BRASIL: Una política exterior en ascenso

Brasil confirmó en la cuarta Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC) haber construído una política exterior de cierta coherencia y eficacia.

El gran triunfo de esa estrategia externa fue la declaración aprobada por la conferencia de seis días de la OMC, finalizada el miércoles en Doha, capital de Qatar, que legitima la posición brasileña de supeditar las patentes farmacéuticas a necesidades de salud pública en casos de emergencia.

Pero hubo otras conquistas, tanto en la OMC, donde Brasil afirmó un moderado liderazgo de los países en desarrollo, como fuera del área comercial.

El pronunciamiento del presidente Fernando Henrique Cardoso en favor de la «globalización solidaria», expresado el 10 de este mes en la inauguración de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y en su visita a España y Francia, a fines de octubre, tuvo una novedosa repercusión.

Cardoso reclama también la democratización de las relaciones internacionales, incorporando más países al Consejo de Seguridad de la ONU y a las instancias de decisiones económicas mundiales, como en el Grupo de Ocho países más industrializados y en el Fondo Monetario Internacional.

La diplomacia comercial brasileña adoptó una postura «más agresiva», reconocieron críticos de su actuación anterior, como Gilberto Dupas, profesor de la Universidad de Sao Paulo, y el empresario Luis Furlán, vicepresidente de la Federación de las Industrias de Sao Paulo.

Para eso contribuyeron las dificultades que afronta Brasil en sus cuentas externas, con el déficit comercial acumulado desde 1995 y la consecuente dependencia de capitales extranjeros, que agravaron la vulnerabilidad del país a las crisis financieras internacionales.

El discurso brasileño ganó consistencia al defender la reducción de desigualdades mundiales, tanto en el comercio como en el poder político, financiero y tecnológico.

Brasil logró en Doha que se incluyera, entre los asuntos a tratar en la futura ronda de negociaciones multilaterales de la OMC, la revisión de las reglas del crédito a la exportación, cuya aplicación actual representa una gran desventaja para los países en desarrollo.

La mayor capacidad financiera de los países ricos les permite apoyar las exportaciones con tasas de interés muy inferiores. Por eso Brasil perdió una disputa con Canadá en la OMC, al ofrecer créditos con intereses de nivel internacional para la exportación de aviones.

Los atentados terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos también contribuyeron a la actual ofensiva diplomática brasileña en distintos frentes.

Cardoso aprovecha la conmoción mundial para defender «un nuevo orden internacional», con menos desigualdades, como forma de desestimular el terrorismo.

La política exterior brasileña era hasta ahora blanco de críticas por su débil presencia en las grandes cuestiones mundiales, en contraste con el tamaño del país y de su economía y con el papel desempeñado por China e India, por ejemplo.

La escasa influencia internacional de Brasil se refleja en su imagen. Este país sigue siendo conocido en el mundo en especial por el fútbol y el carnaval, según un estudio patrocinado por la Confederación Nacional de Transportes y realizado en 22 países de todos los continentes.

La encuesta, hecha por el Instituto Sensus entre agosto y octubre, señaló que 36,6 por ciento de las 8.912 personas consultadas vincula a Brasil con el fútbol y otros deportes y 19,4 por ciento con el carnaval.

La investigación indicó que Brasil es vinculado a la situación de pobreza, las playas y a los bosques y habitat de los indígenas por entre seis y ocho por ciento de los entrevistados.

Los futbolistas Pelé, con 33,9 por ciento de los encuestados, y Ronaldo, con 19,7 por ciento, son los brasileños más conocidos entre los entrevistados, superando largamente al presidente Cardoso, limitado a 3,8 por ciento de las respuestas.

El café es aún el principal producto de exportación brasileño para 58,2 por ciento de los entrevistados, aunque ya perdió tal posición hace más de dos décadas, siendo hoy superado por aviones, vehículos, calzados y, en el área agrícola, por la soja, carnes y azúcar.

Esa visión de Brasil es consecuencia de una insuficiente divulgación de la realidad brasileña, de una actuación en el exterior limitada al comercio y turismo, admitió a IPS Mario Marconini, director ejecutivo del Centro Brasileño de Relaciones Internacionales.

La imagen internacional de Brasil «mejoró mucho en los últimos 20 años», pero ese es un proceso lento y exige un esfuerzo más amplio, «quizás en el área cultural', evaluó.

La diplomacia cuenta hace mucho con un cuerpo de profesionales reconocidamente capacitado, pero nunca había sido prioridad en la política brasileña. Sin embargo, la situación cambió en los últimos años, producto de la apertura del mercado local y a la intensificación de las relaciones económicas con el exterior.

En Brasil se dictan en la actualidad 33 cursos de graduación universitaria en relaciones internacionales, con un total de 15.000 alumnos. Pero en 1995 eran sólo tres. Además, existen ocho cursos de posgrado y 16 institutos de investigación en esa área.

El curso de relaciones internacionales de la Universidad de Sao Paulo se tornó este año el cuarto más disputado en los exámenes de selección de nuevos alumnos, con 59,7 candidatos para cada lugar. Fue superado sólo por los de publicidad, periodismo y fisioterapia.

Ese dato universitario indica el nuevo interés que despiertan las relaciones externas entre la juventud de un país considerado hasta ahora muy introspectivo y poco atento a las cuestiones internacionales. (FIN/IPS/mo/dm/ip/01

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