Unas 1.500 personas pintaron, perforaron y quemaron su piel en un festival de tatuajes celebrado en México para intercambiar experiencias e información sobre nuevas técnicas.
En un ambiente que mezcló música tecno, rock y new age con olor a incienso y a piel quemada, unos 100 tatuadores y perforadores mexicanos y de otros países mostraron a sus seguidores, así como a curiosos y neófitos, de qué se trata su arte.
La Octava Expo Tatuaje México Internacional 2001 se realizó el 25 de este mes en un recinto de la capital lleno cabellos largos y rapados, pieles descubiertas transformadas en lienzos, y orejas, narices, párpados, lenguas y labios poblados de aretes.
«Esto sí que es chido (agradable), hay de todo y uno puede optar con seguridad a un nuevo aretito o tatuaje», señaló Pablo, un joven que con orgullo exhibe en sus antebrazos dibujos de arañas, moscas y otros insectos.
Jorge Castro, considerado uno de los más destacados tatuadores y perforadores de México, opinó que la cita sirvió para demostrar al público que su actividad es un arte y que se puede ejercer con total seguridad para la salud.
En los más de 30 cubículos donde atendían colegas de Castro, se ofrecieron un sin fin de diseños de aretes y tatuajes, entre ellos los denominados japonés, tribal, gótico, new age, prehispánico y mecanoide.
Los tatuadores y perforadores, oficios con siglos de antigüedad, pidieron a las autoridades que legislen su actividad, pues algunos la practican de manera inadecuada.
En la perforación de la piel, tanto para colocar aretes como para tatuar, se pueden transmitir múltiples enfermedades, entre ellas el sida.
Se calcula que en México hay unas 2.000 personas dedicadas al oficio, pero sólo 10 por ciento toma las necesarias medidas de higiene, aseguró Miroslava García, diputada del izquierdista Partido de la Revolución Democrática, que prepara un proyecto de ley en la materia.
García apuntó que en México se realizan unos 80.000 tatuajes y perforaciones por año.
Los locales en que se practica esta actividad deben ser cerrados, los artistas deben usar guantes de látex y todo el material para hacer incisiones y pinchazos debe ser desechable, recomiendan los expertos.
Danny Yerna, uno de los organizadores de la exposición, dijo que apenas 15 por ciento de los tatuadores mexicanos trabaja en locales cerrados y que sólo 2,5 por ciento lo hacen con equipo adecuado.
El tatuaje es una técnica de decoración de la piel, mediante la cual se colocan, luego de perforar la piel, substancias colorantes debajo de la epidermis.
Existen variantes como la escarificación, que se logra cortando la piel con bisturí e introduciendo en la herida sustancias irritantes que dejan cicatrices profundas. Otra es el llamado «branding», que consiste en hacer marcas con hierro caliente.
Considerada hoy por muchas personas una actividad que transgrede norma sociales, el tatuaje y las perforaciones fueron para numerosos pueblos antiguos parte importante de su cultura estética y guerrera.
En México existen evidencias de que los pobladores de la etapa prehispánica se sometían a escarificaciones y tatuajes, perforaban múltiples partes del cuerpo, deformaban su cabeza, limaban sus dientes e incrustaban piedras en ellos.
Esas prácticas estaban relacionadas con ciclos agrícolas y de vida, el clima, creencias religiosas, la guerra, simple estética o motivos sexuales.
Aún ahora, existen grupos nativos mexicanos que se perforan las orejas y los labios para introducir allí pequeños cilindros de metal o de madera.
«Nosotros practicamos un arte milenario y lo hacemos por raíces históricas y no por simple moda o transgresión, como piensan algunas personas», dijo el tatuador René Mascareño.
En la reunión de tatuadores y perforadores se observó máquinas especiales que hacen 3.000 pinchazos por segundo e introducen tinta en la piel, así como instrumentos desechables para perforar.
Los organizadores de la cita consideraron que fue un éxito, pues registraron miles de asistentes, entre ellos los 1.500 que optaron por ponerse un tatuaje o algún arete. (FIN/IPS/dc/mj/cr/01