son entrenadas, equipadas y financiadas por organizaciones terroristas de alcance mundial.
La Región Autónoma Uigur, de Xinjiang, comprende el territorio de Turkestán oriental, de 1,6 millones de kilómetros cuadrados, en que viven más de 10 millones de musulmanes, la mayoría pertenecientes a grupos uigur de habla turca. También hay minorías kazakas, kirgicas, uzbekas y tajikas.
En una reunión con la Alta Comisionada de las Naciones Unidos para los Derechos Humanos, Mary Robinson, el viceprimer ministro Qian Qichem aseguró que unos 1.000 musulmanes chinos fueron entrenados en Afganistán, en campamentos de la organización Al Qaeda, de Osama bin Laden.
Fue esa la primera vez que un gobernante chino vinculó a los separatistas islámicos de Xinjiang con Bin Laden, el saudita acusado por Estados Unidos de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.
No obstante, las autoridades chinas siempre habían atribuido relaciones a esas fuerzas con organizaciones del exterior.
Grupos defensores de los derechos humanos advirtieron que el gobierno intensificó su campaña contra los separatistas tras los atentados en Estados Unidos.
Un alto número de musulmanes considerados disidentes por el gobierno chino fueron detenidos, juzgados sumariamente y algunos ejecutados, denunciaron activistas de los derechos humanos.
Tres integrantes de la minoría étnica uigur fueron ejectuados en 1997 tras ser acusados de participar en una protesta en la ciudad de Yili, en Xinjiang. Otros 20 fueron enviados a prisión acusados de violencia separatista, actividad religiosa ilegal u oposición al gobierno.
«Nos preocupa que, en el tratamiento de las minorías, las autoridades chinas no distingan entre una expresión pacífica de disenso o identidad cultural y religiosa y actos violentos», sostuvo Human Rights en una carta entregada a Mary Robinson.
En la región autónoma uigur de Xinjiang, las autoridades aseguran luchar contra movimientos terroristas violentos. Pero los calificativos «terrorista» y «separatista» se usan indiscriminadamente y para «legitimar la supresión de cualquier forma de disenso político», aseguró Human Rights.
Analistas advirtieron que la situación de los derechos humanos puede empeorar en China tras el ingreso del país en la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Para facilitar la admisión de China en la OMC, concretada el 10 de este mes, el Congreso de Estados Unidos renunció a la revisión que realizaba anualmente del estado de los derechos humanos en este país.
Al respaldar la guerra antiterrorista de Washington, Beijing evitó la posibilidad de que el presidente George W. Bush pidiera una investigación sobre derechos humanos o lo condenara en la reunión anual de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra.
Días antes del ingreso de China al club internacional de comercio, Robinson, durante una visita a Beijing, urgió al gobierno a no utilizar la guerra contra el terrorismo como una excusa para reprimir a la minoría musulmana de Xinjiang.
Robinson dijo que las quejas por las violaciones de los derechos humanos en Xinjiang aumentaron desde el 11 de septiembre y exhortó a Beijing a cumplir las disposiciones internacionales sobre discriminación racial y étnica.
Pero Beijing defendió su campaña contra los separatistas en Xinjiang. El viceprimer ministro Qian Qichen respondió a Robinson que China respeta los derechos de los 10 millones de musulmanes de la provincia, y marcó la diferencia entre ese grupo de población y los 1.000 uigur que Beijing afirma que recibieron entrenamiento militar en Afganistán.
La revista oficial Semanario presentó en su portada una nota titulada «La lucha de China contra el terrorismo», que señaló a los radicales islámicos de Xinjiang como el principal enemigo del gobierno.
Por primera vez un medio oficial informó que los responsables de una serie de acciones violentas en Xinjiang en 1997 fueron entrenados en Afganistán entre 1995 y 1997. Una vez en China, estos hombres de la minoría uigur adquirieron explosivos y realizaron varios ataques, aseguró Semanario.
Yang Su, experto en Asia Central de la Universidad de Lanzhou, fue citado por la revista diciendo que «la posición de China contra el terrorismo siempre fue consistente».
«Es importante destacar que Beijing esperó el momento adecuado para publicitar su lucha» contra los separatistas, agregó Yang. (FIN/IPS/tra-en/ab/ral/lp-ff/hd ip/01