/BOLETIN-AMBIENTE/ AMBIENTE: Globalización acentúa riesgo de migración de especies

La expansión del comercio y del turismo gracias a la globalización y los cambios climáticos incrementan la migración de organismos vivos que dañan la agricultura y el ambiente.

Es escasa la conciencia en el mundo sobre esa fuente de graves pérdidas agrícolas, que exige un gran esfuerzo en recursos humanos y financieros para su contención, dijo a IPS Regina Vilarinho, del Centro de Recursos Genéticos y Biotecnología del sistema estatal brasileño de investigaciones agropecuarias.

Las plagas provocadas por especies exóticas invasoras, como las llaman los científicos, reducen las cosechas y obligan al mayor uso de venenos agrícolas que afectan el ambiente y la salud humana, indicó la experta del Centro, con sede en Brasilia.

Pero también hay otras consecuencias económicas negativas, como es la imposibilidad de exportar productos de áreas afectadas, en especial a los grandes mercados de los países ricos, que aplican fuertes barreras fitosanitarias.

Estados Unidos y Japón, por ejemplo, son muy exigentes en la comprobación de que sus importaciones no contengan organismos dañinos. En particular, La Unión Europea agrega duras restricciones a los residuos químicos de agrotóxicos, observó Vilarinho.

Además, existen riesgos para la biodiversidad, porque una especie procedente de países o regiones lejanas en general no encuentran «enemigos naturales» en su nuevo medio, al cual se adapta «destruyendo otras especies para ocupar su espacio», explicó.

América del Sur, que concentra más de un tercio de toda la diversidad biológica mundial y que tiene gran parte de su economía basada en los recursos naturales, necesita desarrollar mecanismos más eficaces de prevención y control de las especies exóticas, señalan investigadores de la región.

Para discutir este problema se reunieron del 17 al 19 de octubre en Brasil expertos de 12 países sudamericanos, quienes sugirieron a los gobiernos aumentar el intercambio de información, la capacitación técnica y la coordinación entre el sector agrícola y el ambiental en la defensa sanitaria.

Vilarinho estudia desde hace una década la mosca blanca, cuyo nombre científico es Bemisia argentifolii, que reduce la producción de varias frutas, soja, frijoles y algodón.

La mosca blanca fue introducida en Brasil en plantas ornamentales y la experta calcula que provocó pérdidas por casi 400 millones de dólares entre 1991 y 1997.

También hay otras plagas importadas más perjudiciales, como el «picudo» (Anthonomus grandis), una plaga que ataca los órganos reproductivos del algodón, responsable de la destrucción de plantaciones a lo largo y ancho del territorio brasileño en la década pasada.

Brasil, que era un gran exportador de algodón, se convirtió así en uno de los mayores importadores y sólo ahora empieza a recuperar su producción.

En el caso de este país, de gran extensión y donde la biodiversidad es la base de la mitad de su producto interno bruto, el concepto de exótico no puede limitarse a las fronteras nacionales, apuntó Vilarinho.

Es necesario establecer controles internos para evitar que plagas de un área emigren a otras dentro del mismo país.

Un ejemplo de ello es la «escoba de bruja» (Crinipellis perniciosa), que derrumbó las cosechas de cacao en el país, al trasladarse de la Amazonia al área de mayor producción, en el estado nordestino de Bahía.

Esta plaga ataca los frutos del cacao y los convierte en algo parecido a una escoba maltrecha, impidiendo el desarrollo de las semillas, que son la materia prima del chocolate.

Al igual que ocurrió con el algodón, Brasil también se convirtió en importador de cacao, tras años de encabezar la lista de países con mayor producción y exportación del producto.

Una amenaza que acecha la frontera norte brasileña es la «cochonilla rosada», ya presente en Guayana Francesa, que ataca varias plantas.

Las barreras internas y la división del país en áreas libres o contaminadas ya se aplican en algunos casos, como en la fiebre aftosa, una gran amenaza para la ganadería, que fue combatida con éxito en algunas regiones y sigue presente en otras, limitando sus exportaciones de carne.

Las autoridades de Brasil intentan también impedir que la «sigatoka negra», una plaga que afecta el banano en la región amazónica, no se extienda a otras áreas.

Algunos estados, como el central Goiás, adoptaron medidas preventivas, informó Sheila Ribeiro, jefe de la División de Vigilancia y Control de Plagas del Ministerio de Agricultura.

«Hoy ya trabajamos considerando áreas libres, otras de baja incidencia y sistemas de mitigación de riesgos», explicó. Es una forma de reducir las pérdidas de exportación, si se convence el país importador de que no hay riesgos en los productos de las zonas libres.

Los países sudamericanos en general tienen carencia de inspectores para evitar la invasión de especies exóticas por sus fronteras, aeropuertos y puertos. Brasil, en particular por su gran extensión, tendría que «al menos triplicar» la cantidad de funcionarios capacitados para esa tarea, según Ribeiro.

Un problema de la inmigración de estos enemigos es que, como son de afuera, siquiera se conoce su capacidad de adaptación en el país y qué siembras serían afectadas, observó. (FIN/IPS/mo/dm/en/01

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