Personalidades de la cultura de todo el mundo y los empleados de los museos de Italia se movilizan para evitar que el gobierno de Silvio Berlusconi ponga en manos privadas las 350 entidades que custodian parte del riquísimo patrimonio artístico del país.
El anuncio del ministro de Cultura, Giuliano Urbani, de que los museos se darán por primera vez en concesión a una sociedad privada, por cinco años, provocó la reacción de los directores de las principales entidades de su tipo del mundo, quienes pidieron que se abriera un debate nacional e internacional al respecto.
El reclamo fue planteado a través de un documento firmado por directores de 37 museos, entre los que se destacan los de Prado, de Madrid, del Museo de Arte Moderno, de Nueva York, del Museo Británico, de Londres, del Louvre, de París, y del Pushkin, de Moscú.
El gobierno del centroderechista Berlusconi, al parecer, deseaba que la iniciativa pasara inadvertida, pues la incluyó entre uno de los numerosos artículos del proyecto de presupuesto del Estado para 2002, en debate en el parlamento.
Pero la propuesta del gobierno italiano fue publicada por el diario izquierdista francés Liberation, que en su primera página tituló «Berlusconi está dispuesto a privatizar todo», y en otra edición formuló un llamamiento internacional a oponerse a esta iniciativa.
Urbani defendió el proyecto indicando que «se trata de una norma extraordinariamente innovadora, que cambiará de una vez por todas la manera en la que se gestionan los museos, los bienes culturales».
Explicó que la idea es obtener la máxima rentabilidad del patrimonio artístico italiano.
Las estadísticas indican que los museos registraron el año pasado ingresos por 70 millones de dólares y fueron visitados por 30,1 millones de personas.
Giovanna Melandri, quien fuera ministra de Cultura del gobierno anterior, de centroizquierda, entiende que es irregular la manera en que el Poder Ejecutivo está abordando una cuestión de vital importancia para Italia.
«No queremos que las medidas que afectan a la cultura pasen semiescondidas dentro de la ley de Presupuestos», señaló.
Melandri añadió que «un museo no es un ganso para engordar y después vender al mejor comprador, sino que mejorarlos significa aumentar el número de visitantes y dejar entrar gratis a los jóvenes».
En cambio, «la óptica del gobierno de Berlusconi en estos temas es mercantil», pero «la cultura no debe ni puede ser un medio para ganar dinero», apuntó.
Los asesores del Ministerio de Cultura ya trabajan en la elaboración del reglamento que especificará la tipología de los bienes culturales, cuya gestión podrá ser confiada a particulares, la modalidad de esas concesiones y el tipo de concurso público de adjudicación.
Ante este avance privatizador, los trabajadores de los museos anunciaron diversas acciones de protestas, como la paralización de sus actividades y el cierre de las puertas de estas instituciones por algunas horas en varios días de la semana.
En tanto, las primeras reacciones contrarias desde el exterior fueron expresadas por personalidades de Estados Unidos, donde paradójicamente la mayoría de los museos son privados, quienes consideran que la decisión del gobierno italiano es «aberrante y difícil de entender».
Salvatore Settis, un experto que se desempeñó en museos de Nueva York, expresó su disconformidad con el proyecto italiano.
Aclaró que «el sistema estadounidense no nació de una venta estatal, sino por iniciativa de privados, con una sola excepción importante como es la Galería Nacional de Washington».
El «patrimonio de los museos de Estados Unidos pertenece a las instituciones que los han creado, las cuales pueden vender incluso las obras de arte expuestas al público, mientras que el patrimonio italiano pertenece a los ciudadanos y representa la historia del país», dijo Settis.
Por su parte, el crítico italiano de arte Gillo Dorfles, dijo que el modelo estadounidense «no se puede aplicar en Italia, pues se corre el riesgo de dar participación a verdaderos delincuentes que decidan ahorrar en un elemento fundamental para la vida de un museo como puede ser la climatización o la vigilancia».
Dorfles precisó que «los museos en Estados Unidos son organismos sin fines de lucro y existen en favor de todos y no de algunos».
Anna Coliva, directora de la Galería Borghese, uno de los más importantes museos de Roma, pidió que el gobierno aclare si con su propuesta se pretende mejorar la gestión cultural de los museos o sólo obtener dinero.
«Los museos difícilmente producen dinero, incluso el más famoso del mundo, como es el Metropolitano de Nueva York, que con sus ingresos sólo cubre 47 por ciento de los gastos y el resto proviene de fundaciones sin fin de lucro», comentó.
«Yo creo que un museo, como un hospital, no debe producir dinero sino simplemente funcionar bien», puntualizó Coliva.
Urbani insistió que la participación de privados en la gestión de los museos permitirá que 30 por ciento del patrimonio artístico italiano sepultado en bodegas pueda ser presentado al público.
Aseguró que la tutela del patrimonio artístico se mantendrá en manos del Estado, lo cual está establecido en la Constitución, y los privados tendrán en sus manos sólo la gestión de los museos durante un determinado periodo de tiempo.
El ministro recordó que el gobierno anterior ya había dado en concesión a particulares la administración de algunos sectores de los museos, como la venta de folletos o la dirección de las cafeterías.
A su vez, el subsecretario de Cultura, Vittorio Sgarbi, defendió la iniciativa señalando que «el privado no podrá hacerlo peor que ahora, porque lo peor es el Estado». (FIN/IPS/jp/dm/cr/01