La detención de 10 parlamentarios opositores en los últimos tres meses asestó un golpe al proceso de democratización en Siria, pero subsisten señales de apertura.
Los legisladores independientes Mamoun al Homsi y Riad Seif fueron detenidos hace dos meses. Ambos son reconocidos abogados y podrían ser sentenciados a cinco años de prisión e incluso a cadena perpetua.
Al Homsi y Seif afrontan un juicio penal por criticar al gobierno de Bashar al Assad, un oftalmólogo de 36 años que el año pasado heredó la presidencia tras la muerte de su padre, Hafez al Assad.
Esos dos legisladores serán los primeros en décadas que tendrán un juicio abierto al público, destacaron los analistas. Las detenciones comenzaron el 9 de agosto y fueron arrestados 10 parlamentarios.
«Si en Siria hubiera democracia, yo no tendría que estar aquí. Entramos a prisión por la causa de la libertad. Larga vida a Siria», gritó Homsi en un tribunal de Damasco.
Homsi se declaró inocente. «Ninguna de mis declaraciones contradijo la constitución y todos mis comentarios en el parlamento fueron difundidos por la prensa», declaró ante el juez. Su caso se postergó hasta el 27 de este mes, y el de Sheif hasta el 28.
Seif, elegido diputado en 1994 y reelegido en 1998, fue llamado por la justicia el 6 de septiembre, acusado de «incitar la división interreligiosa, formar una sociedad secreta y organizar reuniones subversivas para imponer el desorden».
El parlamentario organizaba foros semanales de debate en su domicilio, a 15 kilómetros de la capital. Los participantes, que llegaron a ser 400, se pronunciaron por el fin del régimen de partido único, la libertad de los presos políticos y el levantamiento de la ley marcial.
El gobierno alegó que los foros realizados por Seif fueron ilegales. El diario oficial Tishreen dijo en un editorial que las reuniones buscaban «alterar el clima de libertad y democracia en Siria».
«La puerta está abierta para quienes desean participar del proceso de desarrollo y modernización dentro del orden legal. Pero el gobierno no permitirá la acción de aquellos que quieren bloquear el proceso», agregó el editorial.
Los otros ocho detenidos deberán comparecer ante un tribunal de seguridad interior, cuyas sentencias son inapelables.
La coalición opositora Congreso Nacional Democrático (CND) pidió la libertad de los 10 legisladores y la anulación de los decretos-ley que controlan la actividad política.
Los servicios de seguridad «no deben interferir en la vida política y deben estar al servicio de la ley y no por encima de ella», afirmó el CND. El portavoz de la coalición, Hassan Abdel Azim, calificó las detenciones de «completamente injustificadas».
Uno de los detenidos es Aref Dalila, dirigente del movimiento de la sociedad civil y ex profesor de economía en la Universidad de Damasco.
Poco antes de su arresto, Dalila dijo que «el nuevo presidente Assad dio esperanza de que Siria vería un nuevo régimen, pero después de unos meses, la vieja guardia que se beneficia de sus cargos y autoridad devolvió todo a la situación anterior».
A pesar del retroceso que significan las detenciones, los dirigentes opositores parecen ganar fuerza de los cambios introducidos, entre los que se cuentan la habilitación de medios de prensa independientes y de organizaciones defensoras de los derechos humanos.
Además, cientos de prisioneros políticos fueron puestos en libertad y decenas de exiliados pertenecientes a la antes proscripta Hermandad Musulmana obtuvieron permiso para regresar a Siria.
Amnistía Internacional celebró el indulto concedido a nueve presos políticos. «Este paso positivo debe ser seguido de inmediato de la liberación de todos los presos de conciencia restantes», declaró.
El indulto, decretado en el 31 aniversario de la llegada al poder de Hafez al-Assad, incluyó a miembros del Partido Comunista del Trabajo encarcelados entre 1987 y 1992, destacó Aktham Nueisa, presidente de los Comités para la Defensa de los Derechos Humanos.
Las contradicciones del proceso político de Siria se deben a que se vive un momento de transición, pero Bashar al Assad está dispuesto a mantener el ritmo de las reformas, aseguraron algunos analistas.
Imad Shueibi, profesor de la Universidad de Damasco, cree que el presidente mantendrá su política democratizadora. El lento avance se debe a la necesidad de asegurar la estabilidad en un momento de tensión con Israel, afirmó.
«Aunque Siria aún es una dictadura fascista, las manos del presidente están limpias», observó Haitham Maleh, un activista de derechos humanos que pasó ocho años en prisión. (FIN/IPS/tra- en/gb/ss/raj/lp-ff/hd ip/01