AMERICA LATINA: Sutil o brutal, la violencia persigue a mujeres

La violencia física contra las mujeres fue en América Latina y el Caribe un asunto privado, hasta que en los últimos 20 años las organizaciones femeninas lograron sacarlo a la luz. Pero sólo es la punta de un iceberg, el extremo de un fenómeno más amplio y de raíz cultural.

Estas cuestiones, con todos sus matices, serán agitadas por organizaciones de mujeres de la región desde este domingo, Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer, hasta el 10 de diciembre, Día Mundial de los Derechos Humanos.

Esos 15 días, grupos de mujeres trabajarán en escuelas, teatros, plazas y calles para sensibilizar a la población sobre los problemas de la violencia, su alcance y sus consecuencias, exhortando a combatir un problema que no se circunscribe a desvíos patológicos individuales.

Citadas por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), organizaciones de mujeres, instituciones estatales dedicadas a los asuntos femeninos y organismos internacionales coincidieron en junio en Cancún, México, en la necesidad de que el problema de la violencia ingrese en la agenda pública.

La OPS ha sostenido que la violencia doméstica y sexual, que tiene su consecuencia más grave en la muerte de mujeres y niñas, se transformó en un asunto de salud pública que exige preparación adecuada en los servicios sanitarios, cuyos trabajadores son tradicionalmente renuentes a denunciarla.

De acuerdo con estadísticas del Fondo de las Naciones Unidas para la Población, 50 por ciento de las mujeres de América Latina y el Caribe consultadas dijeron haberse sentido agredidas por su condición de género al menos una vez en su vida.

La agresión sufrida va desde las formas más sutiles hasta las más violentas, incluida la muerte de las víctimas.

Entre esas agresiones figuran la violación, el incesto, la esterilización y el aborto forzados, el acoso sexual y el maltrato en los lugares de trabajo, problemas que, según las expertas, tienen su origen en la desigual relación entre los géneros.

La descalificación y la denigración de las mujeres, la manipulación de sus proyectos y decisiones y el elogio excesivo de su físico cuando está en juego su capacidad intelectual son agresiones más sutiles, todavía menos visibles que los golpes.

Un estudio de la Universidad Nacional de Costa Rica indicó que en los últimos 10 años la violencia doméstica y sexual causó más muertes que el sida o la malaria, e igual cantidad que las complicaciones en el embarazo y en el parto.

La falta de visibilidad del problema como un asunto de salud pública y como causa evitable de muerte hace que los casos queden relegadas a un mero abordaje policial, algo que las organizaciones de mujeres instarán a cambiar en la campaña que comenzará este domingo.

Las organizaciones coincidieron en Cancún en que se debe diseñar una nueva forma de registrar los casos de «femicidio» como se identifica a las muertes violentas de mujeres por su condición de género. Sólo así se podrá tener un número que muestre el problema en forma contundente.

La socióloga argentina Silvia Chester dijo a IPS que en los últimos 20 años se avanzó mucho en el conocimiento de la violencia doméstica y en su transformación en asunto público. Explicó, además, que el aumento del fenómeno en las estadísticas es, en realidad, consecuencia de un registro cada vez más certero.

De hecho, en la década del 90 —sobre todo en la segunda mitad— se sancionaron leyes contra la violencia doméstica en Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.

Pero no hubo avances en cuanto a garantizar el acceso de todas las mujeres a los servicios de prevención de la violencia, o en el asesoramiento jurídico a las víctimas, ni tampoco en la visibilidad de formas de violencia menos evidentes.

En este sentido, Chester señaló que la prostitución y la explotación sexual de niñas, el acoso sexual, la pornografía o la utilización de la imagen del cuerpo femenino para vender mercaderías son formas escondidas de violencia contra la mujer contra las que resta mucho por hacer.

Por ejemplo, este mismo mes, cuando el Consejo Nacional de la Mujer de Argentina elaboraba su campaña de concientización sobre la violencia, la labor se vio interrumpida por un hecho público que tendrían una profunda raigambre cultural de violencia hacia la mujer, según Chester.

Un grupo de mujeres jóvenes y atractivas, vestidas con la indumentaria de la selección argentina de fútbol ajustada al cuerpo, irrumpieron el fin de semana en un estadio de fútbol portando un cartel que promocionaba la carne vacuna argentina como mercancía de exportación.

El cartel rezaba: «Nuestas carnes mundiales».

Indignada por el mensaje, que sugiere la identificación del cuerpo de las jóvenes con la carne de las vacas, la presidenta del Consejo Nacional de la Mujer, Carmen Storani, exigió al organismo que se ocupa de la sanidad animal a detener la promoción.

Las jóvenes ni siquiera eran promotoras, sino empleadas del gubernamental Servicio de Sanidad Animal, que luego afirmaron llorando haber sido obligadas a realizar la promoción como parte de su trabajo. Los simpatizantes de los equipos les gritaron toda clase de agravios.

La Plataforma de Acción elaborada en 1995 por la cuarta Conferencia Internacional sobre la Mujer en Beijing exhorta a los estados de todo el mundo a adoptar medidas para evitar la violencia contra las mujeres sujetas a maltrato físico, psíquico e intelectual.

«La violencia contra la mujer es una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre hombres y mujeres, que condujeron a la dominación de la mujer por el hombre, la discriminación contra la mujer y la interposición de obstáculos contra su pleno desarrollo», establece la Plataforma.

En este sentido, la no gubernamental Red Feminista Latinoamericana y del Caribe contra la Violencia Doméstica y Sexual lanzó en junio una campaña con el lema «Por la vida de las mujeres, ni una muerte más», que fue el principal precedente de la tarea que comenzará este domingo.

Las anteriores campañas sobre la violencia, que exhortaban a las mujeres a denunciar los golpes, ayudaron a sacar el problema la luz.

Ahora el desafío es el de seguir promoviendo las denuncias y aprender a detectar otras formas de violencia contra las mujeres, aunque no terminen con la vida de las víctimas. (FIN/IPS/mv/mj/pr hd/01

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe