El peligro de las armas nucleares en Asia meridional fue destacado por informes sobre el interés de Washington en «neutralizar» el arsenal de Pakistán, debido a su inseguridad en el actual contexto de la campaña militar contra Afganistán.
India y Pakistán realizaron pruebas con bombas nucleares en mayo de 1998. Desde entonces se teme que ambos países, en conflicto desde su creación hace más de medio siglo, recurran a esas armas, con fines desastrosos para Asia meridional.
El peligro de una guerra nuclear entre Nueva Delhi e Islamabad depende de la capacidad de las grandes potencias mundiales para desarrollar una diplomacia prudente y equilibrada en la región, y del balance interno del poder en cada uno de los dos países.
Muchos temen también que fanáticos religiosos o fracciones militares pakistaníes simpatizantes del movimiento Talibán, fundamentalista islámico y que controla la mayor parte del territorio afgano, se apoderen de armas nucleares.
Desde el 7 de octubre, cuando comenzó la campaña contra Afganistán de Estados Unidos y sus aliados, con apoyo clave por parte de Islamabad, se han producido en Pakistán importantes protestas callejeras contra esa ofensiva y contra el régimen militar del presidente Pervez Musharraf.
Además, el secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, complicó la situación el lunes, al dirigir contra el Talibán una velada amenaza de ataque nuclear.
Rumsfeld dijo que se negaba a «descartar» la posibilidad de que su país use armas nucleares tácticas contra las cuevas afganas en las cuales sospecha que se esconde Osama bin Laden, a quien el gobierno estadounidense cree responsable de los ataques terroristas del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.
Varios hechos recientes, entre ellos informes periodísticos, sugieren que existe un riesgo muy real de que armas nucleares pakistaníes caigan en manos de simpatizantes del Talibán o de integrantes de Al Qaeda, la organización de Bin Laden.
Funcionarios de Inteligencia de Estados Unidos y Gran Bretaña piensan que la seguridad del arsenal nuclear pakistaní es insuficiente, según artículos de los periódicos estadounidenses The New York Times, The Washington Post y The New Yorker, y de los británicos The Guardian y The London Times.
El más revelador de esos informes fue el de The New Yorker, firmado por Seymour Hersh y publicado el lunes, en el cual se acumula información creíble sobre la alta vulnerabilidad de los recursos nucleares pakistaníes y la opinión sobre el asunto de funcionarios de seguridad estadounidenses.
Hersh afirmó que la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos y las Fuerzas Armadas de ese país formaron un grupo de comandos cuya misión es apoderarse de las armas nucleares pakistaníes e inutilizarlas.
Ese grupo se entrena en la actualidad con la Unidad 262 de las fuerzas de seguridad de Israel, notoria por su intervención en operaciones encubiertas que han incluido robos y asesinatos, aseguró.
Washington se ha negado a confirmar o desmentir ese informe.
Sin embargo, el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Joseph Biden, del gobernante Partido Republicano, admitió que el presidente George W. Bush realiza consultas políticas sobre planes para neutralizar el arsenal nuclear pakistaní si Musharraf es derrocado.
Biden dijo que la discusión de asunto se lleva a cabo con participación de legisladores.
El experto nuclear estadounidense Bruce Blair, presidente de la organización no gubernamental Centro de Información de Defensa, había recomendado en forma explícita una operación de ese tipo en declaraciones publicadas el 22 de octubre por The New York Times.
Los especialistas piensan que Pakistán dispone de entre 20 y 60 armas nucleares. Es probable que India posea el doble, y ambos países carecen de sistemas de comando y control confiables para impedir el acceso no autorizado a esos arsenales o su uso por accidente.
Fuentes de Inteligencia estadounidenses han expresado profunda preocupación por la posibilidad de que la escalada de protestas pakistaníes contra el ataque a Afganistán desestabilice al gobierno de Musharraf, e instale una situación que aumente la inseguridad de las armas nucleares.
Es probable que los informes sobre la preocupación y los eventuales preparativos estadounidenses agraven la situación en Pakistán. Washington afronta dilemas de aguda gravedad en Asia meridional, ya que cualquier cosa que haga puede tener consecuencias adversas para sus intereses.
Un portavoz del gobierno de Pakistán aseguró que la posibilidad de que las armas nucleares caigan en manos de personas no autorizadas es «impensable», e incluso Nueva Delhi ha respaldado esa tesis.
«Quiero darles crédito. Los involucrados en el programa nuclear de Pakistán son personas responsables», y «no permitirán» que nadie haga uso indebido de ese arsenal, dijo el martes el ministro de Defensa de India, George Fernandes.
Sin embargo, esas afirmaciones no se basan en un auténtico conocimiento del programa nuclear pakistaní y los procedimientos de su sistema de comando y control.
El gobierno de India nunca dio muestras de disponer de información clara sobre esas cuestiones, y algunos funcionarios negaron la posibilidad de que pakistán estuviera en condiciones de producir bombas nucleares hasta el día en hizo explotar una con fines experimentales.
Es probable que las declaraciones de Fernandes apuntaran a evitar preocupaciones sobre el arsenal nuclear indio, cuya seguridad también es muy insuficiente.
La cultura de la seguridad es escasa en las sociedades de India y Pakistán, y en ambos países se registran con frecuencia accidentes y desastres naturales cuyas consecuencias se agravan por prevención deficiente.
Las tasas de accidentes industriales y de tránsito en los dos países son 10 veces más altas que en los países industrializados, y en ambos se han producido algunos de extrema gravedad en las últimas décadas.
Incluso las infraestructuras militares india y pakistaní tienen malos antecedentes en materia de seguridad. En la última década, India perdió casi 200 aviones de guerra debido a accidentes evitables.
La reivindicación pakistaní de la seguridad de su programa nuclear fue puesta en tela de juicio en los últimos días por el arresto de dos científicos que habían ocupado altos cargos en la Comisión de Energía Atómica, acusados de ser simpatizantes del Talibán y tener vínculos con ese movimiento.
Esas dos personas, Sultan Bashiruddin Mahmood y Chaudhry Abdul Majid, son expertas en la tecnología necesaria para producir armas nucleares, y varios informes periodísticos señalaron que ambos fueron interrogados por funcionarios de Inteligencia estadounidenses, pero Islamabad niega que eso haya ocurrido.
Mientras tanto, el aumento de la inestabilidad en Pakistán y de las declaraciones hostiles a Islamabad por parte de funcionarios indios sugieren que Washington sobreestimó su poder y subestimó su impopularidad en Asia meridional.
La percepción popular de una creciente intervención de Estados Unidos en la región aumenta la hostilidad hacia ese país y la simpatía por sus enemigos.
Ese fenómeno se verifica con especial intensidad en relación con la cuestión nuclear, en la cual es obvio el doble criterio de Washington, al buscar el desarme de Pakistán mientras continúa el desarrollo de su propio arsenal y amenaza con emplearlo. (FIN/IPS/tra-eng/pb/js/mp/ip/01