/BOLETIN-AMBIENTE/ CAMBIO CLIMATICO: Optimismo pese a Estados Unidos

Grupos ambientalistas manifestaron optimismo por el progreso en Marruecos hacia la implementación del Protocolo de Kyoto sobre cambio climático, pese a la ausencia de Estados Unidos, el mayor emisor de gases de invernadero.

Estados Unidos es un mero observador de las negociaciones que se prolongarán hasta el 9 de este mes en Marrakesh, pero la Unión Europea (UE), Japón y otros países industrializados «están avanzando», destacó Jennifer Morgan, directora del programa de cambio climático del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

Esos países están redactando leyes nacionales para ratificar e implementar el tratado de 1997, agregó.

El Protocolo de Kyoto, llamado así por la ciudad japonesa en que fue aprobado, establece que, antes de 2012, los 38 países industrializados deben reducir 5,2 por ciento sus emisiones conjuntas de gases de invernadero respecto de los niveles de 1990.

Los gases de invernadero, derivados de la quema de combustibles fósiles como el carbón y el petróleo, son los responsables del recalentamiento de la atmósfera terrestre, que provoca grave trastornos climáticos.

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, retiró su respaldo al tratado por considerarlo injusto porque no compromete a los países en desarrollo a cumplir objetivos de reducción de las emisiones.

La UE, en cambio, exhortó a sus estados miembros a ratificar el Protocolo para junio de 2002, a tiempo para la conmemoración del décimo aniversario de la Cumbre de la Tierra, realizada en Río de Janeiro, donde se redactó una primera versión voluntaria del protocolo.

Ahora, los países están negociando cuestiones prácticas como la forma de ejecución de las normas del tratado, además del mandato y la composición regional de la junta ejecutiva que supervisará el acuerdo.

«Nos estimula la determinación de las partes a avanzar», expresó Nathalie Eddy, activista de la organización Greenpeace International.

Sin embargo, Morgan reconoció que, pese a su optimismo, los ambientalistas vigilan de cerca a Rusia, Japón y Canadá para que no den marcha atrás en su compromiso de impulsar el proceso.

Además, señaló, persisten diferencias sustanciales. Rusia, por ejemplo, condicionó su apoyo al tratado a un crédito adicional para mantener sus vastos bosques, que constituyen un sumidero natural de dióxido de carbono, pero Alemania se opone.

Al menos 55 países que representen 55 por ciento de las emisiones de gases de invernadero del mundo industrializado en 1990 deben ratificar el Protocolo para que adquiera fuerza vinculante.

Sin el respaldo de Estados Unidos, esa ratificación depende del apoyo de Japón y Rusia.

Japón ha manifestado su deseo de que el acuerdo entre en vigencia en el 2002, pero su posición es poco clara, dado que insiste en que sólo lo ratificará si Estados Unidos también lo hace.

Según ambientalistas, Tokio mantiene su apoyo al tratado gracias al fuerte apoyo del público japonés a la lucha contra el cambio climático.

Aun si el tratado se ratifica, las emisiones de gases de invernadero podrían aumentar 2,5 por ciento para 2010 si Washington permanece al margen, advirtió Greenpeace International.

Esto se debe a que Estados Unidos, con 4,6 por ciento de la población mundial, produce un cuarto de todas las emisiones.

Lo paradójico es que el propio Estados Unidos ejerció una fuerte influencia en la redacción del Protocolo, señaló Alden Meyer, director de relaciones con los gobiernos de la Unión de Científicos Preocupados.

Por ejemplo, la administración de Bill Clinton (1993-2001) insistió en incluir un sistema de intercambio de emisiones entre los países.

Los países participantes de las actuales conversaciones intentan evitar decisiones que puedan frustrar una futura participación de Washington, señaló Meyer.

Ram Uppuluri, del grupo Defensa Ambiental, opinó que las conversaciones de Marrakesh sólo podrán considerarse exitosas si «preparan el camino para la ratificación». (FIN/IPS/tra-en/dk/mlm/en/01

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