/BOLETIN-AMBIENTE/ ENERGIA-CHINA: Guerra en Afganistán acelera proyectos

China decidió acelerar los planes para aumentar y diversificar sus fuentes de energía, en vista de la prolongación de la guerra en Afganistán y la consiguiente incertidumbre en Medio Oriente, una gran fuente de petróleo.

Altos funcionarios de la industria petrolera reconocieron que los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos y los ataques de represalia contra Afganistán apresuraron los planes para el establecimiento de una reserva estratégica de petróleo.

El proyecto de construcción de un gasoducto de 4.000 kilómetros para transportar gas desde la región occidental de Xinjiang hacia el este y la compra de petróleo a Kazajistán adquirieron nueva importancia ante la perspectiva de guerras prolongadas en la región.

La reducción de la dependencia china de Medio Oriente como proveedor de energía y de Estados Unidos, cuya marina controla las rutas de los buques cisterna a través del océano Indico y del mar de China Meridional, es considerada vital ahora para el abastecimiento nacional de petróleo a largo plazo.

«Aunque Estados Unidos es una víctima de los atentados del 11 de septiembre, en la realidad de posguerra, Washington podría fortalecer su control de las reservas petroleras de Medio Oriente», vaticinó Ye Zicheng, del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Beijing.

«De hecho, tan pronto como en 1997, la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado estadounidense identificó la región como 'de gran interés' para Estados Unidos», agregó.

La seguridad del petróleo de China enfrenta un gran desafío debido al creciente apetito del país por el petróleo y la también creciente brecha entre la producción y la demanda domésticas.

Actualmente, China importa cerca de 30 por ciento del petróleo que consume, y dos tercios de esa cantidad procede de Medio Oriente.

La necesidad de petróleo sólo puede aumentar con el crecimiento económico, que se mantendrá estable en siete por ciento anual en el futuro cercano, según previsiones.

Se calcula que la demanda china de petróleo ascenderá a 390 millones de toneladas para 2020, mientras la producción doméstica se situará en 180 millones de toneladas.

«Más de la mitad de nuestra demanda de petróleo dependerá de las importaciones para entonces», advirtió Wang Zhongming, un funcionario de la Comisión Económica y Comercial del Estado.

El año pasado, China importó 70 millones de toneladas de petróleo, frente a 36 millones en 1999, pese al aumento de los precios del producto en el mercado internacional.

En un foro internacional sobre petróleo realizado en Beijing, Wang exhortó al rápido establecimiento de una reserva estratégica del mineral y a la aprobación de una ley nacional para garantizar la seguridad nacional de petróleo.

«Debemos regular rápidamente la cooperación con el extranjero en la exploración de petróleo en tierra y mar adentro, la protección de oleoductos y gasoductos y la reserva estatal de petróleo, con el fin de preparar el camino para la ley», instó Wang.

Previamente, China había anunciado planes de desarrollo de una reserva estratégica de seis millones de toneladas de petróleo para 2005.

Pero hace dos semanas, expertos señalaron que Beijing debería incrementar las reservas a 18 millones de toneladas y empezar a acumularlas tan pronto como el año próximo, para beneficiarse de los bajos precios internacionales.

Ante la perspectiva de la continuación de la guerra en el invierno, China encara de otra manera los proyectos de construcción de gasoductos, que anteriormente tenían más interés político que beneficio económico real.

Beijing ya anunció planes para construir un conducto «oeste- este» entre los yacimientos de gas natural de la cuenca del Tarim, en Xinjiang, y la próspera ciudad costera de Shangai.

El gobierno cree que el proyecto aumentará el empleo y la actividad económica en el lejano oeste, una zona empobrecida y afectada desde hace largo tiempo por movimientos separatistas.

Pese a contar con el apoyo del primer ministro Zhu Rongji, quien promueve la ampliación del uso del gas natural para ayudar a reducir la contaminación, el gasoducto propuesto enfrenta grandes desafíos.

Once ministerios estarían involucrados en la administración del gasoducto, y sólo la línea troncal atravesaría 12 provincias y 50 ciudades. Su construcción costaría cerca de 15.000 millones de dólares.

Además del altísimo precio, las firmas extranjeras candidatas a la ejecución del proyecto temen por la falta de mercados de gas a lo largo de la ruta del gasoducto entre Urumqi y Shangai.

Luego de seis meses de ofertas, sólo tres de un grupo inicial de 19 inversionistas permanecen en las negociaciones.

Por desalentador que parezca el proyecto, la guerra en Afganistán añadió ímpetu a los esfuerzos por la diversificación de las fuentes de energía.

«El proyecto reducirá nuestra dependencia de una única fuente de petróleo importado. Nos ayudará a lograr un equilibrio entre las importaciones de Medio Oriente y la explotación doméstica», dijo un analista de energía.

Varios expertos consideran que el gasoducto sería la primera parte de una red mucho mayor que uniría yacimientos de Asia central con China y Japón.

Países centroasiáticos como Kazajistán y Turkmenistán poseen algunos de los mayores yacimientos de gas natural del mundo sin explotar.

«Si la guerra se prolonga y Estados Unidos la usa para afirmarse militarmente en la región, la estrategia de energía de China a largo plazo se modificará», vaticinó el analista chino. (FIN/IPS/tra-en/ab/ral/mlm/en-ip/01

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