La fiebre por la música gospel, cultivada por las iglesias cristianas de Estados Unidos, se propagó a todas las capas sociales de Swazilandia, desde los curanderos hasta el rey Mswati III, quien incluso ya grabó un disco.
«No se trata sólo de un rey que complace sus gustos y canta 'Alabado sea su nombre'. Todos en Swazilandia tienen el entusiasmo por el gospel, y su majestad se une a la tendencia», dijo Brenda Dube, administradora de un local de venta de discos en la ciudad comercial de Manzini.
Más de un tercio de la población de este país, de un millón de habitantes, está contagiada por el virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), según la Organización de las Naciones Unidas.
«Hay una gran epidemia del sida en el país que se lleva a muchos de nosotros. Es natural entonces que la gente tienda a pensar en la vida después de la muerte. La música gospel hace que el cielo sea visto más agradable, casi como una fiesta», observó Sipho Mamba, un estudiante de la Universidad de Swazilandia.
El álbum de gospel con participación del rey es un esfuerzo conjunto de talentosos productores de Johannesburgo, donde está ubicada la sala de grabaciones más cercana.
Ningún grupo swazi de gospel logró hasta ahora fama en el escenario internacional y, según expertos, no tienen nada de excepcional respecto de otros intérpretes. Lo que los diferencia es el gran número de seguidores.
«Puedes escuchar a muchachos improvisando canciones gospel mientras conducen al ganado por los caminos. Aún los curanderos entonan nuestras canciones cuando practican su magia», dijo Timothy Myeni, primera voz del principal grupo gospel del país, Ncandweni Christ Ambassadors.
La influencia de este estilo de música en la vida tradicional repite la ruta que tomó el cristianismo en el siglo XX para convertirse en la religión dominante de Swazilandia.
En las iglesias swazi, las creencias populares se mezclaron con la teología cristiana y dieron lugar a ceremonias al ritmo de tambores y dirigidas por personas que «hablan en lenguas», muy similares a la invocación de espíritus ancestrales en los ritos tradicionales.
«La música gospel cantada por swazis es en verdad música tradicional con más melodía. Hay un énfasis en el ritmo y en la repetición, de la misma manera que se interpretó la música tradicional africana por milenios», explicó Dube.
La vendedora de discos incluso señaló que los swazis buscan en el gospel no un mensaje cristiano, sino alegría, celebración. «Se siente como buena música, estrepitosa, como los africanos», afirmó.
No hay fin de semana sin algún concurso de música gospel o un concierto que domine la jornada. El gospel está presente en todas las reuniones de caridad, a las que asisten los miembros de la familia real, famosos por su amor a ese estilo de música.
Los premios del entretenimiento más célebres del país son los Glory Awards, entregados cada año como reconocimiento a los intérpretes de gospel más populares, como Melodious Choir y Manzini Choir. Todos cantan en el idioma nacional, el swazi.
Ncandweni Christ Ambassadors recibió un disco de oro el mes pasada por vender 25.000 copias de su álbum «Umoya Wnkhosi» (Espíritu del Rey).
El número de discos vendidos es pequeño a escala internacional, pero es significativo en un país con menos de un millón de habitantes, ninguna sala de grabación y sólo una estación de radio.
La radio es propiedad del gobierno y su principal función es informar sobre servicios públicos, pero su programa de entretenimiento más popular es «Gospel Hour» (La hora del gospel), dedicado por completo a grupos locales.
No se necesita tener oído crítico profesional para darse cuenta de que los grupos gospel swazi tienen más entusiasmo que talento. Ningún cantante recibió educación musical y algunos carecen de buena voz.
«Pero así es como somos los swazis, somos nuestro mejor entrenimiento. Nos gustan más que los grupos profesionales del exterior, que apenas se escuchan en la radio», dijo Sonnyboy Khumalo, un taxista de la capital. «A los swazis nos gusta escucharnos a nosotros mismos», añadió.
Es acaso por esto que el rey Mswati, de 33 años, pudo grabar un disco de gospel sin pensarlo dos veces, y que sus esposas, que serán 10 cuando contraiga matrimonio otra vez el año próximo, lo acompañaron en el coro.
«Puedes ser polígamo y honrar las creencias africanas y, de todas formas, ser seguidor de la música gospel», dijo el estudiante Mamba, que realiza un trabajo sobre religiones comparadas.
«Las sectas cristianas swazi celebran la divinidad de Cristo y lo consideran su Salvador. No hay figura comparable a ésta en la religión tradicional», afirmó.
Los swazi suelen afirmar, en el Festival de Alabanza de Somhlolo, el más importante acontecimiento religioso del año, que el gospel los pone «más cerca del cielo».
«Uno siempre sonríe cuando canta gospel, y a los africanos nos gusta sonreír. Es nuestro estilo. El gospel es nuestra música», dijo Thembi Nkhosi, un joven que canta en el coro de su colegio. (FIN/IPS/tra-eng/cr/jh/mn/rp/cr/01